Una edad media populista
Novela En una Europa feudal, Emilio Lara teje una historia de bondad que condena el odio racial, el fanatismo religioso y los discursos mesiánicos
CARLES BARBA
Las tres novelas que desde el 2016 ha encadenado Emilo Lara (Jaén, 1968) tienen en común narrar la consecución de un sueño. En La cofradía de la Armada Invencible, una expedición española de cofrades se propone expulsar a los ingleses de su isla. En El relojero de la Puerta del Sol, un constructor quimérico determina idear un reloj de revolucionario mecanismo. Y en Tiempos de esperanza (premio Narrativas Históricas Edhasa 2019), la misión descrita es la más descabellada de todas: la célebre cruzada de niños que desde Francia partió hacia Tierra Santa para liberarla sin otro recurso que la santidad de sus intenciones.
Salta a la vista que Lara se ha empapado de clásicos como Historia de las cruzadas de Runciman o La cultura popular en la edad media y en el Renacimiento de Bajtín. Su relato –muy coral– pone en pie un medievo tan realista como apocalíptico, y a base de capitulillos cortos, va desplegando una madeja de tramas y escenarios que se contrastan y refuerzan en un crescendo cada vez más absorbente. No sólo seguimos la epopeya del pastorcillo Esteban de Cloyes y sus cientos de niños camino de ultramar. Nos asomamos a la corrupta Roma de Inocencio III, donde pululan cardenales amancebados con concubinas. Y tenemos también atisbos de la Sevilla del califa Al-Nasir, que planea precisamente una ofensiva para arrasar la Ciudad Eterna. Se nos pone también al tanto de una embajada de los reyes españoles hacia tierras galas para convencer a caballeros franceses de sumarse a una nueva cruzada. Y atendemos por último a las aventuras de dos mujeres judías que escapan al antisemitismo buscando refugio en Marsella. En la Roma papal por cierto hay un capellán singular, Francesco Roncalli, que captura enseguida nuestra simpatía, y que más adelante veremos (en una paradisiaca Cerdeña) vivir un romance intenso con una princesa de la isla.
A la vista de todos estos hilos narrativos, se impone preguntarse: ¿qué refleja tal red de reclutamientos y migraciones sobre el mapa europeo y mediterráneo? Sin duda, que el Occidente medieval –Jacques Le Goff dixit– se debatía entonces en una gran inquietud e incertidumbre, incapacitando a sus gentes para apegarse a su suelo nativo y dándoles alas en cambio para ir tras cualquier espejismo milenarista.
Emilio Lara le toma muy bien el pulso a ese mundo feudal perpetuamente inmerso en guerras, pogromos y epidemias, y a su trasluz, desliza una requisitoria contra el fanatismo religioso, los odios raciales y los discursos salvadores. Espeluza ver cómo, cualquiera que sea el alcance de la leyenda, treinta mil niños marcharon cándidamente hacia una Jerusalén celeste, y cómo el hambre, la sed,lasenfermedadesylasdegollinas los fueron diezmando hasta ser embarcados –los supervivientes– hacia un destino de esclavos en Alejandría.
Haciendo contrapunto a su trágica odisea, Lara fabula con destreza distintas historias de solidaridad y coraje, poniendo de relieve que en un ecosistema desalmado, el amor leal, la amistad limpia y la filantropía espontánea son las únicas experiencias auténticamente gratificadoras. El autor va aquí a contracorriente del mainstream literario y muestra –convincentemente– que la bondad de corazón puede acabar triunfando.
Lara en fin esgrime un castellano de la mejor cepa, y con él infunde a los cinco meses de 1212 que dura la acción (y que termina con la batalla de las Navas de Tolosa) olores, sabores y coloresplenamentegenuinos.
La novela relata la leyenda de los 30.000 niños que marcharon en una cruzada pacífica hacia Tierra Santa
Emilio Lara Tiempos de esperanza EDHASA. 480 PÁGINAS. 21 EUROS