Los rincones de la memoria
Narrativa En ‘Nada que no sepas’ una María Tena nostálgica de su Montevideo cuenta como nada termina nunca del todo, ni siquiera con la muerte
J.A. MASOLIVER RÓDENAS
Hija del conocido diplomático Juan Ignacio Tena –el amigo de escritores que consiguió traer a Juan Carlos Onetti a España– y de la poeta Pilar García Noreña, María Tena (Madrid, 1953) pasó su infancia en Dublín y Montevideo, se licenció en Filosofía y Letras y Derecho, y ha ocupado cargos de tipo cultural y literario. Nacida para la literatura, sin embargo no empezó a publicar hasta cerca de los cincuenta años.
Tenemos que vernos (2003) concurrió al premio Herralde de Novela el mismo año en que lo ganó Enrique Vila-Matas con la canónica El mal de
Montano y quedó finalista Margo Glantz con El rastro. Confieso que no llegó a entusiasmarme, aunque sí aprecié la pureza de su prosa, que responde a su aspiración a escribir “algo limpio, no muy largo, directo y fuerte”. Lo que se cumple plenamente en Nada que no sepas, premio Tusquets Editores de novela 2018, escrita de nuevo con inquietante claridad y ahora con verdadera fuerza dramática. Una intensidad que se ve reforzada por todo lo que tiene de autobiográfica, con una vibración que llega directamente al lector. “Los personajes que creamos somos los que hemos vivido”, ha declarado. Y es así como lo ficticio se hace verdadero.
Las vivencias que marcaron a la narradora se remontan a los felices años de su infancia en Montevideo, en el privilegiado barrio de Carrasco, cuarenta años atrás, donde “siempre era domingo”. Una felicidad rota tras la muerte de la madre, que le obliga a regresar a Madrid. Nadie quiere hablar sobre las causas del misterioso accidente, que a ella le persigue obsesivamente, para convertirse en una verdadera indagación. Vuelve a Montevideo cuarenta años más tarde, para reencontrarse con su pasado y con los personajes de entonces. Se activan los recuerdos en los que se mezclan la felicidad y el dolor y se enfrenta a un presente marcado por la conciencia del “trabajo del tiempo”. Y a este paralelismo temporal se añade el paralelismo del fracaso amoroso: el de su madre Lucía con su marido Pablo, y el de la narradora con su marido Álvaro. De ahí los desplazamientos: “Vengo de un lugar de donde siempre había que irse”.
La fuerza de Nada que no sepas está en que el dolor no borra la felicidad. Se hace intensa la nostalgia hacia aquel Montevideo que se vio obligada a abandonar, al jardín del La escritora madrileña María Tena ha ganado el XIV premio Tusquets Editores de novela con la obra ‘Nada que no sepas’