Israel a fondo
Vanguardia Dossier
El conflicto entre Israel y Palestina es ampliamente conocido entre las personas versadas en política de nuestro país, especialmente entre la izquierda militante, siempre activa en su solidaridad con la franja de Gaza. Si bien este es un aspecto fundamental de la actualidad política israelí, “el pueblo elegido”(asíreconocidoporel57%de la población del país) se enfrenta a muchas más cuestiones, todas ellas recogidas en el nuevo dossier de La Vanguardia, El nuevo Israel, a modo de estado de la cuestión de la geopolítica de Oriente Medio.
Aprendemos que en Israel existen cuatro grandes grupos de identidad, de tamaño similar: los judíos ultraortodoxos (jaredíes), los judíos nacionalistas religiosos, los judíos laicos y los árabes. Cada uno de ellos es representado por uno o dos partidos políticos y por ello los gobiernos israelíes se forman en coaliciones mayoritarias. Pero el aumento de la fecundidad de los jaredíes –a 6,9 hijos de media por mujer– aumenta considerablemente su proporción y, con ello, su poder. Los privilegios son muchos: evitar el servicio militar obligatorio, tener sus propios tribunales religiosos e influir en la vida de los judíos laicos con el cese de toda actividad comercial y del transporte público en sabbat. Además, el presidente Netanyahu aprobó una ley que permite que las escuelas ortodoxas se nieguen a enseñar materias seculares como las matemáticas, las ciencias o el inglés, lo que inhabilita a sus estudiantes para cualquier trabajo, por lo que seguirán requiriendo de ayudas sociales.
Los nacionalistas religiosos, por su lado, hablan de “Estado judío”. Pero, ¿es eso compatible con la democracia liberal que pretende ser Israel? Omri Boehm es claro: no. “En un Estado judío, la expresión ‘el pueblo’ designa a los judíos más que a los ciudadanos sin distinción de religión y origen étnico (...) Los árabes de Israel, sencillamente, no son judíos. Debido a su pertenencia étnica, la soberanía no está en sus manos”. Una verdad impronunciable por los políticos no nacionalistas, pues la Kneset especifica que “cualquier persona o partido que niegue el carácter judío y democrático de Israel será excluido de la participación en las elecciones”.
Por otra parte, Israel está entre los países con mayor esperanza de vida, su emigración a niveles mínimos y tiene un desempleo del 5%. Por ello el dossier, además de profundizar en los conflictos internos del país, explora su terreno, fecundo para las start-ups y la innovación, su relación con los países del Golfo, la importancia de EE.UU. a nivel geoestratégico –la enemistad de Netanyahu con Obama y su afinidad con Trump– y sus relaciones con Europa y España.
De las últimas páginas del dossier, dedicadas a reseñar libros de no ficción, literatura y cine de autores israelíes, se concluye con claridad que, frente a las más fragmentadas preocupaciones de los políticos del país, a los artistas les preocupa –y por eso exploran y resaltan–, sobre todo, el conflictopalestino-israelí. | (NÚMERO 75, ENERO-MARZO 2020). 96 PÁGINAS. 5,49 EUROS