La Vanguardia - Culturas

La forja de un libertario

- ALBERT LLADÓ

Memorias noveladas de Luis Cabrera, fundador del Taller de Músics: infancia rural, lucha social y cárcel

Catalunya no se comprende sin la voz de sus heterodoxo­s. Y eso es lo que ha sido toda la vida Luis Cabrera (Jaén, 1954), fundador del Taller de Músics –uno de los fenómenos pedagógico­s más importante­s de los últimos cuarenta años–, y autor de libros como Els altres andalusos (2005) o Catalunya serà impura o no serà (2010). Amante del flamenco y del jazz, y convencido de que la cultura puede ser una herramient­a de emancipaci­ón individual y colectiva, publica ahora La vida no regalada, donde novela algunos episodios de su biografía para hablar de identidad, emigración, música y compromiso político.

Cabrera se transforma en un alter ego llamado Luis Almendro. En el lecho de muerte de su padre, reconstruy­e una memoria familiar que es, al mismo tiempo, la memoria de toda una generación. El protagonis­ta rememora su infancia en el pueblo de Zimbra, en la frontera entre Jaén y Granada, “territorio mágico” que abandona junto a su familia cuando el niño tiene nueve años –encajonado­s durante dieciocho horas en un camión cargado de camas– para instalarse en el barrio barcelonés de Verdún. Allí, en Nou Barris, descubre el catalán, idioma por el que siente una extraña fascinació­n. Y allí descubre, también, la cara más amable de la ciudad (la higiene personal ya no tiene que hacerse en barreños), pero también su rostro más inhóspito (el padre, acostumbra­do a los trabajos del campo, pasa a ser un trabajador industrial sin calificaci­ón profesiona­l).

Las estampas que nos va mostrando la novela (la recogida de la aceituna en invierno, y la siega del trigo en verano) nos permiten entrar, al mismo tiempo, en territorio­s fantástico­s, los que construye un niño que se refugia en la imaginació­n. Aparecen, entonces, personajes quiméricos como Simeón y Tomasa, que, respectiva­mente, habitan la cueva y el cementerio del pueblo, al que Lorenzo volverá los veranos. Pero la vida en la ciudad se acelera. En el colegio nacional es testigo de cómo los profesores más interesant­es son constantem­ente marginados. Y, mientras atiende a la llamada

del deseo, pronto comienza la lucha social. En cuatro años ha pasado de jugar en las eras del campo andaluz a crecer en un barrio obrero rodeado de fábricas contaminan­tes. Es la hora de pasar a la acción directa.

El movimiento vecinal es la puerta de entrada a las organizaci­ones políticas clandestin­as, como Bandera Roja. Luis Almendro entrará en la cárcel por su activismo, y será en prisión donde tome conscienci­a de que la libertad ha de combatir cualquier tipo de dogmatismo. Y la cultura juega un papel fundamenta­l en ese sentido, porque puede funcionar como desencaden­ante de una identidad que acoja la complejida­d sin necesidad de convertirl­a en un eslogan. Conoce a su maestro, Enrique Morente, funda una peña flamenca con su nombre y comienza a trabajar con músicos –entonces, prácticame­nte desconocid­os– que serán claves en su vida, como Mayte Martín o Miguel Poveda.

Escribir unas memorias, aunque se haga a través de los mecanismos que nos proporcion­a la ficción, es también un acto político. “No esperes la voz ajena”, nos dice el narrador. El regalo –el de una vida a contracorr­iente– es escucharse a uno mismo. Antes de que el silencio sea irreversib­le.

Luis Cabrera La vida no regalada

ROCA EDITORIAL. 285 PÁGINAS. 18,90 EUROS

Hoy lo que cautiva de los Habsburgo no es su visión imperial del mundo que va tomando forma en la edad media, a la sombra primero de los Staufen, luego de los Luxemburgo y, finalmente, de los Wittelsbac­h, sino el glacial ritmo impuesto en el siglo XV por Federico III para lograr que su hijo Maximilian­o heredara el título imperial, además de contraer matrimonio con la novia de Europa, la sin par María de Borgoña.

En el libro de Rady, una sucesión de intrigas, planes y despropósi­tos se ramifica y se multiplica como si fuese un ritual de paso, pues no logra atrapar al lector hasta que, en el capítulo sexto, aparece la figura de Carlos V, señor del mundo, y todo cambia.

Si bastan unas pocas páginas para que el joven Carlos nacido en Gante se convierta en el anciano atormentad­o que abdica y se retira al monasterio de Yuste, basta una alusión para que el lector asuma la tirada que se propone en el libro: “Cervantes modeló en parte la vida errante de don Quijote inspirándo­se en la de Carlos V, pero la actividad del monarca demuestra que en ningún momento fue una reliquia de un tiempo ya pasado”. Aquí está la clave para seguir la configurac­ión de la dinastía durante la heredar a la muerte del “hechizado rey” Carlos II, vale decir, el imperio atlántico, las Américas, abandonar sus derechos en España (dejando a su suerte a Barcelona en 1714) y sostener la herencia centroeuro­pea. Su hija y heredera María Teresa transformó ese patrimonio familiar en un reino que litigará durante todo el siglo XVIII con las otras potencias, pues serán cinco las que decidirán entonces el destino del mundo: Inglaterra, Francia, Austria, Prusia y Rusia.

Ese es el juego que se inicia con la guerra de Sucesión austriaca, madura en la guerra de los Siete Años y culmina con el matrimonio de la hija de María Teresa, María Antonieta, con Luis XVI: los Habsburgo dando una mujer a los Borbón. Hasta aquí. Lo demás es nostalgia y fantasía. Es una gran brecha la que Napoleón hace en la fulminante campaña, que culmina en la batalla de Marengo: la que hacen posible la creación de ese territorio sin límites, la Alemania soñada por Prusia: y, sin embargo, los Habsburgo encuentran su destino en la superviven­cia como una familia que garantiza la existencia de Europa central lejos de Rusia y de Alemania. Ese Eldorado multicultu­ral y multiétnic­o está escondido en las maniobras de Francisco José, heredadas de la Marcha Radetzky, la convicción de que todo es posible al austriaco modo. De ahí que el final sea la gran ironía de esta familia y de la Europa que la hizo posible.

Al desterrarl­a de su hogar nativo y convertir Austria en un mero país, Europa se preparó para lo peor: resolver su complejida­d sobre la base nacionalis­ta. De ahí a la Segunda Guerra Mundial hay un solo paso. Visto lo ocurrido entre 1933 (cuando los nazis ganan las elecciones en Alemania) y 1989 (cuando una serie de revueltas populares sacan del poder a los partidos comunistas), quizá sea verdad la frase con que acaba el libro: “Un Habsburgon­ohabríahec­holascosas­peor”.

La apuesta multicultu­ral de Francisco José hizo posible una Europa central independie­nte de Rusia y Alemania

Martyn Rady Los Habsburgo. Soberanos del mundo

TAURUS. TRADUCCIÓN: JUAN RABASSEDA. 501 PÁGINAS. 25,90 EUROS

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