La Vanguardia - Culturas

El gran problema de encontrar piso

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Una constante de los cuentos de Barcelona suites, tan diversos, es que la gente no sabe dónde tiene que vivir, cuesta encontrar un piso. En el cuento de Jordi Puntí, por ejemplo, la protagonis­ta se va a vivir al Carmel. A la amiga no le convence. Pero en el Carmel tiene un centro de yoga, una floristerí­a francesa. I en el bar Rincón hay churros los domingos por la mañana. La chica le dice que con unas paginitas en el Time Out el Rincón se pondría de moda. En el cuento de Llucia Ramis y en el de Sílvia Soler, la Meridiana es el símbolo de la Barcelona sucia y fea, la Barcelona que expulsa a sus habitantes.

Si no han leído mucha literatura catalana de estos últimos años, ‘Barcelona suites’ es una buena introducci­ón

están muy bien en su propio papel. Xavier Bosch traza un retrato del mundo de los medios de comunicaci­ón, con una pequeña venganza, a propósito de un programa de televisión que invita a un quinqui. Empar Moliner habla de un escritor invitado a una mesa redonda que se liga a una señora de la misma mesa redonda, utilizando los argumentos que la señora quiere oír. Jordi Nopca ha escrito un cuento de Jordi Nopca mejorado, sobre un hombre en paro, con la madre en una residencia que se presenta al premio de poesía Gabriel Ferrater. Sergi Pàmies explica la relación con el padre y la relación con el hijo, a propósito de las melenas y del tatuaje que ocupa toda la espalda.

Más: Adrià Pujol Cruells nos acompaña a la Barcelona de las casas ocupadas de Vallcarca y del forat de la vergonya, con una historia en la que uno de los personajes pierde un ojo y el otro un testículo y que es una historie de l’oeil del movimiento okupa, en el que la Brimo ocupa el lugar del toro. Jordi Puntí ha escrito un cuento raro sobre vigilantes de arte contemporá­neo que no pueden dejar de vigilar. Llúcia Ramis recupera la historia de la señora que después de vivir veintitrés años en Barcelona debe regresar a Mallorca, y que explica que Barcelona no le gusta nada. Sílvia Soler retrata a una mujer sola, triste y aprensiva. Hay tres autores más de los que se dice que prometen: Roc Casagran cuenta un caso de desamor, Natàlia Cerezo un drama psicológic­o y Clara Queraltó la historia, explicada con una contundenc­ia inédita, de la chica de pueblo que va a Barcelona a servir.

Barcelona ayuda a vender, o por lo menos así se cree. Barcelona suites sigue la tradición que inició Rosa Regàs con Barcelona, un dia (1998), que siguió con Odio Barcelona (2008) y Matar en Barcelona (2009), antologias que han ocupado el lugar de las odas a Barcelona de otro tiempo. A Barcelona estas cosas se la repanpinfl­an. Lo cuenta muy bien bien Llucia Ramis al final de su cuento: “Qui ets, Barcelona? Tan maquillada i tan aspra i tan pagada de tu mateixa i tan poc tu. Llegeixes els llibres i els contes i els articles que t’escriuen com qui llambrega les cartes dels admiradors abans de llençar-les a la paperera amb els rams de flors”.

Pero ustedes no son Barcelona y, si buscan un libro para leer este verano, puede que sea éste. Se emocionará­n, se escandalit­zarán, se enamorarán, reirán, como debe ser en las antologías.

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