Adios a Robert Saladrigas
Su gran legado como critic de literature internacional
En los últimos tres años Robert Saladrigas afrontó con estoicismo recurrentes problemas de salud, pero en las conversaciones que manteníamos, siempre había una frase que aparecía: “Sobre todo, guardadme espacio”. Con ello implicaba que, aunque fuera en el último momento, con el cierre ya sobre nuestras cabezas, le mandaría a Antònia Justícia la crítica extensa, razonada y elegante de algún volumen de literatura extranjera, como había hecho cada semana para los diferentes suplementos de libros que La Vanguardia ha publicado desde 1981.
Robert ha sido un ser humano entrañable –cordial, cálido, siempre interesado por los demás– y un crítico de alto nivel e inmensa profesionalidad. Los dos volúmenes en los que recopiló estos casi cuarenta años de trabajo (De un lector que cuenta y En tierras de ficción) dibujan un completo, y lleno de matices, panorama literario de nuestro tiempo; son obras que quedarán. Junto a estas líneas pueden encontrar una muestra de sus variados intereses. No ha habido que yo sepa, en la prensa española del último medio siglo, ningún otro caso de dedicación tan continuada e ilustrativa en este territorio. Con J.A. Masoliver Ródenas (literatura en castellano) y Julià Guillamon (en catalán), constituyeron el tridente con el que los lectores de este suplemento han recibido la valoración y comentario de lo más destacado en cada terreno. Muchos de estos lectores ya lo han agradecido estos días en comentarios personales y en las redes sociales.
Saladrigas arrancaba su última crítica señalando, con característico lirismo, que “se acerca despacio el otoño con su benevolencia térmica y la regeneración de los colores en matices”. Con el otoño, Robert, se nos va tu bonhomía, tu aportación en tantos terrenos, tu esperada recomendación semanal. ¡Cuantos los echaremos a faltar!