La vida no vale nada
Narrativa Fernanda Melchor, periodista y novelista, relata con brío la vida cotidiana y la violencia de Veracruz
J.A. MASOLIVER RÓDENAS
Como en el Chicago de Elvis Presley en In the Ghetto (Una mañana fría y gris de Chicago / un pobre niño ha nacido / en el ghetto. / Y su madre llora), también los veracruzanos están condenados a vivir en la violencia y a morir violentamente, como lo certifican las siniestras noticias que nos llegan por la prensa y, con una intensidad muy especial, la escritura de la veracruzana Fernanda Melchor (1982). No siempre fue así. En mis frecuentes viajes a Xalapa solía visitar una La escritora mexicana Fernanda Melchor
tranquila ciudad, con una paz sólo alterada por el estruendo de las marimbas en el Zócalo. En mi última visita para asistir al Hay Festival –que entonces se celebraba allí–, pregunté si era peligroso visitar Veracruz. Me aseguraron que no. A la mañana siguiente, leí en el periódico que habían encontrado varias cabezas bajo la cama de un hotel. Por la tarde intervenía en el festival como anfitrión el gobernador del estado, Fidel Herrera Beltrán. Ofreció una recepción en su residencia, a la que algunos nos negamos a ir porque se rumoreaba que pertenecía al grupo Los Zeta del Cártel del Golfo. Más tarde, para protegerlo, lo nombraron cónsul en Barcelona, como medida de protección, y no tardó en armarse un escándalo que le obligó a dimitir.
Melchor, periodista egresada por la Universidad Veracruzana, colabora como cronista en diversas publicaciones. La ciudad de Veracruz está en el centro de su producción literaria. En el 2008 publicó su primer libro, Mi Veracruz, novela infantil que cuenta la historia de la ciudad. En 2013, Falsa liebre y en 2016, su novela más conocida, Temporada de huracanes, donde denuncia el capitalismo global del siglo XXI y la violencia contra las mujeres, los homosexuales y los débiles. Aquí no es Miami se publicó inicialmente en 2013 y ahora lo recupera Random House. Se presenta como un libro de crónicas, pero ésta es una palabra que aquí significa muy poco. Generalmente los textos se acercan a la ficción y a la escritora le interesa revelar algún aspecto de la condición humana. La fuerte unidad del libro la establecen Fidel Herrera y Los Zetas, que condicionan la vida de seres que se ven obligados a colaborar por miedo o para salir de la pobreza. En la nota introductoria la propia autora nos dice que una gran parte de los textos “pueden ser englobados bajo el género periodístico de la crónica. Otros resisten a ser clasificados” y “su naturaleza subjetiva trasciende la mera anécdota para centrarse en la experiencia transformadora que enfrentaron sus protagonistas”. Ya en el primer texto, Luces en el cielo, unos niños ven unas luces brillantes que toman, como lo tomaron tantas personas, por una nave extraterrestre. Hasta que descubren que se trata de una avioneta de narcos que transporta