La hija de Europa
Memoria La periodista Géraldine Schwarz se erige como un paradigma adulto y crítico de la esperanza democrática del europeísmo
Hace un par de años Club Editor rescató Tres presoners (1957) de Aurora Bertrana. La acción de la novela se desarrolla tras el fin de la Segunda Guerra Mundial en un pueblo francés que había sufrido la ocupación alemana. A algunas familias les toca acoger soldados que de agresores han pasado a ser presos condenados a trabajos forzados. El tema del libro es la sospecha enquistada que gangrena incluso el día a día entre los vecinos. Lo sufre con dolor y sin horizonte la joven Gabrielle Marke, hija de una víctima de la guerra pero embarazada tras haber sido violada por un soldado alemán. Durante la narración el hijo que le crece es un motivo más de angustia, pero en la página final la primera patada que nota en el vientre lo cambia todo. En su espíritu nace la esperanza. Esa esperanza –en la superación, la reconciliación y la paz– la podría encarnar la Géraldine Schwarz de Los amnésicos.
Hija de padre alemán y madre francesa, Schwarz (Estrasburgo, 1974) va construyéndose su identidad indagando en su historia familiar para acabar autorretratándose como un paradigma, adulto y La autora Géraldine Schwarz crítico, de la esperanza democrática del europeísmo. Desde la primera línea hasta nuestro presente ensombrecido, el de la llegada de los refugiados y el ascenso de la nueva extrema derecha, el libro es un examen de conciencia que nos interpela con la verdad que salva porque duele.
Un día de 1962 los padres de esta periodista se conocen en un parque de Londres. Estamos exactamente en la mitad del libro. Hasta este momento el relato se ha centrado en reconstruir cómo la familia paterna –los abuelos, la tía, el padre– vivió la dictadura nazi, el holocausto y una triste postguerra, condicionada por una reclamación que recordaba su enraizamiento al mal: el abuelo Karl compró a precio de saldo una empresa a un judío en el periodo de arianización. Ese fraude –económico, político y moral– actuaba como un cordón umbilical que ligaba la familia al terror. Esa vinculación de los Schwarz con el nazismo, que no pasa ni cuando el nazismo ya es historia, le permite a la autora ir contando cómo la sociedad alemana –políticos, intelectuales, historiadores– afrontó su relación con el pasado y cómo la amnesia llegó a un punto insoportable para el país: esa fue la experiencia del padre, un joven concienciado del 68.
A partir de ese momento la memoria pendula entre Alemania y una Francia que tardó muchos años en atreverse a recordar sus culpas. Tras los años de mitificación de la resistencia y una explicación parcial de Vichy, y de Pétain, un estudio clásico de Robert Paxton destapó el velo de las políticas del olvido patriótico para desvelar la complicidad del Estado y buena parte de la ciudadanía con la deportación de miles de judíos a los campos de concentración. ¿Cuál fue el tratamiento de la memoria que se hizo entonces? ¿Cómo ha evolucionado en comparación con Alemania? ¿Cómo la reunificación germana obligó a reelaborar políticas memoriales? Son preguntas que va respondiendo el libro, con elegancia exigente, y todas se concentran en la que acusa al lector común: ¿cómo se tolera la infamia? ¿Qué haríamos nosotros? “Que no sepamos cómo nos habríamos comportado no significa que no sepamos cómo habríamos tenido que comportarnos”.
El abuelo Karl compró a precio de saldo una empresa a un judío en el periodo de arianización
Géraldine Schwarz
Los amnésicos. Historia de una familia europea
TUSQUETS. TRADUCCIÓN: NÚRIA VIVER BARRI. 396 PÁGINAS. 22,50 EUROS