Caravaggio en Roma
Visito la muestra Caravaggio à Rome: amis et ennemis en el Museo Jacquemart-André de París (hasta el 28 de enero del 2019). Estoy delante de las dos Magdalenas atribuidas a Caravaggio y juego a encontrar las diferencias como haría en las viñetas de este diario. La misma composición con la santa en éxtasis: el hombro alzado, la boca entreabierta y los ojos chinos. Una tiene una calavera, la otra no. Puedo entender la emoción que tuvo la docto- ra Mina Gregori cuando a sus noventa años encontró el cuadro que ahora se presenta por primera vez en Europa junto a la ya conocida Magdalena Klain. Está en la última sala de una exposición prodigiosa que narra con rigor los años romanos de Caravaggio. Se entiende bien su formación con el Cavaliere de Arpino y su consolidación ayudado por Vincenzo Giustiniani y el cardenal del Monte.
Su obsesión por las cabezas cortadas, la música y la naturalefa, Una visitante ante las dos Magdalenas de Caravaggio en el museo JacquemartAndré za muerta como una metáfora de la belleza, los santos solos luchando contra la brevedad de la vida, las imágenes de la meditación y el éxtasis. Reconocemos al Caravaggio que empieza y triun- al que impone un lenguaje pictórico que revoluciona el arte de su tiempo junto a sus contemporáneos: Baglione, Gentileschi, Carracci. Luz y verdad. Vida y muerte. Y de repente, cuando todo ya lo había alcanzado, su violencia natural le lleva a matar a un soldado de la guardia papal y a ser un fugitivo para siempre saltando de Malta a Nápoles y a Sicilia. Dicen que en el barco que lo llevaba a casa traía una de las Magdalenas que ahora miro: un escalofrío me recorre la espalda. Murió, como Pasolini, solo, como un perro sin amo, en las playas romanas. Hoy es el pintor antiguo más celebrado.