Manteles blancos y humor negro
Si dejamos de lado Josafat (1906) de Prudenci Bertrana, la literatura decadentista catalana no es muy sexual. Aparecen en ella chicas seducidas y abandonadas, sí, pero con una débil fantasía erótica.
En cambio, Savis, bojos i difunts descubre una vinculación muy interesante con la comida. El dinar negre es un cuento de Rusiñol de Fulls de la vida (1898): retrata un banquete tras una ejecución. Al final, sacan un melindro que el muerto no se pudo comer. Sobretaula de Víctor Català (1907) anticipa La grand bouffe de Marco Ferreri.
No por casualidad, en Francia muchos decadentistas acabaron en la Antología del Humor Negro.