Percas para Picasso
Testimonio El universo culinario de Alice B. Toklas
BEGOÑA GÓMEZ URZAIZ
Alice B. Toklas dio de comer, y muy bien, a todo el que pasó por su famoso salón, empezando por su pareja, Gertrude Stein. Después recogió los recuerdos y las recetas en un tomo delicioso.
Ningún manjar es tan rico como el que se recuerda cuando no nos dejan comerlo. Por eso un libro de recetas escrito por alguien que está convaleciente y obligada a tomar calditos claros y poco más tiene que ser doblemente evocador. Alice B. Toklas (San Francisco, 1877-París, 1967), la eterna pareja de Gertrude Stein y famosa salonista de entreguerras, escribió el suyo cuando estaba aquejada de ictericia y sometida a una dieta estricta. Para entonces, su mujer, que había titulado sus propias memorias Autobiografía de Alice B. Toklas en un gesto de amor e ironía, ya había muerto. Y Toklas, una estadounidense de San Franciso criada en un “lujo necesario”, como decía ella, ya no cocinaba perca para Picasso –una receta complicada que se acaba con churritos de salsa rosa. Cuando el pintor la vio, dijo: “Muy bien, pero esto tendría que habérselo servido a Matisse”– ni huevos para Francis Picabia, ni el pavo de Acción de Gracias con el relleno de nueces, ostras y champiñones, como le gustaba a Stein. De manera que la cocinera escribe desde la memoria de todos esos sabores y esas veladas que para ella empezaban al alba, cuando se tenía que despertar para poner a marinar cien ancas de rana o estrangular y desplumar seis palomas blancas para la cena.
Sentarse por fin a recopilar su libro de cocina y memorias seis años después de la muerte de Stein fue para Toklas a la vez un acto de homenaje y emancipación. Durante su convivencia ella no había sentido que tuviera derecho a escribir. Cuando por fin lo hizo le salió un clásico del género, un documento que permite acercarse no sólo a su historiado salón, también a la vida cotidiana en la Francia ocupada (sorteando el racio- Alice B. Toklas