Experiencia para el futuro
Ensayo Juan A. March recoge sus vivencias como diplomático en unas memorias donde el pasado invita a reflexionar sobre el nuevo orden mundial
Hacia 1988 España dejó de ser diferente. A lo largo de la transición se pactó un ordenamiento que posibilitó la transformación del Estado. Pero esa, que era una condición necesaria para la normalización democrática, no era la única. Dicho proceso debía complementarlo la vinculación formal del país a las instituciones multilaterales a las que pertenecían nuestros vecinos continentales y a través de las cuales habían participado del nuevo orden global surgido tras la Segunda Guerra. Fue en 1988 cuando España se ancló al sistema de seguridad occidental, por una parte, y, por otra, pudo ejercer como miembro de la CE de pleno derecho. Más o menos por entonces Juan Antonio March (Barcelona, 1958) empezaba una brillante carrera diplomática. Los recuerdos de los líderes del mundo que ha conocido desde entonces y la meditada reflexión sobre esas vivencias son la materia de un libro de entretenida elegancia y fina sabiduría.
Veamos cómo funciona. En octubre de 1986 el joven March aterriza en La Habana. Acompaña a un secretario de Estado y el objetivo de la misión es buscar una salida a las malas relaciones entre Cuba y España. Pero décadas después, más que recordar ese trabajo, rememora el ambiente –paisaje, olores– y, fijado ese marco sensorial, interpreta el comportamiento de los hombres del poder con los que ha podido reunirse en privado. Pongamos por caso Fidel Castro. De él y de todos los hombres que retrata se fija siempre en la mirada y el carácter que revela. “Dura, segura, decididamente inapelable” en este caso. Todas las miradas tienen un adjetivo caracterológico bien ponderado. No falla. Y al tiempo que March siluetea desde dentro a esos grandes hombres en acción –“su obra, y no la gente, era su prioridad”, dice de Castro–, de manera amena disemina un saber donde la historia se cruza con la geopolítica. Así, a través de veinte personajes, avanza Poder y futuro.
La trayectoria de March cambió de escala cuando el ministro Francisco Fernández Ordóñez lo designó para que llevase la política mediterránea de la Unión Europea en el equipo del comisario de Exteriores. Enero de 1987. Trabajando para el veterano Claude Cheysson asiste a la reconfiguración del mundo tras el fin de la guerra fría. Ese es el marco. Ese es el núcleo del libro. Y piensa esa España y ese mundo como un continuum. A través del rey Juan Carlos, los presidentes González y Zapatero y el alcalde Maragall va mostrando cómo el país se fue situando desde la diplomacia en el orden global en construcción, otros personajes (de Miterrand a Blair) le permiten mostrar cómo evolucionó y debería evolucionar la Unión, dedica muchas páginas a la implosión soviética –arranca con Gorbachov y espléndido es el capítulo sobre Putin– y no deja de señalar algunos temas pendientes, desde la cuestión palestina –contada en un retrato nocturno de Arafat– hasta la quiebra que implicó la guerra de Irak.
Pero toda esa experiencia no le sirve sólo para escribir unas memorias de diplomático sino que, en la parte epilogal del libro, usa todo ese capital humano para ensayar una mirada sobre el mundo que viene. March nos sitúa en un momento de crisis sistémica: “El nuevo orden todavía no ha nacido y el antiguo muestra ya todos los síntomas de agotamiento”. En ese nuevo orden cambia la función del hombre en la Tierra –más que el trabajo, lo definirá su capacidad de creación– y esos cambios obligan a imaginar una nueva educación, una nueva arquitectura política y entender que ese orden que él vio terminar lo fundamentarán nuevos pilares. Y uno de ellosseráelchino.
El rey Juan Carlos, González, Zapatero, Mitterrand, Blair, Putin, Arafat o Castro dan pie a sus retratos
Juan Antonio March
Poder y futuro. Veinte líderes mundiales y del mañana
LIBROS DE VANGUARDIA. 207 PÁGINAS. 18 EUROS