El hombre normal, el fotógrafo humano
Somos esclavos de la imaginación. Miramosunafotografíadeguerraen blanco y negro, e imaginamos la épica de los ojos que congelaron el instante. El vértigo de otros nos atrae.
Pues bien, Antoni Campañà no fue un héroe como Robert Capa o Gerda Taro. No moriría en ninguna guerra lejana, a pesar de inmortalizar una cercana, ni acabaría su existencia bajo un tanque cámara en mano. No sería una figura de las vanguardias artísticas occidentales como Man Ray, a pesar de ocupar un espacio en la historia de la fotografía catalana y española del siglo XX cada vez más reivindicado.
Campañà, como antihéroe, sería un hombre normal, un fotógrafo humano, en definitiva un artista terrenal. Un fanático de la fotografía destacado entre los renovadores internacionales de aquella corriente pictorialista que pretendía convertir la fotografía en una obra de arte en sí misma derrotando a la pintura. Discípulo de maestros como Claudi Carbonell, Pla i Janini o José Ortiz Echagüe, Campañà crea ambientes atmosféricos al disparar con su Leica o Rolleiflex.
Mientras la fotografía amplía horizontes en la publicidad a través de Pere Català i Pic, cuando los fotorreporteros inundan las páginas de la prensa, Cartier-Bresson experimentaba con la foto artística de calle o algunas como la austriaca Margaret Michaelis hacían fotografía social por el Barri Xino de Barcelona, Campañà se dedica a renovar a fondo la fotografía clásica en España en contraste con quien la rompe como la surrealista Meret Oppenheim. Sin embargo, no mira atrás, sino que se deja influir por las vanguardias fotográficas del mundo de entreguerras. De hecho, en los negativos del fotógrafo de Sarrià encontramos el gusto por la contradicción de la modernidad, de los accidentes de coche, de la civilización mecánica y, en contraste, la búsqueda de la belleza idealizada del mundo agrario. De la sardana al paso del tren y el control del tiempo del reloj de la estación, es decir, la sociedad moderna que todo lo mide, ante el transcurso de la vida según los tempos de la naturaleza. La velocidad del automóvil cara a cara con la tracción animal de los carros. Campañà, que se había formado en Munich con el alemán Willy Zielke, buscaría unas soluciones gráficas propias de la Nueva Visión fotográfica de la época preconizada por Moholy-Nagy o el constructivismo soviético representado por Alexander Ródchenko.
Con todo, Campañà no sería un
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