La Vanguardia - Culturas

Cultura de síntesis

- JOAN-PERE VILADECANS

El producto cultural –por cierto, término horrible– se adapta y amolda a las épocas. Y a los gustos que se le adivinan al consumidor. Y cuando no, nos los imponen de las mil maneras posibles. Los estudios y las encuestas de mercado parecen dirigir y orientar toda la industria cultural hacia la brevedad, el resumen y la simplifica­ción. De una manera inexorable, las nuevas tecnología­s nos traen la obligada síntesis. Y la sobreinfor­mación.

Hasta no hace mucho los grandes editores americanos solicitaba­n a sus escritores libros grandes, extensos en páginas y argumentac­ión; habían observado –estudiado– que, en los largos trayectos, los lectores leían y leían a la vez que exhibían un volumen del cual se podría presumir de leerlo: libro grueso, lector sabio. El caso es que así se fabricaron muchos superventa­s. Incluso autores famosos opinaban que una novela que “pesara” por fuera tenía que ser buena a la fuerza. Así mismo las películas eran largas y complejas. Y las canciones superaban en mucho a las actuales. Los programas de Fotografía de la interfaz de App TV en una pantalla de televisión LCD

radio interminab­les… Pero hoy con el auge de las nuevas tecnología­s, la elefantias­is en las múltiples prácticas creativas se ha acabado. Los nuevos tiempos nos conducen a la inmediatez, a la impacienci­a, a ser absolutame­nte intolerant­es con la demora y la espera. La neurocienc­ia analiza el asunto en nuestro cerebro: deterioro de la atención sostenida. A la informació­n, también a la no estrictame­nte cultural, se le pide rapidez, concisión y brevedad (¿frivolidad?). No siempre. A veces la síntesis es también un valor añadido a la creación, no lo olvidemos. Pero este es otro tema.

Canciones más sucintas, novelas más cortas, películas de menor metraje, obras de teatro en pequeño formato… incluso series y programas de televisión están sujetos a un estricto minutaje. Todo lo que sea para hacer más tolerable el producto a las mentes inquietas e impaciente­s. Parece ser que nos saturamos con facilidad, ¿el cerebro humano hoy es más disperso e intolerant­e a la espera? ¿O es más ávido de urgencias y de informacio­nes sin elaborar? Rapidez e inmediatez. Está muy claro.

¿La creación a las órdenes de la industria? De una manera más o menos específica siempre ha sido así. Lo cierto es que los creadores están ávidos de conocimien­to, de fuerza y necesidad expresiva, y de deseos de llegar al mayor número de espectador­es, pero… la época los devora. El arte se autodevora. El negocio está por encima de todo. Y nada puede evitar la superposic­ión sistemátic­a de todo lo que nos llega. Y la muy probable saturación. Más o menos, parece ser que vamos por el camino, o al precipicio, del mínimo esfuerzo. Sin ir más lejos un retraso o un apagón en el sistema digital inquieta

a adultos y niños. Sí, queremos saber… ¿pero cómo? ¿A qué precio? ¿Con qué intensidad? ¿Satisfacer la curiosidad o formarse un criterio?

La cultura, en el formato que sea, necesita su tiempo, induce a la reflexión y no a la histeria compulsiva ni a el ansia por saber (?) a toda velocidad. Igual que avanza la cultura, avanza la historia y, los nuevos medios, sustituyen­do a los ya antiguos, crearan una nueva forma de entender el conocimien­to. Un concepto nuevo, incluso moral y ético ¿Mejor o peor? En todo caso inevitable. Son los nuevos tiempos.

Claro que siempre nos enriquecer­emos con las excepcione­s.

 ?? GETTY ??
GETTY
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain