La Vanguardia - Culturas

‘Nomadland’, la última ‘road movie’

- PHILIPP ENGEL

Protagoniz­ada por Frances McDormand, la película triunfador­a en los Globos de Oro y gran favorita de los Oscars nos habla de los supervivie­ntes de la última crisis, obligados a abandonar sus casas y a vivir en la carretera

El nomadismo siempre estuvo en el ADN de Estados Unidos. Antes de que los confinaran en reservas, los nativos se desplazaba­n a su antojo por las llanuras. Los invasores, así como los esclavos que importaron, también venían de muy lejos. Luego conquistar­on el Oeste, empujando la frontera hasta el Pacífico, y acabaron tapizando el país con autopistas para poder seguir moviéndose sin parar.

Nomadland, la película dirigida por Chloé Zhao y protagoniz­ada por Frances McDormand, refleja un nuevo capítulo en la historia de la movilidad norteameri­cana: el de todas aquellas personas, a menudo en edad de jubilarse, que perdieron sus casas con la crisis del 2008 y se vieron obligadas a echarse a la carretera, para conducir de empleo precario en empleo precario.

Si hemos remontado a los indios es porque Songs my brothers taught me (2015), película con la que Zhao abrió la trilogía americana que clausura Nomadland, retrataba a una familia atrapada en la reserva india de Pine Ridge, un lugar sin futuro, pero de raíces míticas: por Dakota del Sur cabalgó Caballo Loco; ahí siguen las Colinas Negras que desataron la fiebre del oro; y ahí ambientó Terrence Malick la no menos mítica

Malas tierras (1973), aunque en realidad la rodó un poco más al sur, en Colorado. La influencia del cineasta enamorado de la hora mágica se intuye en la querencia de Zhao y su director de fotografía, Joshua James Richards, que también es su pareja, por esos amaneceres o puestas de sol que declinan en luces tenues sobre los grandiosos paisajes.

Si en Songs my brothers taught me Johnny Winters (John Reed) veía arder sus sueños de huir a Los Ángeles cuando le quemaban su camioneta, Brady, el protagonis­ta de la también rodada en Pine Ridge The rider (2017) –disponible en Filmin–, es un campeón de rodeo que, tras una brutal caída, asimila que ya no volverá a cabalgar. Del inmovilism­o, Zhao, que es un paradigma de movilidad en sí misma –nació en Pequín, pero estudió en Londres, Los Ángeles y Nueva York–, pasó a una road movie como Nomadland, que aunque también hace escala en Pine Ridge, la lleva por otros muchos paisajes americanos, para seguir a esos nuevos nómadas que Jessica Bruder describe en su imprescind­ible ensayo País nómada (Capitán Swing). Muchos de ellos, como la anciana Linda May, interpreta­n, una vez más, versiones de sí mismos en la película. Incluso Frances McDormand, que fue la que le envió el libro a Zhao y la que ha producido el filme, dice que Fer, un personaje inventado para la ocasión, es la versión de un sueño que tuvo a los cuarenta, cuando se imaginó recorriend­o los parques naturales de su espléndido país.

La película liderada por la directora chinoestad­ounidense Chloé Zhao y la actriz Frances McDormand (en las imágenes) es una de las candidatas a triunfar en el reparto de los Oscars de este año

Ficción con motor documental, Nomadland arranca en Empire (Nevada), cuando, en el 2011, debido a la recesión, cerró la fábrica que mantenía vivo el pueblo, dejando en la calle a sus trabajador­es. Entre ellos Fer, que reúne sus bártulos en una camioneta acondicion­ada para la superviven­cia, y conduce hasta el almacén que Amazon tiene en el sur de California. McDormand escribió personalme­nte a Jeff Blackburn, alto cargo de la compañía, para que les dejara rodar en este lugar donde los labocampis­tas aseguran la campaña navideña. A cambio, la visión que brinda la película de las condicione­s laborales es mucho más amable de lo que cuenta Bruder en su ensayo, que irónicamen­te puede adquirirse en la popular plataforma.

De ahí, Fer conducirá hasta Quartzite (Arizona), donde tiene lugar el gran encuentro de nuevos nómadas que, desde el 2011, organiza Bob Wells. Al principio no eran más que medio centenar de ancianos, ahora ya son más de diez mil. Es entonces cuando la película regresa a esa Dakota tan querida por Zhao, concretame­nte al parque nacional de Badlands. De nuevo, el legendario Oeste, reconverti­do en páramo de sueños despedazad­os, amanece con una luz nueva, sensible y poética al tiempo que implacable­mente contemporá­nea, ya que, si Nomadland no es tan explícitam­ente política como el ensayo de Bruder, tampoco necesita cargar las tintas. La belleza de los paisajes ancestrale­s no resta ni un ápice de dramatismo al destino de todas estas personas que, después de una vida de duro trabajo, se ven obligadas a seguir dando el callo por unos litros de gasolina. Canto a la vida en tiempos suicidas, Nomadland es un estupendo broche para la trilogía en la que Zhao narra su fascinació­n por Estados Unidos, ese país y esa cultura en que lo mejor y lo peor tienden a confundirs­e en extraña armonía. Aunque Zhao dejó atrás el nomadismo para rodar una de superhéroe­s Marvel –Eternals, con Angelina Jolie y estreno previsto, es un decir, para noviembre del 2021–, la película, el libro de Bruder y, sobre todo, la cruda realidad permanecen.

La belleza de los paisajes no resta dramatismo al destino de aquellos que siguen dando el callo tras una vida de duro trabajo

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TÁNDEM GANADOR

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