Reconectar Barcelona
Si hay que redefinir el modelo de Barcelona, si queremos reconectarla con sus mejores momentos, la respuesta es la cultura. Así lo apunta Miquel Molina en Alerta Barcelona. Adiós a la ciudad autocomplaciente, la obra que publica en Libros de Vanguardia y de la que ofrecemos un capítulo en este número.
Para Molina, en un momento de ausencia de liderazgos fuertes, “la sociedad se ve felizmente forzada a tejer redes que conecten los diferentes polos de talento y dinamismo económico para establecer pautas duraderas de progreso”. El periodista y novelista, director adjunto de este diario, sostiene la necesidad de recuperar una reputación decreciente (que la crisis política del último cuatrimestre del 2017 apuntaló) con una buena dosis de actividades y noticias positivas, que rentabilicen nuestra ventaja competitiva “en una Europa donde la xenofobia y la homofobia están consiguiendo inusitadas cuotas de poder”. La cultura vivió, argumenta, un periodo de esplendor en el primer postfranquismo, época del Grec y el Teatre Lliure; un segundo esplendor en los noventa –con el Sónar y el Primavera Sound, o la red de bibliotecas públicas– y hoy tenemos un campo por reverdecer.
La cuestión cultural –y esto ya no lo dice explícitamente Molina– va a estar en el eje de la próxima contienda electoral. La alcaldesa Ada Colau ha mantenido al respecto una actitud cambiante: en una primera etapa no le dedicó especial atención , centrada como estaba en cuestiones sociales; tras el pacto con el PSC, cedió esta área a Jaume Collboni, buen conocedor de la materia, quien trazó varios planes de actuación. Pero Colau rompe el pacto, generando inquietud en el sector, hasta que pone al frente a un intelectual de prestigio, Joan Subirats, quien se ha marcado un tanto con el Festival Barcelona Pensa. Entre los aspirantes confirmados al sillón municipal, Manuel Valls considera la cultura un área totalmente prioritaria según lo expone en su libro Barcelona, vuelvo
a casa; comparte una tradición familiar muy sensible al tema con Ernest Maragall, quien por ahora no ha hecho pública, que yo sepa, su visión en este terreno.
Barcelona es, tras Bilbao y Donosti, la ciudad española que más invierte en cultura; supera el 5% del presupuesto (la Generalitat dedica el 0,7%). Con sectores fuertes pero que hay que cuidar (edición, gastronomía, festivales musicales, patrimonio arquitectónico), otros que acusan especialmente la crisis (teatro), y otros por afinar, como la ópera o las artes plásticas: el Macba, por ejemplo, dedica a Plensa una antológica cuando ya goza de reconocimiento internacional; muy bien, pero debería haberla tenido cuando empezaba a consolidarse, porque eso es lo que le hubiera ayudado. Barcelona cuenta con mucha potencia cultural, y tiene mucho trabajo por hacer.
Tras Bilbao y Donosti es la ciudad de España con mayor inversión en cultura: más del 5% del presupuesto