50 ‘gay hits’ para un aniversario
CARLES GÁMEZ
Hay canciones que se transforman en himnos, convertidas en la banda sonora de un determinado momento social o político. Cincuenta años después de la llamada revuelta de Stonewall que acabaría dando acta de nacimiento al movimiento por los derechos de los homosexuales, la sociedad LGTB se ha dotado de un cancionero significativo en todas estas décadas; canciones que han servido de bálsamo o revulsivo, de bandera y agitación; cantos hedonistas que han hecho su confirmación, saltando desde la pista de las discotecas a las marchas del Orgullo Gay. Canciones que han sido adoptadas como bandera de combate en la lucha contra el sida o contra la discriminación sexual.
Desde aquellos primeros cabarets de inicios del siglo XX, en París o más tarde en el Berlín de la República de Weimar, entre la parodia y la ambigüedad, la canción ha servido de vehículo para dar señales del lado oculto. Melodías y letras para descifrar, altavoces de intérpretes de acento equívoco.
¿Por qué unas canciones acaban definiendo un tipo de sensibilidad? La respuesta, como diría el profeta de Duluth, está en el aire. El mismo proceso por el que unas determinadas canciones –y otras no– acaban arraigadas en la memoria sentimental. La propia evolución del movimiento LGTB, con sus etapas y accidentes, se ha manifestado en la expresión musical; desde la ambigüedad y la máscara a la afirmación de la condición sexual. Un iti