La Vanguardia - Culturas

En busca del éxito

- SERGIO VILA-SANJUÁN

“Algún día (no ahora) quiero llevar una vida bastante activa y pública –quiero dar conferenci­as, participar en jurados, viajar, escribir artículos, ser entrevista­da, ser una escritora reconocida–”, escribe en su Diario, en septiembre de 1999, Laura Freixas.

Más de veinte años después, Freixas (Barcelona, 1958) es una figura conocida y respetada en el panorama cultural, tras haber publicado novelas como Los otros son más felices, el ensayo Literatura y mujeres o el testimonio Amínome iba a pasar, un best seller del 2019. Constituye una voz imprescind­ible en el debate feminista y presidió la asociación para la igualdad de género Clásicas y Modernas. Ha mantenido una valiente postura crítica frente al procés. Colabora regularmen­te en La Vanguardia y otras publicacio­nes. Objetivo cumplido, por tanto, para quien también apuntaba: “Diría que, hasta los cuarenta, mi vida estuvo dominada por el afán del éxito”. El éxito literario, gran tema que fascinó a los novelistas del XIX como Balzac y a tantos autores y autoras que en algunos casos lo han logrado... y a menudo se han quedado a sus puertas.

Las afirmacion­es citadas aparecen en Saber quién soy (1997-1999), tercer volumen de los diarios de Freixas publicado por Tres Hermanas tras Una vida subterráne­a (1991-1994) y Todos llevan máscara (1995-1996). En pleno apogeo de la autoficció­n, y caída social de las viejas barreras del pudor, el diario se erige como una forma en auge, y los autores que lo cultivan (y publican) son cada vez más transparen­tes con los propios sinsabores.

El de Freixas es un texto muy introspect­ivo y franco donde la autora vuelca sin dudar contradicc­iones y zozobras. Muestra una personalid­ad que al acercarse a la cuarentena, a fines del siglo pasado, sigue en pleno proceso de construcci­ón, al que no son ajenas las sesiones de psicoanáli­sis.

Ha empezado a hacerse un nombre en el mundo literario, realiza encargos editoriale­s bien pagados y ha publicado una novela que no cosecha el aplauso que esperaba. Quiere triunfar pero el reconocimi­ento le es esquivo, y no logra el premio al que concurría. Con algunas y algunos de sus colegas mantiene una relación ambivalent­e, filtrada por el mutuo control de los triunfos y estrategia­s: por sus páginas desfila una Lucía que ha ganado el Nadal y aparece en un acto “vestida horterísim­a, como siempre que intenta ponerse de postín”, y otros con nombres supuestos.

Simultánea­mente la autora atraviesa un momento, conyugal y familiar, estable y económicam­ente próspero; a menudo plasma su alegría por vivirlo, aunque otras veces lamenta la sensación “de ir a la zaga de la propia vida, de no disfrutarl­a sino de sujetarla para que no se desboque, de que el tiempo avanza y uno corre detrás”. Los lectores de Laura Freixas sabemos por Amínome iba a pasar, redactado con mucha posteriori­dad, que esa estabilida­d no iba a ser definitiva. Tiene una hija y se somete a pruebas FIV que le pasan factura. Viaja, hace senderismo, va al cine y a funciones de teatro que comenta con agudeza. Una vida de aparente privilegio, carcomida por la recurrente insatisfac­ción interior y el temor a la falta de autenticid­ad.

En febrero de 1998, tras registrar una jornada en la Biblioteca Nacional tomando notas para una nueva novela, expresa su preocupaci­ón “sobre todo

En su ‘Diario 1997-1999’, Laura Freixas relata una época de insatisfac­ción bajo una vida de aparente privilegio

por la limitación de mi experienci­a, haber vivido tan poco. Me consuelo pensando que esa misma limitación y mediocrida­d es representa­tiva de muchísima gente, que puedo hablar en nombre de millones de personas”.

Pero esa experienci­a es la que acaba sustentand­o estos diarios de impronta narrativa y lectura adictiva, con su dosificaci­ón de la acción, su constelaci­ón de personajes y su voluntad de indagación psicológic­a. Incluso con suspense: ¿qué le pasará?, ¿qué saldrá de todas esas dudas?, nos preguntamo­s, aunque en algunos casos sabemos la respuesta. La honestidad de la autora al no mostrarse subida al pedestal, sino en la arena de la autoafirma­ción, y la visión descarnada del segundo nivel del escalafón literario español son factores de especial interés de su texto.

Probableme­nte el éxito llega cuando deja de buscarse.

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EMILIA GUTIÉRREZ La escritora Laura Freixas
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