Cosas de la fragilidad blanca
Frugal, la única librería de la ciudad de Boston propiedad de afroamericanos, estuvo a punto de cerrar en mayo porque no salían los números. Entonces, su nombre empezó a circular en las listas de comercios que era conveniente promocionar para reequilibrar la balanza racial y, en dos días, recibieron más de 10.000 pedidos online, el 75% para comprar los mismos diez títulos que están copando las listas de más vendidos en el último mes y medio, cuando muchos estadounidenses blancos han sentido la necesidad de educarse en materia racial. Libros como White Fragility, de Robin DiAngelo, sobre la resistencia de los blancos a aceptar su parte de responsabilidad en el sistema. Puesto que esos títulos están agotados en todo el país y reimprimiéndose a toda velocidad, y dado que Frugal es un pequeño comercio de barrio y no Amazon, les está costando satisfacer todos los pedidos, que superaron los 20.000 en el mes de junio. Algunos de sus nuevos clientes están enviándoles mensajes furiosos reclamando devoluciones y quejándose del pésimo servicio porque sus libros no estaban en el buzón al día siguiente. Los dueños tuvieron que enviar un correo masivo pidiendo paciencia. Alguien en Twitter resumió así esta fábula moral tan del 2020: están muy ocupados enseñándoles a no ser racistas, no les pidan también que les enseñen a no ser imbéciles.