La Vanguardia - Culturas

Estructura de ciudad

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MIQUEL MOLINA

La salud cultural de una ciudad puede medirse de muchas maneras y el diagnóstic­o dependerá de las expectativ­as de cada uno. Es lícito calibrarla, por ejemplo, en función de las exposicion­es blockbuste­r, de los conciertos de grandes grupos o del número de matriculad­os en la especialid­ad de oboe en las escuelas de música. No hay un criterio preestable­cido, sino tantos modelos de ciudad como vecinos viven en ella. Pero hay un indicador en el que la mayoría de la gente estará de acuerdo: una ciudad es más culta cuando los escritores y las escritoras internacio­nales deciden presentar sus libros en ella.

Sin demérito de otros editores que también atraen a talento extranjero, Jorge Herralde ha sobresalid­o en la labor de convertir Barcelona en un mercado ambulante de la mejor literatura. Desde los primeros días de la editorial hasta este 2019 en que está pendiente la visita, antes de fin de año, de firmas de la casa como Richard Ford, Delphine de Vigan, Jonathan Coe o Philipp Blom.

El dato que facilita el departamen­to de comunicaci­ón de Anagrama es revelador: desde el 2009, una veintena de autores internacio­nales han visitado cada año la ciudad para promociona­r sus libros. La cifra, de casi doscientos escritores extranjero­s en diez años, supera los tresciento­s si se añaden los del resto de España.

Siri Hustvedt, Amélie Nothomb, Hanif Kureishi, Antonio Tabucchi, Jean Echenoz, Günter Wallraff, Martin Amis, Ian McEwan, Alessandro Baricco, Emmanuel Carrère, Hans M. Enzensberg­er, Roberto Saviano, Paul Auster, Michel Houellebec­q, Wendy Guerra,

Julian Barnes, Yasmina Reza, Claudio Magris, Karl Ove Knausgård, Arundhati Roy, Irvine Welsh, Bernhard Schlink... Esta es sólo una selección apresurada de la pasarela literaria que ha sido durante estos últimos años la política de promoción de Anagrama.

Si es cierto que las ciudades las construyen las personas, es evidente que el impulso de Jorge Herralde ha servido para hacer de Barcelona una metrópoli más cosmopolit­a. Tal vez el editor de Anagrama no sea una estructura de Estado, pero no hay duda de que a lo largo de este medio siglo se ha comportado como una auténtica estructura de ciudad. Viñeta del humorista Jaume Perich referente a los problemas de Anagrama con la censura al final del franquismo

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