Los once días de amnesia y rebelión de Agatha Christie
El 3 de diciembre de 1926, Agatha Christie, que ya era muy famosa, se despidió con un beso de su hija de siete años y desapareció de su casa de la región de Berkshire. Más de un millar de policías se asignaron a su búsqueda, por primera vez Scotland Yard utilizó aviones para encontrar a una persona en paradero desconocido y se convocó a su colega Arthur Conan Doyle, que montó una sesión de espiritismo para ver si averiguaba algo. La naciente prensa sensacionalista británica sacó todo el jugo que pudo del asunto y no hubo artículo que dejase de hacer juegos de palabras, por supuesto: ni Hércules Poirot ni Miss Marple resolverían aquello. Finalmente, once días más tarde, el músico de un balneario elegante en Harrogate reconoció a la escritora, que no recordaba cómo había llegado hasta allí ni pudo explicar por qué se había registrado en el hotel con el nombre de la amante de su marido, un piloto calavera que había manejado aviones en la Primera Guerra Mundial. Una novela de una autora estadounidense bastante desconocida, Nina de Gramont, contará esta historia precisamente desde el punto de vista de la amante, que se llamaba Theresa Neele. El proyecto ha generado ruido en la industria editorial porque se dice que De Gramont, que ha escrito sobre todo libros para niños y adolescentes, ha recibido más de un millón de dólares como adelanto por su novela y ya se están negociando los derechos para el audiovisual.