Stan Laurel & Oliver Hardy
MAURICIO BACH
A la gran mayoría de los cómicos del cine mudo, los genios del slapstick , la llegada del sonoro no les sentó bien. Buster Keaton (el más brillante de todos, al que por cierto Bogdanóvich acaba de dedicar un fantástico documental), Harold Lloyd y Harry Langdon sobrevivieron más mal que bien, Larry Semon y Fatty Arbuckle ya se habían quedado por el camino por diferentes motivos, mientras que Chaplin logró mantener el control de su carrera tras optar por reinventarse. Solo el dúo formado por Stan Laurel y Oliver Hardy hizo el tránsito del mudo al sonoro sin grandes baches. A lo largo de los años treinta y cuarenta siguieron manteniendo la popularidad y rodando con asiduidad –pasaron de estar contratados por Hal Roach a trabajar para la Fox y la Metro– hasta su penúltima película, The Bullfighters (1945), ¡en la que Laurel acaba haciendo de torero en México! La última que hizo la pareja, Atoll K (1951), una producción franco-italiana con un accidentado rodaje entre Marsella y París que incluyó un largo parón por la operación de próstata de Laurel, es una curiosidad que acaba de ser restaurada por el British Film Institute y editada en Inglaterra en un estupendo DVD con abundantes extras.
Ahora está a punto de estrenarse entre nosotros un muy recomendable biopic, Stan & Ollie, dirigido por Jon S. Baird, que toma al dúo unos años después, en 1953, durante su última gira por teatros de Inglaterra con un espectáculo en el que recreaban sus gags cinematográficos. Es la etapa final de su carrera, ya azuzados por una popularidad decreciente y los achaques de la edad (de hecho, la gira tuvo que interrumpirse por un