Vidas heroicas
Narrativa Chufo Lloréns relata la trepidante historia de una familia aristocrática que se ve obligada a participar directamente de la guerra
Chufo Lloréns, de haber vivido en el XIX –y dicho sin el menor sentido peyorativo– habría sido un gran folletinista. Un Eugenio Sue o un Manuel Fernández González. En El destino de los héroes pone en pie un fresco de época español y europeo, maneja un hormigueante censo de personajes, encabalga tres generaciones familiares, y retroalimenta sin cesar la línea argumental con tramas y subtramas que atrapan al lector en un torbellino de acontecimientos. El autor mueve sus hilos entre 1894 y 1930, sitúa la acción mayormente entre París y Madrid (pero también San Sebastián, Londres y Barcelona), y da el protagonismo a los estamentos altos, y en concreto a familias de la jet a las que conmociones como la Gran Guerra o la guerra del Rif arrancan de una existencia parasitaria y los llevan a comprometerse más allá de sus intereses de clase.
Los personajes principales serían un magnate madrileño, José Cervera, hijo de hidalgos castellanos y enriquecido por un primer matrimonio con una millonaria venezolana, y una enfermera parisina, Lucie Lacroze, que antes de casarse con Cervera y ejercer de gran dama internacional, vive una juvenil historia de amor bohemio con un pintor alemán, Gerhard Mainz, hijo a su vez de un potentado de la cuenca del Ruhr. Lloréns se remonta hasta el Montmartre de los impresionistas (y del hampa local) para relatarnos la prehistoria de Lucie, y se retrotrae a una Venezuela en sepia para contarnos el flechazo de José por una belleza nativa, Nachita, que subyuga a todo el mundo.
Las dos historias corren en paralelo hasta intersectarse al cabo de 300 páginas, y en las siguientes 550 lo que parecían dos novelitas se funden en una sola de amplio compás, y el matrimonio Cervera –y sus hijos– se apoderan del relato, a la par que ascienden socialmente hasta la punta de la pirámide, en Madrid tratando de tú a Alfonso XIII y su corte, y en París dando fiestas privadas para toda la crème, con los ballets de Diáguilev como guinda final.
No cabe duda de que a Chufo Lloréns le encanta describir cómo vivían las familias adineradas de la época, con qué holgura, en qué palacetes, con qué mobiliario y con qué cohorte de criados y camareras, chóferes y jardineros. Y muestra también un celo especial en dar cuenta de los inventos de cada momento, empezando por los coches, de los que Cervera precisamente se convierte en adelantado, fabricando un Hispano Suiza que hace las delicias de Alfonso XIII. El monarca por cierto es uno de los personajes más vivos del libro (y más vividores) y en él parecen quintaesenciarse la frivolidad y la inconsciencia con que las clases dirigentes españolas administraban sus responsabilidades. En todo caso la novela hasta aquí no pasaría de entrelazar una serie de viñetas costumbristas más o menos pintorescas. Pero tan pronto se ciernen en la atmósfera dos guerras (la de 1914-18 y sobre todo la del Rif) el relato adquiere trepidación, y algunos de los protagonistas se ven envueltos en sus redes, bajándoles de las nubes y dando a sus vidas un sentido de colectividad. Lucie Lacroze por ejemplo, espoleada por el hecho de que Félix (su hijo piloto) se ha batido heroicamente en Verdún, acepta el encargo de Clemenceau de trabajar para el servicio de espionaje francés, y es gracias a sus habilidades que se neutralizan los bombardeos sobre París de la mortífera Grosse Bertha.
No decae el novelón en su última parte, ni pierde Lloréns el control del magma de historias y subhistorias que ha ido desplegando. Ahora son los tres hijos de los Cervera (Félix el mayor y piloto, y los gemelos Nico y Pablo) los que toman las riendas de sus destinos, al hilo de la guerra de África y del desastre de
El autor describe minuciosamente el lujo y la opulencia en la que vivían las familias adineradas de la época
Annual que pone al rey, al país y a la soldadesca enviada a aquel matadero, al borde del abismo. Si la Gran Guerra ya fue un aldabonazo en las vidas muelles de la gente bien madrileña y barcelonesa, el Rif los dejó a la intemperie, con sus antaños pimpantes vástagos convertidos, a su vuelta, en espectros irreconocibles.
En fin, en una novela de hombres rotos, destaca una mujer de hierro, Lucie Lacroze, que sabe reinventarse en cada encrucijada y a la que las adversidades sacan lo mejor de sí misma. Ella es por sí sola una de las mejores gratificaciones de una lectura maratoniana. |
GRIJALBO / ROSA DELS VENTS. TRADUCCIÓN: INMACULADA ESTANY MORROS Y MIREIA ALEGRE. 850 PÁGINAS. 23.90 EUROS