El poema más antiguo del mundo
Un texto clásico Una nueva edición y un excelente trabajo filológico de ‘El poema de Gilgamesh’; la más importante epopeya de las civilizaciones sumeria y babilónica que fue fraguándose en lengua acadia y llegó a nosotros en tablillas de arcilla
JORDI LLAVINA
Los testimonios más alejados en el tiempo de El poema de Gilgamesh o Epopeya de Gilgamesh datan de 4.000 años atrás. ¡Occidente debía esperar todavía un milenio a que naciera Homero! El dato estremece: de hecho este es considerado el poema más antiguo del mundo. Deben de haber existido, a lo largo de la historia, otros textos, otros poemas, que le antecedieran. Pero no se han conservado, nada sabemos de ellos. El trabajo de edición, sin embargo, no concluye aquí: un poema como el que presento, que nos ha llegado en tablillas de arcilla de procedencia varia, resulta incompleto, mutilado, jamás cerrado por completo. Todavía abierto, por ende, a nuevos hallazgos, que acaben de perfilar el cuadro (¡y es que cuatro milenios no pasan en balde!). Parece más bien un milagro que podamos disponer de esta gran epopeya que fue fraguándose en lengua acadia –la más importante epopeya de las civilizaciones sumeria y babilónica–, y que, tantos y tantos siglos después, tengamos la suerte de poder seguir las aventuras del rey Gilgamesh y su amigo Enkidu; la muerte, a manos de los dos, del ogro Humbaba, celoso custodio del Bosque de los Cedros; o que conozcamos, entre otras muchas vicisitudes, las veleidades de la diosa Íshtar o el destino del Toro Celeste...
El volumen contiene una sustancial parte filológica, que ofrece una traducción más literal del poema según la recensión estándar de las doce tablillas en las que se ha conservado. A continuación se da cuenta, aún en el mismo orden científico, de los manuscritos paleobabilónicos y mesobabilónicos de la epopeya. La tercera parte es, con toda probabilidad, la que resultará más provechosa a un lector no versado en las sutilezas filológicas de composición y transmisión del poema: una sugerente versión poética, firmada por Lluís Feliu, que presenta todo aquello que hemos ido conociendo antes en la hermosa forma, ahora, de un canto épico unitario, dotado de una métrica de ritmo percuciente, basado en las numerosas recurrencias de las fuentes originarias. Un trabajo de gran altura filológica (y de excelencia traductora), que, debido a los hallazgos de nuevos manuscritos, como reconocen los editores, perfecciona la que ya habían publicado en 2007.
Varios elementos me gustaría destacar del poema. Por ejemplo, la conversión de Enkidu –“el que sorbió la leche de las bestias”–en una persona civilizada al llegar a Uruk con el objetivo de templar el talante tiránico del rey Gilgamesh. La fiel amistad con este –“un tercio humano, dos terciosdivino”–,despuésdeque,enprimera instancia, se enfrentaran pues el amigo sobrevenido no entendía el derecho de pernada que asiste al rey. Una vez muerto su amigo fraternal, Gilgamesh sale en su búsqueda más allá del río de los muertos,
Una vez muerto su amigo fraternal, Gilgamesh sale en su búsqueda más allá del río de los muertos, y se va asilvestrando
y no se corta el pelo y se va asilvestrando, como si, de este modo, se cerrara el círculo, construyendo un efecto especular con el primer Enkidu que habíamos conocido. Por otro lado, el protagonista anhela la inmortalidad, aunque no puede aspirar a ella por ese tercio humano que alberga su naturaleza (es hijo de hombre y diosa). Todo lo apuntado, y tantos versos que demuestran la hondura de la gran poesía: “Mos ulls miren el sol, que s’atipin de llum! / La tenebra és ben lluny. ¿Hi resta molta llum? / ¿Des de quan un sol mort potveureelsraigsdelsol?”.