Una reflexión severa sobre los catalanes y el poder
Presentación Francesc-Marc Álvaro, habitual colaborador de ‘La Vanguardia’, acaba de publicar ‘Ensayo general de una revuelta’. Este es el texto que leyó en la presentación del libro el director del diario, Màrius Carol
GALAXIA GUTENBERG/ PÒRTIC. 256/312 PÁGINAS. 17,90 EUROS MÀRIUS CAROL
Ensayo general de una revuelta no es una crónica periodística, ni un relato apasionado, ni siquiera un dietario de unos días que seguramente no cambiaron nuestra historia, pero sí que convulsionaron nuestras vidas. Es una reflexión que Jordi Amat ha calificado con acierto “de severa” –y que yo pienso que resulta sobre todo honesta–, del origen y la plasmación del proceso, pero también de sus debilidades y carencias. Este es un libro que no deja indiferente. Se trata de una obra comprometida, una meditación sincera sobre los catalanes y el poder.
El autor es plenamente consciente de su reto, dada la enorme complejidad de un proceso que es menos que una revolución, pero más que una protesta. En las primeras páginas explica que aborda un acontecimiento, que pretende diseccionar, que ha sido definido por unos como la revolución de las sonrisas, un golpe de Estado por otros y El periodista Francesc-Marc Álvaro y la ilustración de Edmon de Haro realizada para la cubierta de la edición en catalán del libro, publicado por la editorial Pòrtic que unos terceros han visto como un farol. Lo que le interesa no es tanto la calificación de los hechos sino su origen histórico, las causas, los factores determinantes, las circunstancias especiales y los protagonistas de la crisis. La trascendencia todavía hoy somos incapaces de valorarla –porque necesitamos la distancia del tiempo–, pero es evidente que estamos ante un hecho relevante que ha condicionado en más o menos medida el futuro colectivo.
Lo primero es definir el proceso: “Es un movimiento político muy transversal, impulsado por las clases medias que más habían confiado en el modelo autonómico surgido con la transición. Dentro de este movimiento late un desengaño sobre la manera de organizar el poder, la soberanía y las identidades nacionales en la España contemporánea, como también late el malestar que provoca la crisis económica global y un sentimiento de humillación estructural; unos sectores sociales catalanes que se sienten discriminados por las decisiones que provienen del gobierno español y que, entonces, desconectan mental y emocionalmente de lo que representan los poderes de Madrid. No es una desconexión de la realidad social y cultural de España, sino de las estructuras institucionales y sus símbolos”. La novedad es esta desconexión y la voluntad de plasmarla en un referéndum. Es evidente que el independentismo se apropió del relato en medio de la crisis económica, en lo que la socióloga Marina Subirats define como “una utopía de recambio”. Se convirtió en un refugio ideológico y en bálsamo emocional. El recorte del Estatut votado en referéndum por un Tribunal Constitucional habría sido, según el autor, la espoleta retardada del soberanismo, aunque yo pienso que sin la larga crisis del 2008 afianzada en el 2012 no habría explotado como lo hizo. Como tampoco se puede pasar por alto la vertiente populista del movimiento, que a menudo no se aborda y que Álvaro no esconde.
Uno de los capítulos especialmente interesantes es La prisa. La política es la gestión inteligente del tiempo y, como dice Álvaro, a menudo la necesidad obsesiva de hacer historia nos ha llevado a olvidar las premisas elementales de hacer política y se ha caído en una autocomplacencia estéril, como si el instante de las movilizaciones colectivas admirables pudiera transformar la realidad de un día para otro, como si la motivación de miles de personas tuviera unos efectos inmediatos en las estructuras. Otro episodio apasionante es La gran mutación, donde el autor nos recuerda que siempre hay un día en que las máquinas se estropean. También la máquina del pujolismo empezó a dar señales de avería. El inventor ni había pensado en la obsolescencia de su artefacto. El desgaste se hizo patente a partir del pacto del Majestic, suscrito con los populares para asegurar la estabilidad del gobierno de Aznar.
Y llegamos al capítulo Trampantojo, donde Álvaro se pregunta si se declaró o no la independencia de Catalunya.
La promesa de una independencia exprés y el desconocimiento del poder del Estado han sido errores graves
Si llegó a existir la República catalana ni que sólo fuera unas horas. Si se produjo realmente la ruptura o desconexión del Govern de la Generalitat del orden constitucional español. E incluso si Carles Puigdemont, y Oriol Junqueras tenían o no preparadas las estructuras para hacer nacer un nuevo Estado. Para responder a todo eso utiliza el informe de conclusiones de Xavier Melero, defensor de Joaquim Forn, cuando dice: “Poco después de las leyes de desconexión, lo que hace el gobierno de la Generalitat es incumplir sistemáticamente su contenido para que nada de lo que se hiciera tuviera validez normativa ni desde el punto de vista de la propia legalidad republicana”. Y acaba: “Nadie dice nada, nadie vota nada y todos sevanacasa.Nosearríalabanderano se comunica nada al cuerpo diplomático, no se dictan decretos, ni leyes de desarrollo, y todo el mundo se adapta a la aplicación del artículo 155”. El autor concluye: “La promesa de una independencia exprés ha sido el gran error del movimiento, al mismo nivel que tres factores más, el desconocimiento de las élites de Madrid, el hecho de no valorar lo que representa el monopolio de la violencia en manos del Estado y un exceso de confianza en el discurso sobre los intereses materiales de la población por encima de los sentimientos de pertenencia”.