La Vanguardia - Culturas

El fantasma de Zeleste

Novela El premio Sant Jordi, de David Nel·lo, explica una historia fáustica, de un escritor que se rebaja para conseguir un éxito mundial

- JULIÀ GUILLAMON

Días atrás miraba Phantom of the Paradise (1974) de Brian de Palma. Qué película, pensé. De qué manera le da la vuelta al mito de Fausto, lo coloca en la época de la música glam, crea un personaje fascinante, el compositor sensible y genial, Winslow Leach, y un demonio reconverti­do en productor marrullero, Swan. Además, mezcla sin manías el Fausto de Goethe con El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde y El fantasma de la ópera de Gaston Leroux. Si no la han visto, búsquenla y ya me dirán (si ya la han visto y la ven de nuevo les volverá a gustar).

Les amistats traïdes, de David Nel·lo (Barcelona, 1959), la recuerda hasta cierto punto. El Fausto de Goethe tiene en ella un papel muy principal, porque el protagonis­ta, Markus

Bachtel, un suizo que vive en Barcelona en los años ochenta, vende su alma a un misterioso Hombre del Frac, que le impone una condición escatológi­ca a cambio del éxito y la fama. También deja la poesía fina por la novela. Escribe tres y con cada

La novela es una comedieta sobre la historia de Catalunya y Barcelona, a través de una claudicaci­ón

una consigue un triunfo mayor que el anterior. Siempre queda la duda de si este éxito se debe a las cualidades propias de Bachtel como narrador o si el demonio tiene alguna cosa que ver. También podría ser que una

fuerza superior creara la unanimidad y la ilusión de los lectores.

Cuando un libro que ha ganado un premio importante habla de gente que vende su alma para triunfar es natural pensar que el autor ha puesto algo de su propia historia de autor premiado, el premio es le diable au corps. Pero en los últimos diez años, Nel·lo ha ganado el premio Marià Vayreda, el Roc Boronat y el Prudenci Bertrana, y, entre los infantiles y juveniles, el Folch i Torres, el Gran Angular y recienteme­nte el Premio Edebé. No tendría sentido que, a estas alturas, se presentara, ni que fuera en broma, como un escritor que ha aceptado el pacto del comercio.

La novela es una comedieta sobre la historia de Catalunya y Barcelona, a través de esta claudicaci­ón, que separa a Bachtel de su amigo, Salvador Togores Alsina. Esta línea argumental, que podría ser más potente, queda desdibujad­a porque el personaje del amigo puro no tiene densidad. Sin un antagonist­a de altura, la historia de Bachtel no acaba de despegar. Es un libro distraído porque Nel·lo tiene el rodaje de miles de páginas de literatura juvenil y sabe crear expectativ­as, sobre todo al final, con un desenlace psicológic­o. Un entretenim­ientosobre­unpaísques­evendió. |

ENCICLOPÈD­IA/ÒMNIUM. 227 PÁGINAS. 19,50 EUROS actuación de una Barcelona libre.

Aquella noche encuentra al Hombre del Frac, que en el contexto de Zeleste no canta tanto: en aquella época había muchos individuos que vestían de manera estrafalar­ia. Ese señor se acerca a Bachtel y le hace una propuesta. Tiene treinta y tres años, la edad de Cristo. ¿Y qué ha hecho hasta ahora? Va, y firma.

La famosa manzana de Newton asentó las nuevas leyes de la física clásica y como efecto colateral abrió una brecha entre el arte y la ciencia, que antes iban de la mano y a menudo ni siquiera se distinguía­n. A partir de finales del XVII, los sabios herederos de Pitágoras, Paracelso y Leonardo Da Vinci tuvieron que escoger una especializ­ación: o las ciencias o las humanidade­s. Hoy, gracias a la revolución tecnológic­a y a los artistas que la utilizan como herramient­a de creación, el arte y la ciencia han vuelto a converger y forman una nueva disciplina llamada tal cual, arte y ciencia, a menudo en inglés, Art&Science.

O abreviado, ArtSci. En Barcelona se ha ido configuran­do una envidiable comunidad de este tipo de artistas, teóricos y agentes culturales.

Una de las ramas del arte y ciencia es el arte robótico. Este se asocia a veces con Nam June Paik, pese a que sus robots televisore­s no fueron tomados muy en serio en los años sesenta cuando este artista de origen coreano empezó a pasearlos por Nueva York. Ahora, estos simpáticos artefactos están en las mejores coleccione­s del mundo. En realidad, a Nam June Paik se le considera hoy el padre de videoarte. Sin embargo, es menos sabido que uno de los fundadores del arte robótico vive en Barcelona... si se puede considerar como tal al autor de un manifiesto fundaciona­l.

Arte Robótica: Un Manifiesto fue redactado por el brasileño Eduardo Kac y el catalán Marcel·lí Antúnez, este último residente en el Raval barcelonés, donde tiene su estudio. Los dos artistas se conocieron en Helsinki, en 1996. Redactaron entonces esta declaració­n conjunta, que empieza así: “Al expandir la definición limitada de robot en campos como la ciencia, la ingeniería y la industria, los art robots abren una puerta a la crítica social, las preocupaci­ones personales y el libre juego de la imaginació­n y la fantasía.”

Kac y Antúnez hacen hincapié en la distinción entre la escultura, la pintura, el videoarte, por un lado, y los art robots, por otro, ya que estos

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ALBERT FORTUNY/A. JUSTÍCIA Uno de los escenarios protagonis­tas de la novela de David Nel·lo. Al lado, el autor
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BeAnotherL­ab (2016). Sistema de realidad virtual, performanc­e y metodologí­a de la neurocienc­ia que crea la ilusión de estar, verse y sentirse en el cuerpo de otra persona

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