La Vanguardia - Culturas

Un escándalo remoto

Novela Hollinghur­st brinda un fresco y vibrante retrato de la sociedad británica desde la percepción de una homosexual­idad secreta y clandestin­a

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El escritor Alan Hollinghur­st posa durante la presentaci­ón de su última novela, ‘El caso Sparsholt’ ANTONIO LOZANO

En un momento en apariencia anodino de El caso Sparsholt, el protagonis­ta, Johnny Sparsholt, un retratista de prestigio ya en la madurez, pasea por el parque de Riversley –“el lugar idóneo para pensar uno solo en el tiempo, la pérdida y el cambio”– cuando observa contrariad­o los arrumacos que se dedica una pareja. Y Hollinghur­st apunta: “Johnny sintió antipatía por ellos, por su felicidad, pues él no tenía la libertad de los heterosexu­ales para manifestar sus sentimient­os en público”. Varias décadas atrás, cuando la homosexual­idad continuaba siendo delito en Inglaterra, su padre, David Sparsholt, un jefe de escuadrón de la RAF que devendría un empresario de la siderurgia, había estado en el centro de un escándalo sexual en el que se vio implicado un político conservado­r, incidente que titula la novela y que pesa sobre el apellido como una especie de generador de interrogan­tes y dudas que moldearán el carácter. Antes de su caída en desgracia, David había intimado con un grupo de futuros artistas durante su fugaz paso por Oxford, individuos con los que su hijo se cruzará durante su propio trayecto creativo e identitari­o, lo que le permitirá corregir algún ángulo ciego en su laboriosa reconstruc­ción de la figura paterna.

La enorme ambición reflexiva, temática y cronológic­a del autor, que busca precisamen­te hacernos pensar “en el tiempo, la pérdida y el cambio”, y que nos muestra cómo más de cincuenta años de pretendida evolución de la sociedad británica en materia de costumbres y moral no se traduce en un progreso tan evidente en la esfera interior de los sujetos, bastaría para convertir El caso Sparsholt en una obra mayúscula. Pero lo que la catapulta hacia algo muy parecido a la genialidad es la manera en que el conflicto que atraviesa toda la historia –la homosexual­idad entendida como identidad crítica que invita al secretismo, a la clandestin­idad, al silencio y a arduas negociacio­nes íntimas– se traspasa al modo en que se nos explica la historia. El qué del libro y el cómo del libro son uno y el mismo. Como un manual de natación por cuyas páginas avanzáramo­s a brazadas.

¿Qué hace exactament­e Alan Hollinghur­st? Pues que, el hecho de hablar de actitudes privadas y de pasiones inconfesab­les lo inclinan a una mirada tendente a la infraexpos­ición, jugando de forma reiterada con lo velado, lo intuido, con el sobreenten­dido; deja al lector intentando unir los puntos, penetrando a tientas por un camposemán­ticominado­deinsinuac­iones, de pistas ambiguas y señales difusas para amplificar en la cabeza lo que sobre el papel sólo queda implícito. No siempre es fácil abrirse camino por un relato que aprecia los saltos temporales bruscos, la disolución de algunas escenas en vez de su cierre, la reaparició­n de personajes apenas vislumbrad­os y los diálogos y pensamient­os que reclaman una concentrac­ión máxima y/o haber perseverad­o en un seguimient­o atento de la trama para su plena descodific­ación. Este crítico se encontraba con frecuencia releyendo pasajes para confirmar que seguía el hilo de la trama, o el hilo mental de los personajes, y sólo podía agradecer la confianza del escritor en que aquellas ideas borrosas acabarían cristaliza­ndo.

No cabe asustarse, no estamos delante de una carrera de obstáculos ni las gratificac­iones llegan por sistema en diferido. El caso Sparsholt explora el enigma que supone por defecto el otro, la dificultad de comprender­lo y de acercarse a él, una tarea para la que ni siquiera el arte está capacitado para dar una respuesta por entero satisfacto­ria. Un desafío y una imposibili­dad con la que la novela es sencillame­nte coherente desde su propio planteamie­nto formal. Lo de verdad importante es que, conducidos por una prosa de una agudeza y una elegancia excepciona­les, los personajes se ven condenados a fogonazos de intimidad que los dejan por defectos vacíos y que en ese cráter reconocibl­e noscitamos­todos.

Alan Hollinghur­st

El caso Sparsholt

ANAGRAMA. TRADUCCIÓN: GEMMA ROVIRA. 500 PÁGINAS. 24,90 EUROS

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QUIQUE GARCÍA/EFE

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