Los mecanismos del deseo
Elián y Pablo se envían imágenes comprometidas. Y ahí surge el temor entre ambos. Pero también existe un instinto de protección. ¿Son tiempos más difíciles para la confianza en el otro?
Tenemos más información superflua de la que podemos procesar. Para mí la confianza siempre fue un acto de fe. Nunca pedí permiso para confiar en la gente. En general, fui retribuido con honestidad y fidelidad. También fui lastimado y herido en mi confianza. Pero en todo caso nunca me arrepentí de haber confiado, aún en el dolor de la decepción.
Hay una escena bellísima en el montaje en la que Elián le pide a Pablo que no se hablen, pero que no corten la conexión. Es como cuando la gente deja encendida la radio por la noche hasta quedarse dormido.
La soledad es maravillosa, salvo cuando no se desea. En esos casos puede penetrar los huesos y volverse un dolor muy ácido. Tengo el recuerdo personal de esa situación. No querer cortar una llamada y permanecer en silencio. Cuando se corta esa comunicación, y se rompe la ilusión de estar juntos, el peso de la distancia y la soledad se multiplica y se vuelve inconmensurable. Eso de estirar en el silencio la compañía que nos alivia es una situación poética extrema. Porque de alguna insólita manera, ellos están juntos mientras estén conectados. Ese es el verdadero acto defe.
Arriba, un momento del montaje ‘Porn is on’. A la derecha, su creadora y directora, Marina Rodríguez Llorente
A.LL.
La actriz Marina Rodríguez estaba terminandosusestudiosenelInstitut del Teatre cuando descubrió una compañía de teatro de máscaras, Familie Flöz. Hace una década se mudó a Berlín para trabajar con ellos y desde entonces ha recorrido medio mundo con la obra
Hotel Paradiso. Poco a poco fue tomando confianza también como directora, y ahora el festival Temporada Alta muestra su obra
Porn is on, una pieza que se pregunta sobre quién construye en realidad nuestras formas del deseo.
Marina Rodríguez ‘Porn is on’
En el 2013 dirigió ‘Altbau’, su primer trabajo como directora, que fue presentado en diversos apartamentos privados de Berlín. ¿Siempre le ha interesado la relación entre teatro e intimidad?
A lo mejor soy un poco voyeur (ríe). Cuando he dirigido, siempre he tenido la necesidad de hablar de algo que me toca de cerca. En una historia personal el público puede ver algo universal. Altbau explicaba los choques culturales entre personas que vienen de orígenes muy diferentes.
Dice que llegó tarde a la pornografía ‘mainstream’, cuando tenía casi treinta años. ¿En qué momento ve claro que ha de llevar a escena todas sus experiencias y reflexiones como usuaria de porno?
Fue en una cena con amigos. Tuvimos una discusión muy política. Me di cuenta de que todos criticamos los estereotipos que allí se representan y, sin embargo, todos somos consumidores.
¿Qué es lo que más le ha sorprendido cuando ha roto el tabú de hablar de porno en público?
El público se ríe mucho. El humor nos ayuda a romper cierta incomodidad. La gente tiene posiciones políticas muydirectasyfirmes.Peroesmuydifícil hablar del porno sin entrar en el terreno personal. El consumo de porno genera preguntas que tienen que ver con tu identidad y tu sexualidad.
La obra ha sido reconocida en el Festival Terrassa Noves Tendències. ¿Cómo ha sido el proceso de documentación?
La mayoría del mainstream de internet se graba en Budapest o Miami. Trabajamos con un actor que nos ayudó mucho a entender qué pasaba detrás de las cámaras.
La propuesta combina palabra, movimiento y vídeo. ¿Cómo bebe ‘Porn is on’ de la tradición de la performance?
La imagen puebla nuestros imaginarios. Para nosotros era importante utilizar cámaras y pantallas. El porno hace que absorbas información de >