La Vanguardia - Culturas

La línea donde se produce el cambio

- ARCHIVO ALBERT LLADÓ

Juan Ángel Juristo sienta a reflexiona­r a sus personajes frente a una escultura de Chillida

La escultura ‘Toki Egin’ de Eduardo Chillida, ubicada en los jardines del museo Reina Sofía de Madrid

El escritor y crítico literario –colaborado­r del Cultura/s– Juan Ángel Juristo (Madrid, 1951) sitúa su última novela, Dar paso, en el Museo Reina Sofía, en el banco que hay a pocos metros de Toki Egin, la escultura con la que Eduardo Chillida rinde homenaje al místico San Juan de la Cruz. ¿Y si pudiéramos escuchar las voces y los pensamient­os de quienes se sientan allí un momento para observar esa enigmática tenaza de acero corten? ¿Cómo esos cuerpos, detenidos en la observació­n, se relacionan con esa pieza artística que es una invitación a “hacer sitio” al espacio y al tiempo?

Diálogos –en un estilo directo libre muy singular–, monólogos y fragmentos van dando forma a un texto –deliberada­mente circular– a través del que se escuchan, de una manera más o menos significat­iva, las resonancia­s estéticas de Nabokov, Houellebec­q o Valéry, y que sirven al observador para preguntars­e sobre el instante único en que se produce el cambio. Todo el mundo sabe ver y distinguir cuando una cosa, o una persona, se ha transforma­do. Todo el mundo diferencia el antes y el después. Pero para el observador que se sienta frente a la escultura, entre la marabunta de turistas y las visitas de los estudiante­s de instituto, lo importante es el punto en el que la apariencia no se ha decidido aún por un lugar u otro, por una forma o la siguiente. “Hay un estado de la apariencia que se reconoce, y, de pronto, ese estado comienza a diluirse”, nos dice el narrador (uno de ellos), quien se presenta como “un husmeador del cambio”, y que busca esa línea de transforma­ción, sea por generación o degeneraci­ón. El gusano que es una mariposa, la púber que es casi (pero aún no) una mujer, la ciudad que expande y ensancha sus límites. ¿En qué brecha de oportunida­d se pasa de la potencia al acto? ¿Cuál es la raya que distingue lo identifica­ble de lo que aún está en tránsito?

“Los demás sólo ven el cambio, pero no atienden al dibujo. No les importa. Aceptan el cambio o no. Nada más”, insiste el narrador, que, a su vez, encuentra en Chillida “un escultor que parece esculpido”. La ausencia y el vacío, en Chillida y en las voces de Dar paso, son la sustancia misma que ocupa y reivindica un espacio propio. El camino de regreso a casa del observador resulta, también, una disección de los transeúnte­s, de las calles, de las miradas entre seres anónimos que no pueden desentraña­r las cicatrices y las huellas del otro.

Juristo nos convoca a ese jardín, el del museo, para mostrarnos lo absurdo de muchos dilemas, de muchas decisiones que parecen falsamente binarias. Hasta que, ya inmersos de lleno en la escultura, nos damos cuenta de que la pieza es mucho más que una metáfora. El propio brazo de acero es nuestro brazo abierto, hecho de materia y de oquedad, que no sabe qué ocurrirá cuando por fin cierre la tenaza. Puede atrapar el abismo de la nada, la ilusión de la apariencia, o “dar paso” a una acción paradójica­mente quieta. La que protagoniz­amos cuando hacemos ese gesto tan radical que consiste en mirar atentament­e lo que tenemos justo enfrente.

Juan Ángel Juristo Dar paso

CONFLUENCI­AS. 143 PÁGINAS. 17,90 EUROS

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