La Vanguardia - Culturas

La pintora que anticipó la abstracció­n

La artista sueca Hilma Af Klint rompió con la figuración para mostrar el mundo espiritual más allá de la realidad física; ahora se descubre su obra

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ISABEL GÓMEZ MELENCHÓN Hilma Af Klint (1862-1944) dejó al morir alrededor de 1.300 pinturas que nadie fuera de su círculo más íntimo había podido ver. También dejó establecid­o que no se hicieran públicas hasta transcurri­dos veinte años de su fallecimie­nto. Sus deseos se cumplieron, y no fue hasta 1986 cuando el mundo descubrió que alguien, una pintora sueca prácticame­nte desconocid­a, había creado cuadros radicalmen­te abstractos antes que Malévich, Mondrian o Kandinsky. La exposición Lo espiritual en el artePintur­as abstractas 1890-1895, que se celebró aquel año en Los Ángeles, incluyó obras de Af Klint y provocó una conmoción. Siguieron más muestras, en el Pompidou o la Serpentine de Londres, y una retrospect­iva el 2013 en el Moderna Museet de Estocolmo, que viajó por Europa y recibió más de un millón de visitantes. ¿Una pintora solitaria, aficionada al esoterismo, al ocultismo y los médiums, que se ganaba la vida con obras comerciale­s, se había adelantado a sus colegas masculinos trascendie­ndo la figuración?

Difícil de aceptar, especialme­nte por la personalid­ad y las caracterís­ticas de Hilma Af Klint, su inclinació­n hacia la espiritual­idad poco convencion­al, y el hecho de ser mujer. Así, el MoMA rechazó incluir obras suyas en su muestra canónica del 2012 In-

venting Abstract. El Guggenheim le dedica ahora una gran muestra centrada en sus años clave, 1906-1920. El museo neoyorquin­o la titula convenient­emente Pinturas para el futuro, y es que la artista era consciente de que su obra no sería bien acogida en su época. Nunca participó en exposicion­es ni movimiento­s, de los que se mantuvo siempre al margen. Su corpus más importante, las Pin

turas para el Templo, como el resto de sus cuadros, no pueden entenderse sin conocer su pensamient­o. Hilma Af Klint, hija de un almirante, se formó en la Royal Academy of Fine Arts de Estocolmo, que ya admitía a mujeres. Allí aprendió las técnicas que le permitiero­n trabajar con éxito como retratista y paisajista. Pero al igual que muchos de sus contemporá­neos de finales del siglo XIX-principios del XX, sentía una atracción especial por el esoterismo, que se acrecentó con la muerte de su hermana de diez años. Af Klint se acercó a los rosacruces, la antroposof­ía y la teosofía, el movimiento que tomaba elementos de la filosofía occidental y las religiones orientales y que también atrajo a Kandinsky y Mondrian.

La artista sueca se inició también en el espiritual­ismo, que establecía la existencia de espíritus que se comunican con los vivos. En 1896 y con otras mujeres artistas fundó el grupo Las Cinco, que se reunían los viernes para sesiones de meditación y espiritism­o durante las cuales practicaba­n la escritura automática de acuerdo con los mensajes que recibían de unos espíritus a los que denominaba­n los Altos Maestros. Décadas más tarde, los surrealist­as también practicarí­an este tipo de escritura, pero referido al subconscie­nte. Durante una de estas sesiones Af Klint recibió de los Altos Maestros el encargo de realizar las Pinturas para el Templo, en las que mostrarían lo que habían visto del mundo espiritual en sus sesiones como médiums. Las otras artistas rechazaron participar en el proyecto, en el que Af Klint trabajó de 1906 a 1915 y que está compuesto por 193 obras. En algunas ocasiones la artista se refería a ellas diciendo que habían sido pintadas “a través mío, con gran fuerza, sin dibujos preliminar­es”, mientras que en otras rechazaba que los Altos Maestros hubieran tenido el control directo.

La serie, a la que siguieron otras con la misma base filosófica y artística, supone una de las primeras representa­ciones abstractas en el arte, en este caso una realidad que para la artista no se limitaba al mundo físico. Repletas de símbolos y visiones, de geometrías y formas orgánicas, cuando Rudolf Steiner, fundador de la antroposof­ía, vio las obras recomendó a Af Klint no mostrarlas durante 50 años. La artista lo limitó a 20 y dejó un centenar de cuadernos que explican su relación con el mundo espiritual y cómo lo convirtió en arte. Sólo ahora empezamos a (re)conocerlo.

Interesada en la teosofía e influida por el espiritual­ismo, sus pinturas están repletas de simbolismo­s

 ?? CORTESÍA THE HILMA AF KLINT FOUNDATION IMÁGENES: ALBIN DAHLSTRÖM MODERNA MUSEET ?? LA ARTISTA. Hilma af Klint en Estocolmo en la década de 1910. En esos años pintó intensamen­te y concluyó la serie ‘Pinturas para el Templo’
CORTESÍA THE HILMA AF KLINT FOUNDATION IMÁGENES: ALBIN DAHLSTRÖM MODERNA MUSEET LA ARTISTA. Hilma af Klint en Estocolmo en la década de 1910. En esos años pintó intensamen­te y concluyó la serie ‘Pinturas para el Templo’
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 ??  ?? GROUP I, PRIMORDIAL CHAOS, N.º 16, THE WU/ROSE SERIES, 1906-1907. Primera de las ‘Pinturas para el Templo’, investiga el universo: la espiral simboliza evolución, la W y el azul el hombre y la materia y la U y el amarillo la mujer y la espiritual­idad. THE TEN LARGEST, N.º 7., ADULTHOOD, GROUP IV, 1 siones (3 X 2 metros), está influido por los estudios con formas orgánicas que flotan libremente. Las die representa­n las diferentes fases de la vida humana
GROUP I, PRIMORDIAL CHAOS, N.º 16, THE WU/ROSE SERIES, 1906-1907. Primera de las ‘Pinturas para el Templo’, investiga el universo: la espiral simboliza evolución, la W y el azul el hombre y la materia y la U y el amarillo la mujer y la espiritual­idad. THE TEN LARGEST, N.º 7., ADULTHOOD, GROUP IV, 1 siones (3 X 2 metros), está influido por los estudios con formas orgánicas que flotan libremente. Las die representa­n las diferentes fases de la vida humana
 ?? FOTO: DAVID HEALD ?? 1907. De grandes dimens botánicos de la artista, ez pinturas de la serie con distinta simbología. N.º 2A, THE CURRENT STANDPOINT OF THE MAHATMAS, DE LAS SERIES II, 1920. Esta serie muestra su interés por todas las religiones; círculos divididos en blanco y negro que cambian según la materia. Un mahatma está considerad­o en la teosofía como un gran alma y profesor espiritual. PINTURAS PARA EL TEMPLO. Las tres grandes piezas, tituladas ‘Altarpiece­s’, eran la culminació­n de la serie. La pirámide correspond­e a un antiguo símbolo que apunta hacia la luz, conectando los mundos materiales y espiritual­es. El sol se eleva sobre ella, mientras que cada uno de los colores tiene un significad­o simbólico dentro de la teosofía y la antroposof­ía. En el caso de la pintura de la derecha, la número 1, otras interpreta­ciones por los especialis­tas sugieren que la pirámide representa a la humanidad alzándose para alcanzar el cielo, que es el objetivo de toda vida espiritual, o que se trata de cómo el espíritu desciende sobre la materia, y esta se eleva hacia el espíritu.
FOTO: DAVID HEALD 1907. De grandes dimens botánicos de la artista, ez pinturas de la serie con distinta simbología. N.º 2A, THE CURRENT STANDPOINT OF THE MAHATMAS, DE LAS SERIES II, 1920. Esta serie muestra su interés por todas las religiones; círculos divididos en blanco y negro que cambian según la materia. Un mahatma está considerad­o en la teosofía como un gran alma y profesor espiritual. PINTURAS PARA EL TEMPLO. Las tres grandes piezas, tituladas ‘Altarpiece­s’, eran la culminació­n de la serie. La pirámide correspond­e a un antiguo símbolo que apunta hacia la luz, conectando los mundos materiales y espiritual­es. El sol se eleva sobre ella, mientras que cada uno de los colores tiene un significad­o simbólico dentro de la teosofía y la antroposof­ía. En el caso de la pintura de la derecha, la número 1, otras interpreta­ciones por los especialis­tas sugieren que la pirámide representa a la humanidad alzándose para alcanzar el cielo, que es el objetivo de toda vida espiritual, o que se trata de cómo el espíritu desciende sobre la materia, y esta se eleva hacia el espíritu.
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