La Vanguardia - Culturas

Apátrida con causa

- La poeta barcelones­a Rosa Lentini ANTONIO ITURBE

En el elegante ascensor diseñado por Josep Maria Jujol del Ateneu Barcelonès, una pieza de museo que funciona con precisión de relojería y una ligera sacudida de engranajes, me encuentro a la poeta barcelones­a Rosa Lentini ya su pareja, el escritor Ricardo Cano Gaviria, que lleva unas gafas ahumadas que le dan un aspecto misterioso. Me cuenta que la Associació Col·legial d’Escriptors de Catalunya (ACEC) le ha concedido el X premio José Luis Giménez-Frontín, que se otorga a personalid­ades del mundo de las letras que hayan destacado por su contribuci­ón al acercamien­to entre culturas. “¡Con lo que he batallado por el encuentro de culturas y que en este momento esté pasando aquí lo que está pasando! No me lo acabo de creer”. Me dice con un deje de tristeza: “Nos hemos autoexilia­do a Castellón” y, como pongo ojos de plato, me explica: “Hemos tenido que dejar nuestra casa en Montblanc porque nos sentíamos excluidos y no puedes vivir al margen de la sociedad. Ahora, al haberme ido, tengo menos miedo de hablar”.

La sala Maria Mercè Marçal está llena para asistir al acto de entrega. El presidente de la ACEC, David Castillo, rememora con afecto la figura de Giménez-Frontín, hombre de letras, crítico de arte y fundador de esta asociación de escritores. Su viuda, Pilar Brea, sigue trabajando para la asociación y de hecho hasta hace un momento aún trajinaba con las sillas para que todos pudieran acomodarse. El hijo, Daniel Giménez-Frontín, hace entrega de la estatuilla del premio a Rosa Lentini. Nos habla de la poeta premiada José María Micó, traductor, poeta, profesor de Literatura en la Pompeu Fabra de día y guitarrist­a de noche formando con su mujer, Marta Boldú (profesora de instituto de día y cantante de noche), uno de los dúos artísticos más simpáticos y cultos que imaginarse pueda. Micó señala lo importante que fue para muchos jóvenes poetas como él, ávidos de novedades, la revista Hora de Poesía,

fundada en 1978 por Javier Lentini (padre de Rosa) con un número dedicado a los poemas de La Torna que llevaron a la cárcel a Els Joglars. También cree que Rosa Lentini “se adelantó a muchos movimiento­s actuales con la defensa de grandes mujeres poetas norteameri­canas desconocid­as en nuestro país”.

Rosa Lentini cuenta que “la labor de esos años fue ímproba para sacar adelante una revista de poesía sin ninguna subvención ni ayuda institucio­nal, donde todo lo sufragó mi padre”. Tras el cierre, en 1997 fundó, junto a Ricardo Cano Gaviria, la editorial Igitur, en la que siguen peleando por la poesía. Se siente especialme­nte satisfecha de la antología que publicó junto a Susan Schreibman titulada Siete poetas norteameri­canas actuales. Y también de la promoción de la cultura en catalán más allá de sus fronteras con traduccion­es de escritores como Perucho, Carles Duarte, Maria Mercè Marçal o Rosa Leveroni.

Habla también de su autoexilio: “Tuvimos que dejar nuestra preciosa casa de Montblanc porque sentíamos el peso del arrinconam­iento social”. Cuenta que siendo escritores y editores de Igitur e imprimiend­o los libros en el pueblo, en treinta años no fueron jamás invitados a un acto editorial o institucio­nal o que antiguos amigos al verlos por la calle los saludaran de lejos apresurada­mente sin detenerse marcando distancia. Se refiere con tristeza a “la herida silenciada”. Pero es una mujer risueña, tal vez su consuelo sea que “el poeta es un apátrida”. Se muestra muy complacida por el premio Giménez-Frontín “porque lleva el nombre de un amigo añorado”. Está convencida que era un hombre de concordia y “resultó visionario al imaginar en un futuro el divorcio actual de la sociedad catalana. A él nada le habría gustado más que el catalán y el castellano fueran lenguas amigas que se potenciara­n mutuamente”.Amuchos,también. |

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A. ITURBE
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