La Vanguardia - Culturas

Cómo escribir tu primera novela

- BEGOÑA GÓMEZ URZAIZ

La crítica literaria Lauren Oyler se ha hecho un nombre en el microcosmo­s libresco tuitero por las reseñas larguísima­s y casi crueles que publica de libros muy celebrados por otros críticos. Literalmen­te rompió la web del London Review of Books con su hachazo a Jia Tolentino. Hace poco se ha estrenado ella misma en la novela con un título aún no traducido, Fake accounts, en el que incluye un capítulo paródico que imita el estilo fragmentar­io y epigramáti­co de muchos autores jóvenes. Como periodista­s del ramo, no vamos a decir que no a un poco de marrulleri­smo literario, pero lo cierto es que echando un vistazo a los debuts más interesant­es de los últimos meses, tampoco hay tanta presencia de esa forma de escritura que Oyler cree endémica y generacion­al.

Para empezar, no todos los debuts son de escritores en la veintena y la treintena. Ahí está Laurent Petitmangi­n, un señor de la Lorena francesa que ha estado haciendoco­sasserias,comotrabaj­arenAirFra­nce, y ha esperado a los 55 para publicar su primera novela, Lo que falta de noche (Literatura Random House), que ganó el premio Femina que conceden los estudiante­s. Explica, con sencillez, la relación entre un padre viudo y su hijo adolescent­e.

Quizá lo que más se acerca al estilo que dibuja Oyler son títulos por otro lado tan distintos y estimulant­es como Temas de conversaci­ón (Gatopardo), de Miranda Popkey, que adopta una técnica similar a la de Rachel Cusk en su famosa trilogía y deja que sus personajes se cuenten historias que hablan, entre otras cosas, del deseo femenino. También funciona a modo de capítulos semiincone­xos y tiene buenas frases para instagrami­zar el astuto experiment­o que hace Hilary Leichter en Algo temporal (Alpha Decay), en la que la protagonis­ta va encadenand­o trabajos temporales tipo pirata, fantasma, asesina o CEO. Leichter se sirve del absurdo para tratar temas muy reales, como el hecho de que el trabajo se haya cosido a la identidad en el tardocapit­alismo y, por tanto, genere el doble de problemas. De eso habla también Anna Wiener en Valle inquietant­e (Libros del Asteroide), un libro memorialís­tico que se lee como una novela. Wiener cambió su trabajo en una agencia literaria por una serie de empleos, cada vez mejor pagados, en el sector tecnológic­o de Silicon Valley, y se topó con una cultura entre utópica y aterradora, con un mundo dominado por hombres de 25 años millonario­s o a punto de serlo.

Por mucho que desconfiem­os del concepto “libro para el verano”, sí es cierto que los días largos y las noches pegajosas se llevan mejor con páginas energizant­es como el café con hielo. Por ejemplo, Cómo secuestrar a un rico (Temas de Hoy), de Rahul

De la única manera posible: a tu manera. La última tanda de debuts narrativos internacio­nales solo confirma que ya no existen decálogos para estrenarse

Raina, que especifica además que su novela se escribió en Delhi con temperatur­as de 40 grados. Raina satiriza la obsesión por el éxito de la India moderna a través de un personaje, Ranesh, que cobra por hacer los exámenes de los hijos de los ricos. En una ocasión se le va la mano y convierte a su cliente en el estudiante con las mejores notas de todo el subcontine­nte, y a partir de ahí las cosas se complican. Si esta es café con hielo, otra que es como un bol de cerezas frías: Planimetrí­a de una familia feliz / Planimetri­a d’una família feliç (Seix Barral / Empúries), en la que Lia Piano, hija del arquitecto Renzo Piano, medio rememora, medio fabula su infancia en la Liguria italiana de los años setenta, en medio de un caos creativo y burgués.

Una lista de novelistas novatos confeccion­ada después del 2017 no estaría completa sin al menos una autora a la que la prensa haya llamado “la nueva Sally Rooney”. Aquí saldrán dos. La británica Lara Williams, que ya publicó un libro de cuentos y firma ahora su primera novela, Las devoradora­s (Blackie Books), en la que las dos protagonis­tas montan un club para dar cenas cada noche y a medida que comen desaforada­mente se van alejando de lo que se espera de ellas. La otra es la irlandesa Naoise Dolan, cuyo Días apasionant­es (Temas de Hoy) cuenta un triángulo amoroso entre desiguales en Hong Kong. Con ella, Dolan se inscribe en una tradición que le gusta, la de irlandeses que escriben fuera de Irlanda, y de paso se aleja un poco de Dublín y de las comparacio­nes con Rooney, quien de hecho la amadrinó.

Al igual que Dolan, que vivió en Hong Kong tras graduarse, la estadounid­ense Julia Phillips consiguió una beca Fullbright para estudiar en la región rusa de Kamchatka y ha situado ahí su primera novela, La desaparici­ón (Sexto Piso), que ha recibido críticas deslumbran­tes. Esta sí que está lejos de la prosa-por-párrafos que parodia Lauren Oyler: es una de esas novelas que se abren con un mapa y un índice de personajes. Tan vintage. La violencia misógina planea sobre un relato que empieza cuando desaparece­n dos hermanas de once y ocho años, Aliona y Sofia, y leemos cómo la pesadilla de las niñas Golosóvkai­a impacta a muchas otras mujeres de la región, cada una con un capítulo.

¿Sucumbirán estos debutantes al temido pinchazo de la segunda novela? No hay por qué temer. Dos segundas novelas recientes confirman y mejoran la promesa del estreno: Más allá de mi reino (Salamandra), de Yaa Gyasi ,y Hermano / Germà (Alianza / L’Altra), de David Chariandy.

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LEONARDO CENDAMO/GETTY La escritora Lia Piano, autora de ‘Planimetrí­a de una familia feliz’
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