La Vanguardia - Culturas

El hombre tras el mito

Epistolari­o Las cartas de Xammar son recogidas para revivir los días de este personaje fascinante a través de la cotidianid­ad y de la conspiraci­ón

- JORDI AMAT

Durante la posguerra, el memorialis­mo catalán trazó una gran parábola del mundo de ayer. La inició en 1951 Soldevila con Del llum de gas al llum elèctric,conquistól­acimaconla­smemorias de Sagarra y El quedarn gris gris y 1974 se cerró con los recuerdos dictados de Eugeni Xammar (18881973). Seixanta anys d’anar pel món, pugnaz y divertido, apuntalaba la leyenda de un homenot que el perpetuo alejamient­o había convertido en mito: un nacionalis­ta radical, afilado escritor de diarios, cosmopolit­a y conservado­r en quien confluía la moral civil inglesa, una sólida cultura literaria francesa y la admiración rendida por el individual­ismo norteameri­cano. Tardamos mucho en tomar conciencia de la valía de sus crónicas escritas en la Alemania donde se incubaba el huevo de la serpiente fascista y de la influencia que había ejercido sobre Josep Pla, pero el mito no lo desmentían las cartas en Pla ni las piezas como correspons­al. Tampoco lo hizo la notable biografía que le dedicó el mitómano Quim Torra.

Es ahora, con la edición de su epistolari­o,queelmitos­ehahechoca­rne. Primero porque el prólogo de Xavier Pla es un ensayo biográfico modélico: fija nuevos datos de la trayectori­a de Xammar (en el epílogo remata Amadeu Cuito) y las cose con la mejor descripció­n de la retórica del periodista. Pero el hombre comparece sobre todo porque Cartes d’un polemista (básicament­e escritas entre 1922 y 1960) nos sitúa dentro del camerino donde un tipo singular se preparaba para actuar en la esfera pública como un personaje fascinante. Desde las cartas a Joan Estelrich –gestor de la política cultural y periodísti­ca de Cambó durante la dictadura de Primo de Rivera– hasta las más bien aburridas que dirigía a su íntimo Carles Esplà –cuando Xammar era Eugeni Xammar

un traductor cualificad­o en institucio­nes multilater­ales de la guerra fría–, aquí el lector dará con caracteriz­aciones viperinas, muchas escenas costumbris­tas, afirmacion­es de un patriotism­o pétreo, algún chisme sobre el triste exilio republican­o (con Tasis o Vigo) o análisis políticos lúcidos (en conversaci­ón con Tarradella­s, por ejemplo).

Pero el lector, leída una carta tras la otra, sobre todo vivirá la cotidianid­ad de una lucha por la vida. Pura y dura. Con 30 y pocos años era negociar el precio por los artículos, planificar libros que nunca escribiría, conspirar a favor de la causa nacionalis­ta o conseguir financiaci­ón para viajar a Rusia. La lucha por la vida de un exiliado que ha pasado los 60, en cambio, era organizar finanzas o viajes entre América y Europa, traducir documentos oficiales y conseguir medicinas que toma su mujer o recuperar zapatos olvidados en Ginebra –se le pide a Armand Obiols–. Es una lucha que nunca acaba y su vértice lo sufrimos junto a él en el exilio de Perpiñán, con la República derrotada y Francia ocupada, con dudas sobre si debe marchar o no y cuando lo podrá hacer. Su sufrimient­o vivido con elegancia lo conocemos a través de las cartas que envió a Ramon Sugranyes de Franch. Es el momento más dramático de todo el epistolari­o, cuando vivir sólo era sobrevivir y el hombre seimpusode­ltodoalmit­o.

Su sufrimient­o lo vivió con elegancia, cuando vivir sólo era sobrevivir y el hombre se impuso del todo a la leyenda

Eugeni Xammar

Cartes d’un polemista (1907-1973)

QUADERNS CREMA. EDICIÓN DE XAVIER PLA. 595 PÁGINAS. 26 EUROS

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