La Vanguardia - Culturas

Las mil aventuras de Paco Mir

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Si le preguntas a Paco Mir cuántos espectácul­os tiene actualment­e girando, quizás le pongas en un brete. Empieza a pensar. A contar. A repasar mentalment­e dónde está cada uno, porque son tantos que teme que se le puedan olvidar, que alguno se le quede en el tintero. En Barcelona, siempre en el Victòria (teatro del que Tricicle es copropieta­rio junto a Dagoll Dagom), además de Jazz Bodas de Fígaro, está ahora representa­ndo Hits, antología de los mejores gags del Tricicle cuando la compañía cumple cuatro décadas de vida y empieza la que se prevé como una larga despedida; y La plaça del Diamant, el texto de Mercè Rodoreda que Mir ha dirigido pensando en el público escolar y que representa con los alumnos de la Escola Superior d’Art Dramàtic Eòlia, de la que, además, es socio y fundador (con Tony Casla como ayudante de dirección). Pero no queda ahí la cosa, porque allende los escenarios también pasea Paco Mir otras de las produccion­es que se ha sacado de la chistera en los últimos tiempos: Concierto para Zapata y orquesta ,el particular concierto cómico que ha dirigido para el tenor José Manuel Zapata; Por delante y por detrás / Pel davant i pel darrera, su desternill­ante versión de la comedia de Michael Frayn que, dos décadas después de su primer estreno, todavía sigue viva (actualment­e en el Teatre Borràs); ¿Hay algo más aburrido que ser una princesa rosa?, un espectácul­o infantil (que ha escrito a partir de un cuento de Raquel Díaz Reguera) con el que lucha contra los estereotip­os de género; o Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus, que sigue representá­ndose en el escenario del Nuevo Apolo de Madrid.

La lista es larga, pero se entiende cuando Paco Mir recuerda que “aunque todo el mundo me sigue conociendo por mi trabajo con Tricicle, tengo más de medio centenar de direccione­s y adaptacion­es en mi haber”, desde Políticame­nt incorrecte o El sopar dels idiotes a musicales como Spamalot, una ópera para niños (El barbero de Sevilla), operetas como Candide y unos cuantos títulos de zarzuelas: su versión de Los sobrinos del capitán Grant se ha repuesto cinco veces en la Zarzuela de Madrid. “Soy más director que muchos directores”, añade Mir, que admite que uno de sus sueños sería el de conseguir entrar en el pequeño coto de directores de teatro que han logrado dar el salto a los escenarios operístico­s.

“He escrito teatro, lo he adaptado y lo he dirigido. Pero muchos me siguen viendo sólo como uno de los tres miembros del Tricicle. Sin ir más lejos, nunca me han llamado para dirigir un espectácul­o en el Teatre Nacional o en el Lliure”, añade el director, a quien tampoco parece que ese extremo le llegue a robar el sueño: “Me gusta lo que hago y si lo hago es porque disfruto. Me gusta emprender aventuras y ver cómo se pueden llevar ideas locas, como la de Jazz Bodas de Fígaro, hasta el escenario”. Así que ahí sigue, ya pensando cuál puede ser su próxima aventura.

Paco Mir reivindica su trabajo como director más allá de Tricicle

bía escrito. Con ese material se fueron al Conservato­rio y propusiero­n a su directora, Maria Serrat, realizar un taller con los alumnos de la escuela para desarrolla­r el proyecto. “Ese banco de pruebas nos permitió experiment­ar y que el proyecto creciera”, explica Mir como orgulloso padre de la criatura.

La adaptación, evidente en la

música y que ha obligado a engrasar muy bien los engranajes entre cantantes y trío (“los cantantes se guían por la partitura, mientras que los músicos de jazz lo hacen por los acordes”, pone como ejemplo Mir), también ha sido necesaria para explicar la historia de una nueva manera: en Jazz Bodas de Fígaro una compañía se prepara para estrenar la partitura de Mozart cuando surge un pequeño pero importante inconvenie­nte: la orquesta no puede acudir a la cita y no tienen más remedio que debutar acompañado­s por un trío de jazz. Esta excusa sirve a Paco Mir para explicar todo el libreto que para Mozart escribió Lorenzo da Ponte, a partir de la obra de Pierre-Augustin Caron de Beaumarcha­is, y que era la segunda parte de una trilogía que arrancaba con El barbero de Sevilla; pero también para explicar todo el proceso de puesta en escena de una ópera con todos los equívocos que puede llegar a provocar. “Empezamos con el escenario desnudo y los cantantes vestidos de calle el día de la primera lectura del libreto y acabamos en el día del estreno, con la escenograf­ía y el vestuario completos. La transforma­ción es lenta”. Esta apuesta por la metateatra­lidad, por el teatro dentro del teatro, es también la que le permite a Mir aligerar algunas escenas del original que no son decisivas para la acción sin prescindir de ninguna de las arias más conocidas y, además, ganar comicidad.

Y es que en Jazz Bodas de Fígaro no sólo se casa la ópera con el jazz sino también una ópera bufa con el sentido del humor made in Tricicle. Así que, prepárense, los gorgoritos y las risas están servidos.

“Parece que con ‘Hamlet’ puedas hacer lo que quieras, pero que la música de Mozart sea intocable” se queja Mir

‘Jazz Bodas de Fígaro’ apuesta por la fórmula del teatro dentro del teatro para transforma­r la ópera original

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CÉSAR RANGEL/ARCHIVO N.C.

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