Nasevo, el arte de un hombre-nariz
Ernesto Ventós El reconocido perfumista fue autor de una singular obra artística recogida en una fundación que lleva su nombre. Todo un referente
Escribió Paul Klee en su Confesión creativa que el arte no reproduce lo visible, sino que crea lo visible. Redundar en lo que ya se percibe mediante uno de nuestros sentidos no sería, pues, más que desaprovechar las oportunidades que ponen a nuestro alcance los otros. Tal creencia enlaza con la del perfumista y coleccionista Ernesto Ventós Omedes (Barcelona, 1945-2020), para quien el arte se dividía entre aquel que era capaz de oler –el único interesante– y el que no olía a nada –como sucede en esas perfumerías donde se mezclan cientos de fragancias–.
Sordo de nacimiento, llegó a ser uno de los perfumistas más reconocidos internacionalmente. Se consideraba un hombre-nariz y así se mostró en su práctica artística, que inició en el 2002 con el nombre de Nasevo. Para entonces, ya había organizado varias exposiciones de las obras que conformaban su colección, iniciada tras su participación en 1978 en la exposición Suggestions olfactives, en la Fundació Miró. Le sorprendió la ausencia de obras de arte, por lo que decidió contactar personalmente con artistas para comprobar cuál era la sensibilidad de estos hacia la capacidad sinestésica de sus creaciones. Albert Ràfols-Casamada le abrió el camino con Lavanda, y Joan Brossa le dio nombre a las pesquisas de Ernesto Ventós al decirle que lo suyo era “olor visual”. En 1996, la Virreina acogió la primera de las numerosas muestras que ha organizado a partir de su colección, bajo el título de Essències. En el catálogo, el propio Ernesto Ventós detalló a qué olía cada uno de los colores que artistas como Velázquez –aunque aseguraba que sólo olía el arte moderno, desde las vanguardias–, Picasso o Miró utilizaban en sus composiciones: los vestidos de las Meninas desprenden esencias de agreste y olores herbáceos, ahumado y terroso y cítricos, mientras que en una obra de Miró, si uno permanece atento, puede percibir predominantemente herbáceos y aromáticos. En aquella exposición pudieron verse obras de, entre otros, Sergi Aguilar, Amador, FredericAmat,Barceló,JoanBrossa, Carmen Calvo, Luis Gordillo, Guinovart, Perejaume, Tàpies o Zush.
Actualmente, la colección olorVISUAL es un referente en el panorama artístico estatal. Hasta el 2019, se habían organizado más de una treintena de exposiciones por todo el mundo, siempre con la vocación de enseñar al público a oler a través del arte. Ventós era consciente de que su empeño debía ser fuerte para combatir en una sociedad en la que no se enseña a percibir el mundo a través de sus olores, con la renuncia que eso supone a una parte importante de conocimiento. Su entusiasmo y su capacidad de trabajo eran dos prodigiosas herramientas que, lamentablemente, se detuvieron el pasado primero de enero, mientras aprovechaba el primer día, festivo, del año para pintar. Pero su visión y su voluntad de incidir en la sociedad tienen continuidadenlafundaciónquecreó en el 2019. Según las previsiones, su viuda, Reyes Soler-Cabot Serra, pasará a presidir la entidad, que dirige Gina Ventós. Forman parte del patronato M. Àngels Torra Ripoll, Manuel J. Borja-Villel, Carlos Enrich Muls y Antonio Fournier Conde.
Como ha explicado la directora e hija de Ernesto Ventós, el propósito es no sólo continuar con la tarea que él inició, sino poner todos los esfuerzos
Ventós detalló a qué olían los colores que artistas como Picasso, Velázquez o Miró utilizaban en sus obras
para cumplir los objetivos que tanto le motivaban. Continuará la dinamización de la colección olorVISUAL, aunque “inevitablemente, no será lo mismo, porque él compraba a partir de su experiencia y su memoria olfativa”, comenta Gina Ventós. “Y porque todavía estamos en el proceso de duelo”, añade.
La obra social también es uno de los pilares importantes de la Fundación Ernesto Ventós. Por su condición de sordo, siempre manifestó la inquietud de hacer posible que todo el mundo pudiera acceder al conocimiento del arte mediante el olfato. Así, la fundación organiza talleres para escuelas y colabora con entidades que promueven la inserción y el bienestar social. Ha colaborado con el Festival Simbiòtic, que reivindica la apertura de los teatros a la diversidad para que todo el mundo pueda disfrutar de las artes escénicas. Otras iniciativas han sido su participación en el premio European Network FLIC, distinguiendo la labor de las
escuelas de diseño o ilustración más destacadas; así como en las visitas olfativas en la casa Vicens coincidiendo con la tradición catalana del Home dels Nassos, o la creación del premio internacional de Arte Joven para facilitar la entrada de los creadores emergentes en el circuito artístico.
Los ámbitos en los que la fundación quiere actuar para relacionarlos con el arte son variados. “Para nosotros es básico apoyar también a la ciencia, porque la investigación es clave para la evolución de la sociedad. Está demostrado que el desarrollo del sentido del olfato contribuye a una mejora de la salud y de la actitud”, argumenta la directora, que anuncia que el apoyo de la fundación en este ámbito irá aumentando y dándose a conocer.
Al crear la fundación, Ernesto
Ventós cedió a esta toda su obra plástica, siempre alrededor de la nariz como puente a múltiples sensaciones. Actualmente, la entidad cuenta con unas 700 obras, buena parte de ellas expuestas en la sorprendente y cautivadora nave que el artista recuperó como taller. Seguirán mostrándose como el artista hizo en más de una docena de ocasiones por ciudades de todo el país o encuentros como el World Perfumery Congress de Miami. La nave, ubicada en el recinto industrial de la Colònia Güell, es una coherente representación del espíritu que movía al añorado hombre-nariz Nasevo: una siempre refrescante fuente de inquietud y de búsqueda con una parte importante de juego para aprehender la vida desde una perspectiva lúdica capaz de movernosdeposturasrígidas. |
Joan Brossa dio nombre a las pesquisas de Ernesto Ventós al decirle que lo suyo era “olor visual”
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