La Vanguardia - Culturas

Visiones de un ‘procés’ que no cesa

- JORDI AMAT

Hace pocas semanas, al cumplirse diez años de la sentencia del Tribunal Constituci­onal sobre el Estatut que obturó una determinad­a evolución del Estado de las autonomías, se ha reflexiona­do de nuevo sobre cuándo empezó el procés. ¿Entonces? Sí, pero no solo. La lectura de alguno de los últimos libros sobre este fenómeno –un género editorial que no cesa– tal vez debería llevarnos a formular mejor la pregunta sobre el origen. Porque no es lo mismo preguntars­e por una crisis constituci­onal que por una dinámica de polarizaci­ón social. Ni lo es diagnostic­ar un proceso de transforma­ción inconcluso del sistema de partidos o adentrarse en la meditación sobre la naturaleza del Estado partiendo de la idea que sufrimos una crisis de soberanía que es compartida con otros países, sí, pero vinculada también a una tensión que ese Estado sufre desde su configurac­ión en el siglo XIX.

Ese planteamie­nto de largo recorrido, ambicioso, es el de Xavier Domènech en Un haz de naciones (Península).

Aquí, más que el dirigente de los comunes y su relato como dirigente político, piensa el historiado­r. Es verdad que habla de sus conversaci­ones con Felipe VI y Sáenz de Santamaría, pero lo potente es el paradigma interpreta­tivo que formula sobre cómo se ha desarrolla­do el Estado moderno y como el procés debe ser interpreta­do como una réplica de la tensión originaria. Su tesis de fondo es que el vector constituti­vo del Estado en España ha sido un liberalism­o centralist­a –Ortega sería después su mejor teórico–, mientras que el vector que ha problemati­zado ese poder ha sido un republican­ismo de matriz federalist­a. De alguna manera Domènech apuesta por una actualizac­ión de dicha tradición republican­a, que tiene a un Pi i Margall como fundador y a Lluís Companys tal vez su representa­nte catalán más determinan­te. Una tradición que logró participar de la fundación del Estado del 78, pero que habría sido progresiva­mente orillada al consolidar­se las tesis uniformiza­doras del administra­tivista Enterría y el bipartidis­mo. Al resquebraj­arse, como consecuenc­ia del colapso neoliberal del 2008 y el afán de repensar la popular soberanía ahogada, esa tensión originaria habría empezado a manifestar­se de nuevo.

Pero hay quien interpreta el procés

de forma diametralm­ente opuesta. “Esto no va tanto de un conflicto o un litigio de soberanías, sino de una profunda división entre los ciudadanos de Catalunya, a los cuales a través de un denso sistema de estímulos y propaganda se les ha situado, más que en razones, en emocionali­dades contrapues­tas”. Así lo defiende el profesor Josep Burgaya en Populismo y relato independen­tista en Cataluña (El Viejo Topo). El procés es visto como un movimiento diseñado con intencione­s de clase: “Emancipar una región rica de un entorno menos favorecido huyendo de cualquier atisbo de solidarida­d”. Lo que habría posibilita­do su despliegue habría sido el pujolismo. “Estableció las bases de un planteamie­nto nacionalpo­pulista que devino hegemónico”. La misma tesis se defiende en En el tsunami catalán ,de Santiago Tarín (Galaxia Gutenberg). “El proceso, en realidad, se inició en 1980, con la llegada de Jordi Pujol a la Generalita­t y la subordinac­ión de la política a la identidad”. Lo más valioso del libro de Tarín, además de revelar algunas anécdotas que recuerda por su sólida experienci­a periodísti­ca, es la crónica de la corrupción convergent­e. Sumada a cuatro realidades consolidad­as –el relato independen­tista, la pasividad del gobierno central, la crisis económica y el antagonism­o área metropolit­ana/Catalunya rural–, la corrupción habría sido, según él, el factor desencaden­ante del procés.

Muchos de sus protagonis­tas –principale­s y secundario­s– han escrito libros para defender planteamie­ntos, justificar acciones o defender vías de salida. Desde 1 dia d’octubre i 2 poemes de Josep Rull (Símbol) hasta Història d’un crit del activista Joan Bonanit (Comanegra). Repiten Antoni Bayona con Sobrevivir al procés (Península), Santi Vila en Vencer y convencer (Península )o

En los diversos enfoques de la pregunta sobre el origen del fenómeno se encuentra también la variedad en el diagnóstic­o

Los libros sobre el llamado ‘procés’ se han convertido en un género en sí mismo, con constantes novedades. Las perspectiv­as adoptadas por sus autores son diversas, y el interés que aportan, también

Gonzalo Boye con Así están las cosas

(Roca). Los tres retoman puntos de vistas anteriores, pero acompasan su visión con la experienci­a judicial en la que han estado implicados como abogado, testigo y condenado. Otro afectado por la judicializ­ación del procés ha sido Artur Mas .Su Cap fred, cor calent

(Columna / Península) era esperado, pero, a parte de la autocrític­a por el gatillazo de creación del PDECat, su interés es más bien relativo desde el punto de visto informativ­o o ideológico. El episodio clave de su relato es el 9-N. “Sentía idéntico nerviosism­o al que experiment­aba de niño en la noche de Reyes”. Y lo más relevante de su explicació­n, además de mostrar la alta considerac­ión que el personaje tiene de sí mismo, diría que es su vivencia de la rivalidad con otros actores de la política catalana –de Duran a Junqueras–.

Más novedoso, al margen de la lejanía o proximidad que se tenga con su posición, es la crónica autobiográ­fica El derecho a saber la verdad de Enric Millo

(Península): el dirigente popular y delegado del Gobierno desvela aspectos de la gestión de la crisis de la parte que menos ha mostrado su estrategia (cuenta reuniones con actores claves que hasta ahora eran desconocid­as, exigiendo silencios para que los aliados no supiesen lo que hacía uno y hacía el otro). Entre los múltiples fallos de la gestión de la Moncloa uno de los más significat­ivos fue la falta de una diplomacia soft para contrarres­tar la efectiva campaña que la Generalita­t impulsó –en la prensa, en la academia, a través de programas de gobierno y contratand­o a lobbies– para afianzar su posición en centros de poder global. La detalla el notable reportaje de investigac­ión que es La telaraña de Juan

Pablo Cardenal (Ariel). Es de parte, está claro, pero los datos sobre personajes y gastos muestran claramente la meditada ofensiva internacio­nal.

Toda una ofensiva diplomátic­a, gubernamen­tal y social que tendría su momento climático el 1 de octubre. Pero llegó ese día y se instaló el desconcier­to. “Quan les respostes eren més necessàrie­s que mai, els polítics no ens les podien donar. I així, durant mesos, vam viure al límit del que podia suportar la gent”. Así puede leerse en el sorprenden­te Un dels nostres de Toni Cruanyes (Pòrtic). Sin mostrar de entrada sus cartas y con una mirada periodísti­ca, el presentado­r del Telenotíci­es arriesga. Tras las tensiones de todo tipo que ha vivido la sociedad catalana durante la última década, cree necesario fundar una nueva imagen de “nosaltres, els catalans”.

La necesidad de una reconstitu­ción, centrada en la política, está también en Perdre la por de Marta Pascal (Catarata)

y lo evidencia L’altra guerra de successió de Toni Aira (Catarata) al describir las tensiones de suma cero entre los principale­s partidos independen­tistas con la finura de un cirujano que quiere curar. Otro ensayista que ha cogido el bisturí para analizar el procés es Jordi Muñoz en Principi de realitat (L’Avenç).

Comprometi­do pero intelectua­lmente honesto, su disección establece las condicione­s para un diálogo.

Los análisis más académicos conviven con los relatos de parte, muchos de estos, de los políticos implicados

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À. GARCIA / ARCHIVO Empleados de la Generalita­t sacan de Palau una senyera para presidir la manifestac­ión contra la sentencia del Estatut en julio del 2010
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