La anarquista indomable
Con apenas veinte años cumplidos, Federica Montseny se convirtió en una de las escritoras superventas españolas bajo la dictadura de Primo de Rivera. Hace un tiempo tuve oportunidad de leer alguna de sus novelas, como La indomable de 1928, y me sorprendió su actualidad. Montseny, que pasaría a la historia como primera mujer ministra (de Sanidad) en un gobierno español, en tiempos de la Guerra Civil, planteaba en estas obras, anteriores a su dedicación política a tiempo completo, cuestiones de feminismo, afirmación personal y desigualdad social con un estilo dinámico y directo.
“Sorprende hoy el desconocimiento de las iniciativas literarias ligadas al anarquismo español de los años finales del siglo XX y los primeros cuarenta del XX, ya que fue una idea política y filosófica de profunda significación”, escribe la historiadora Dolors Marín en su estudio “La factoría Montseny-Mañé: un proyecto literario ácrata”, que publica la revista Ínsula en su número de julio-agosto. Joan Montseny y Teresa Mañé eran los padres de Federica, incansables agitadores culturales ácratas que impulsaron primero La Revista Blanca de arte, sociología y letras, donde colaboraron los grandes gurús críticos de su época, de Kropotkin a Unamuno y Giner de los Ríos. Posteriormente, aprovechando las facilidades que brindaba el ecosistema editorial barcelonés y el auge de las novelas baratas de consumo, lanzaron
Federica Montseny, mucho antes de ser ministra, fue autora superventas con sus novelas feministas
dos colecciones de narrativa de combate que se vieron acompañadas por el éxito: La Novela Ideal (1925-1938), primero quincenal y luego semanal, que llegó a publicar casi seiscientos títulos, con tiradas de 50.000 ejemplares, y La Novela Libre (1933-1937), que rondaba los 30.000. Los Montseny padre e hija fueron ellos mismos autores de bastantes de esas novelas, que reflejaban las condiciones de vida de los trabajadores. “Sus héroes son muchachos de barriadas obreras, antihéroes populares, libertadores de fábrica o muchachas inteligentes a la búsqueda de la cultura emancipadora y el amor sin trabas”.
El texto de Dolors Marín aparece en el número monográfico que bajo la dirección de Jordi Amat dedica Ínsula a “Cataluña: dos sistemas literarios, una cultura plural”, y que cuenta con artículos sobre distintos temas de nuestra literatura en dos lenguas a cargo de Joan Lluís Marfany, Andreu Navarra, Blanca Ripoll, Xavier Pla, Jaume Subirana, Gonzalo Torné, Guillermo Serés, Fernando Valls y Jordi Gracia, entre otros (en los que me incluyo). Marín amplía aspectos de un fenómeno estudiado anteriormente por Ferran Aisa y Manuel Llanas, la fascinante cultura popular anarquista de la Barcelona anterior a la Guerra Civil, un proyecto utópico que la derivación violenta de otras ramas del mismo movimiento ha empañado, y que sigue mereciendo una recuperación en regla.