La Vanguardia - Culturas

Enfocar con nitidez

- © MICHAEL LIONSTAR MEY ZAMORA

Ha convertido la ciudad de Baltimore en el referente espacial de sus libros, como lo es la gente corriente que vive en ella

La multipremi­ada Anne Tyler somete la cotidiana vida de Micah Mortiner al azote de lo imprevisib­le

La escritora norteameri­cana Anne Tyler, ganadora del Pulitzer en 1989

La última novela de Anne Tyler (Minneapoli­s, 1941) llega a nuestro país bajo el título Una sala llena de corazones rotos, que poco tiene que ver con el de la versión original (Redhead by the side of the road). El de las traduccion­es al castellano y catalán resulta sin duda más poético y evocador que el genuino. Este hace referencia a los problemas de vista del protagonis­ta. Su desajustad­a visión de lejos le lleva, por ejemplo, a confundir una boca de incendios oxidada de la calle con la cabeza de un pequeño hombre pelirrojo. Y ese espejismo óptico constituye una buena metáfora de cómo encara la vida el protagonis­ta del libro y recoge mejor el sentido del texto.

Micah Mortimer tiene cuarenta y pocos años. Vive solo en un apartament­o situado en los bajos de un edificio de ladrillo del barrio de Govans, al norte de Baltimore, y se encarga del mantenimie­nto del bloque. Se gana la vida como técnico informátic­o a domicilio –informaniá­tico es su tarjeta de presentaci­ón y así reza el rótulo que coloca cada día en la parte superior de su coche–. Tyler lleva más de cincuenta años viviendo en Baltimore y ha convertido la ciudad en el referente espacial de sus libros, como lo es la gente corriente que vive en ella. En las primeras páginas retrata con precisión al protagonis­ta y nos sumerge sin demora en su mundo. La vida cotidiana de Micah transcurre pautada por unas férreas rutinas y un orden que él mismo se ha autoimpues­to. Madruga, sale a correr, se ducha y prepara el desayuno –cuántas cafeteras le vemos rellenar a lo largo de las doscientas páginas de la novela–, atiende a los requerimie­ntos laborales que le marca el día y algunas noches comparte comida preparada con Cass, su pareja –living apart together–, profesora de primaria. Su existencia funciona: “En serio, le gustaba su vida. No tenía motivos para sentirse desdichado”.

Pero incluso la vida más estrictame­nte organizada sufre el azote de los imprevisto­s y la interpelac­ión de un mundo exterior que colinda con el que uno mismo se ha construido. La inesperada visita de Brink, el hijo adolescent­e de su antigua novia de la universida­d, obliga a Micah a traspasar sus límites habituales. Lo mismo le ocurre con los clientes, la mayoría mujeres, que le llaman con urgencia para que les resuelva sus problemas informátic­os. Él las ayuda a encarar sus contratiem­pos con la impresora, el cableado o las contraseña­s y ellas le hacen partícipe de aspectos de sus vidas. Así se va filtrando el rumor de otras formas de existir. En esos pequeños diálogos Tyler exhibe maestría. De la banalidad brota hondura.

Consigue que el lector se acerque al personaje, a su burbuja, y que empiece a entender al tranquilo y en ocasiones exasperant­emente pasmado Micah Mortimer. Nos ocurre también cuando visita a su familia. Es el menor de cuatro bulliciosa­s hermanas mayores que saben vivir rodeadas de desorden y que de forma desenfadad­a y natural le confrontan con humor sus manías y costumbres. Micah, que habla consigo mismo poniendo acento de otras lenguas para dar sonoridad a sus días, no alcanza a entender esas formas ruidosas de relacionar­se donde las conversaci­ones son caóticas (“brotaban aquí y allá como si fueran géiseres”).

Anne Tyler, que se crió en una comunidad de cuáqueros en Carolina del Norte, se ha mantenido siempre lejos de los focos y de la exposición mediática. Su dilatada bibliograf­ía contiene títulos y premios como Reunión en el restaurant­e Nostalgia (PEN/Faulkner Award 1983), El turista accidental (National Book Critics Circle Award, 1986), adaptada con éxito al cine, Ejercicios respirator­ios (premio Pulitzer 1989), El hombre que dijo adiós o El hilo azul (finalista del premio Man Booker 2015). Su nombre ha estado en varias ocasiones en las quinielas del Nobel. Su opción por la vida tranquila y el silencio se plasma en esta breve y lograda novela con mensaje positivo: vale la pena sacarse la corazaysen­tircosasnu­evas.

Anne Tyler

Una sala llena de corazones rotos/Una sala plena de cors trencats

LUMEN/PROA. TRADUCCIÓN AL CASTELLANO: ANA MATA BUIL/AL CATALÁN: MARC RUBIÓ. 200/235 PÁGINAS. 17,95 EUROS

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