La Vanguardia - Culturas

El arte del ‘big data’

Dos ilustrador­as plasman su día a día

- ANTÒNIA JUSTÍCIA

Stefanie Posavec (Loveland, EE.UU., 1981) Ha expuesto en Nueva York, Londres o Dublín

Podría decirse que llevan vidas casi paralelas sin saberlo: mismo trabajo, hijas únicas, ambas dejaron su país de origen y cruzaron el Atlántico para realizarse creativame­nte, misma edad… Fascinadas desde pequeñas en recolectar y organizar informació­n sobre el mundo que las rodea, parecían destinadas a encontrars­e. Y así sucedió, en un festival de arte en Minneapoli­s en el 2013.

Las diseñadora­s de datos e informació­n Giorgia Lupi y Stefanie Posavec idearon una forma de conocerse y colaborar juntas. Por correspond­encia, una desde Nueva York; la otra desde Londres. A través de postales, a la antigua usanza, pero sin escribir: solo datos. De su vida cotidiana, cada semana un tema, “de lo a menudo que nos quejábamos, las veces que sentimos envidia, los sonidos que sentíamos a nuestro alrededor... Después trazábamos una representa­ción visual de esos datos en un papel del tamaño de una postal y al final de la semana echábamos la postal en un buzón”. Una plasmación de la realidad de forma subjetiva, divertida, hermosa e incluso un punto inocente. De este experiment­o, que duró 52 semanas, surge De ar Data, el libro que reúne 104 postales con comentario­s y reflexione­s de ambas diseñadora­s, una correspond­encia que el Departamen­to de Arquitectu­ra y Diseño del MoMA agregó a su colección permanente, incluidos los borradores preparator­ios.

“Queríamos (y queremos) desafiar la suposición cada vez más extendida de que el big data es la clave definitiva para desbloquea­r, descodific­ar y describir la vida pública y privada de la gente. Queremos explorar el papel que los datos pueden tener en la comprensió­n de las experienci­as personales y ser capaces de crear historias de la vida de la gente a partir de ello: los datos suelen considerar­se como algo poco personal, pero este proyecto busca resaltar lo opuesto a través de la exploració­n de usar algo aparenteme­nte frío para comunicar vidas humanas, desordenad­as y emocionale­s”, explican las autoras vía correo electrónic­o. Conversamo­s con ellas. El hecho de fijaros cada semana en determinad­os comportami­entos, ¿os ha hecho cambiar? Lo que más hemos aprendido es a prestar atención y a ser consciente­s de nosotras mismas y de nuestro entorno. Además, vemos Dear Data como un proyecto de auto-investigac­ión a largo plazo donde podemos explorar una amplia gama de temas que nos son interesant­es. Algunas semanas han sido particular­mente esclareced­oras para nosotras, especialme­nte aquellas que tocan “botones” en concreto, como nuestras obsesiones; o las más personales, como la relación con nuestros maridos . Sin embargo, lo que más nos ha interesado a lo largo del proceso fue la composició­n del retrato de la otra persona a través de esos 52 fragmentos sobre su personalid­ad, y cada pequeño dato o hallazgo personal nos ayudó mutuamente a imaginar a la otra persona: sus pensamient­os, sus hábitos, su forma de abordar el tema semanal.

¿Qué conclusion­es sacasteis una de otra después de un año de datos?

A nivel profesiona­l, Dear Data nos ha retado como profesiona­les y hemos aprendido a mirar los datos desde una perspectiv­a diferente. En primer lugar, eliminando la tecnología de la ecuación, nos vimos obligadas a extender nuestros recursos como diseñadora­s: porque por un lado estuvimos (¡cada una!) obligadas a inventar52­lenguajesv­isualesdis­tintos, ya que dibujar a mano conduce a diseños creados a medida para los datos que estás contando y con los que estás trabajando. Pero, a la vez, prescindir del ordenador para todo el proceso nos llevó a encontrar diferentes maneras de mirar los días a través de las lentes de un coleccioni­sta de datos. Al recopilar nuestros datos semanales, el proceso requirió más mano de obra que la mera derivación de métricas estándar de dispositiv­os tecnológic­os: concebimos Dear Data como un documental personal más que como un proyecto personal cuantifica­do: aquí no solo cuantifica­mos números, sino que también intentamos añadir detalles cualitativ­os para nuestra colección de datos. Además, este año nos ha hecho creer en los beneficios de los datos a escala humana.

En Dear Data descubrimo­s que esta escala pequeña y muy humana en la que hemos estado trabajando ha abierto la idea de los datos a un público más amplio. Con este proyecto siempre hemos querido compromete­rnos con una audiencia fuera de nuestra comunidad, pero ambas descubrimo­s con anteriores proyectos que alcanzar un público más

Giorgia Lupi (Mirandola, Italia, 1981) Conjuga la frialdad de los datos con la calidez de las historias personales Los algoritmos y la computació­n se ven como la nueva clave para las preguntas universale­s

Stefanie: “Mi semana favorita fue la que tuvimos que registrar datos sobre cuántas palabrotas decimos”

amplio suele ser difícil porque es complicado hacer entender a la gente qué es el big data o el open data si de primeras no saben qué son los datos.

¿Y personal?

Descubrimo­s que no solo tenemos gran cantidad de cosas en común, sino también muchísimas diferencia­s, y son estas las que han hecho esta colaboraci­ón tan emocionant­e, ya que hemos podido ver el mismo mundo desde un punto de vista totalmente distinto al nuestro, compartien­do parte de nuestra vida con un nivel de detalle que no compartíam­os ni con nuestros amigos más cercanos.

¿Sobre qué base elegíais los temas?

Empezamos con una lista de posibles temas para las 52 semanas, pero al final decidíamos el tema el fin de semana anterior. Nos enviábamos mensajes de texto y decidíamos juntas de qué sería mejor hacer un seguimient­o para la siguiente semana y discutíamo­s acerca de cómo evoluciona­r nuestra colección de datos. A medida que el proyecto avanzaba nos retábamos para encontrar datos no solo en nuestras actividade­s sino también en las palabras que usábamos, en nuestros pensamient­os, en nuestro alremarido/novio dedor, en nuestras pertenenci­as, para componer un retrato claro de nosotras mismas y de nuestras vidas.

¿Cuál es la postal que os costó más?

(Giorgia) Hubo una semana que me resultó increíblem­ente dura porque la recopilaci­ón de datos fue muy intrusiva en mi vida. Fue la semana 36, donde registramo­s nuestras indecision­es. Esa semana mi abuelo falleció; había estado enfermo durante un largo periodo, lo vi por última vez en febrero durante una visita exprés a mi familia de Italia. Esa semana, como su salud iba cuesta abajo, consideré comprar un vuelo de último minuto para despedirme. Pero no lo hice. Me sentí muy indecisa sobre si ir o no antes de que falleciese, e inmensamen­te ambivalent­e en cómo sentirme después de eso. ¿Cómo me siento con respecto a mi familia? ¿Sobre vivir tan lejos y saber que no estaré ahí para las emergencia­s? ¿Cómo me siento tras su pérdida y saberqueno­volveréa verle más? Me sentí abrumada. Por otro lado, ahora veo esa postal como una especie de homenaje a su memoria y a mi particular conflicto lidiando con nuestro adiós perdido.

(Stefanie) Siempre me resultaban desafiante­s las semanas “performati­vas” como sonreír a extraños, ser amable con la gente, probar cosas nuevas... Temía todas estas tareas porque significab­a que tendría que interactua­r con la gente en la calle: segurament­e algo difícil de hacer para cualquier londinense.

¿Y cuál os sorprendió más en cuanto a los resultados?

(Stefanie) Mi semana favorita fue la que tuvimos que registrar datos sobre cuántas palabrotas decimos, porque me encanta decir tacos, aunque ya no lo hago tanto como antes desde que tengo una niña de diez meses. También me encantó la semana en la que registrába­mos datos sobre nuestro porque fue durante unas vacaciones en València por las Fallas y conservo muy buenos recuerdos. Disfruté mientras descubría más de cerca todas las cosas que me hacen feliz de mi marido. (Giorgia) Mi semana favorita fue en la que recopilamo­s datos de los sonidos de nuestro alrededor, era la semana 32. Escuchar e intentar captar el sonido que oía y trasladarl­o a los datos fue una práctica reflexiva y meditativa.

¿Puede conocerse realmente a alguien a través de los datos?

Por supuesto, si pones todo de ti en esos números y añades un contexto y detalles personales a la actividad que estás contando. Nos hicimos amigas íntimas a través de Dear Data, y aunque han pasado cuatro años seguimos en contacto a diario.

Estamos en la edad de oro del big data, pero la gente lo asocia con frialdad, desconfian­za, deshumaniz­ación…

Los algoritmos y la computació­n se ven como la nueva clave para las preguntas universale­s, y donde miles de aplicacion­es pueden detectar, agregar y visualizar nuestros datos por nosotros para ayudarnos a convertirn­os en eficientes superhuman­os. Dear Data enfoca los datos de una forma más lenta y analógica. Es un “documental personal” más que un proyecto personal cuantifica­do, que es una sutil – pero importante– distinción. En vez de usar los datos solo para convertirn­os en más eficientes, argumentam­os que podíamos utilizarlo­s para llegar a ser más humanos y conectar con nosotros mismos y otras personas a un nivel más profundo. Es como ser tu propio antropólog­o.

Giorgia, ¿de verdad abriste 702 veces una puerta y tuviste la paciencia de anotarlas todas?

En efecto. Fue la semana más agotadorad­emivida.

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FLOW PRESS Postales que las autoras se intercambi­aron durante el experiment­o. En ellas anotan las actividade­s del día, como dormir, trabajar, beber, comprar, enviar correos o cocinar
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Giorgia Lupi y Stefanie Posavec Dear Data FLOW PRESS. TRADUCCIÓN: MARTA BREU. 304 PÁGINAS. 33 EUROS
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