Oriol Maspons: antes morir que perder la vida
Recorrido EL MNAC fija la fotografía de Maspons con una retrospectiva que pone en valor su rupturismo y provocación al impulsar una nueva objetividad basada en el realismo documental y en la utilidad de la imagen
XAVIER MAS DE XAXÀS
Oriol Maspons hizo la mili en Ceuta y allí el brigada Paniagua lo caló a la primera. Un día le dijo: “Tú eres de los de antes morir que perder la vida”, y así fue. Maspons (Barcelona, 1928-2013) vivió a toda costa. Ligaba y golfeaba, se divertía, chismorreaba, era un mirón y un provocador, un pijo simpático que se lo pasaba bien con una Rolleiflex en las manos, tan bien que contribuyó a renovar la fotografía española en los 50 y 60. Esta renovación se basaba en dos principios sencillos y radicales. El primero, que la fotografía ha de ser útil, como el diseño y la arquitectura. El segundo, que ha de captar el momento decisivo de una acción. Combinados, ambos principios fundamentan un nuevo lenguaje fotográfico basado en el realismo documental y la estética al servicio de una idea o un producto. Podemos hablar de una nueva objetividad.
El MNAC presenta ahora la mayor retrospectiva de su obra con el objetivo de fijar a Maspons como un renovador, tanto a partir de la experiencia como de la teoría, y se aprecia un esfuerzo en la presentación de la obra y en el discurso que la acompaña para alejarlo de su imagen de vividor y enfant terrible. No estoy seguro, sin embargo, de que esta imagen seria y académica le hubiera gustado. Él nunca se consideró un intelectual ni un técnico de la fotografía, y siempre defendió que no tiene sentido hacer aquello que no te divierte.
Maspons trabajaba en una compañía de seguros cuando fue a París en 1955 a aprender más del negocio. Sus jefes tuvieron una mala idea porque él encontró allí la pulsión de su vida. Conoció a Cartier-Bresson, Brassaï, Bourdin y Doisneau. Aprendió mucho de ellos y ya no hubo vuelta atrás. Rompió con la Associació Fotogràfica Oriol Maspons: ‘Sin título’ de Catalunya, que defendía una fotografía de salón, sin más pretensiones que la estética, y se unió a AFAL, la asociación fotográfica almeriense que introdujo la modernidad. Maspons fue uno de sus motores y defendió la fotografía por sí misma, algo que hoy parece obvio pero que no lo era nada en una España franquista sin revistas ilustradas, sin editoriales progresistas y con una censura muy activa. El realismo de Paris-Match y Life le abrió nuevos horizontes. Maspons reivindicó lo auténtico y verdadero, y puso la estética al servicio del mensaje. Sus compañeros de la nueva vanguardia hicieron más o menos lo mismo. Català-Roca, Miserachs, Pomés, Colom, Ubiña, Terré, Gómez, Cualladó, Colita, Ontañón y Masats fueron amigos, fueron fotógrafos profesionales y juntos plasmaron esta nueva objetividad. A la sordidez en los mundos marginales, Maspons añadía buen humor y noctambulismo, una ligereza que era una reivindicación de la vida y una crítica al poder. En el Poble Sec fotografió a niños que querían ser toreros y fue a Las Hurdes en busca de sonrisas, un poco de buen humor frente a tanto tremendismo.
Maspons amaba a las mujeres y a los perros. Las mujeres eran escultóricas, pin-ups como la francesa Monique Koller, en bikini, de pie, en una playa de Eivissa, junto a una pareja de guardiasciviles.Losperroseranseres tanto o más humanos que los humanos. Con Ubiña tuvo uno de los estudios más cotizados de España. Hacían las portadas de la Biblioteca Breve de Seix Barral y las cubiertas de los discos de la nova cançó. La fotografía útil –y así se titula la muestra– encontró aquí gran parte de su sentido.
Maspons fue una broma surrealista, acodado en la barra de Bocaccio y desnudo en la playa con su tatuaje de Lacoste en el pecho, y fue también un hombre sin ataduras que nos enseñó a ver mejor y a no perder la vida.
A la sordidez marginal, el fotógrafo añadía una ligereza que servía para reivindicar la vida y criticar al poder
Oriol Maspons, la fotografía útil / 1949-1995 COMISARIA: CRISTINA ZELICH. MNAC.BARCELONA. WWW.MUSEUNACIONAL.CAT. HASTA EL 12 DE ENERO
Oriol Maspons: ‘Gitanos. Montjuïc’, c. 1958