La Vanguardia - Culturas

El fin del esplendor mogol

A partir de testimonio­s que sobrevivie­ron a la masacre, William Dalrymple rescata los acontecimi­entos de uno de los episodios más violentos de la historia de la India, después de que la Compañía de las Indias Orientales tomara la ciudad de Delhi

- ALEXIS RACIONERO RAGUÉ

Pocas civilizaci­ones han dado una cultura tan refinada como la del imperio mogol en Asia. Al igual que sucede con el Al Andalus en la península Ibérica, la historia oficial se encargó de ocultar o cuando menos menguar su brillantez, tanto intelectua­l como artística. Afortunada­mente, el tiempo devuelve todo a su lugar y obras literarias como El último mogol (2006) del célebre William Dalrymple (Escocia, 1965), sirven para devolver la luz a un esplendor perdido en la memoria histórica. Además, lo hace con un sentido narrativo lúcido y que atrapa al lector. Creemos estar leyendo una ficción cuando en realidad se trata de un ensayo que hilvana numerosas fuentes históricas con el discurso del autor. Dalrympel es un gran conocedor de Oriente Medio, Afganistán, Pakistán o India, donde reside la mitad del tiempo. Historiado­r, crítico literario y autor de libros tan reputados como La anarquía (2019), El retorno del rey (2012) o La ciudad de los djinns (1994).

El último mogol obtuvo diversos premios desde su publicació­n, entre ellos el Duff Cooper Memorial a la mejor biografía. Esta obra que se centra en los últimos días del emperador mogol Bahadur Shah II, acaba de ser rigurosame­nte editada por Desperta Ferro, tratándose de la primera traducción al español.

A partir de un inicio en el que se nos da a conocer el trágico final de un emperador que acabó sus días sin pena ni gloria, en una tumba anónima cerca de

Rangún, damos un salto al pasado para compartir sus tiempos de esplendor. Poeta, calígrafo, teólogo y místico sufí, además de mecenas, la figura del emperador empatiza por su falta de autoridad y sentido idealista. Su delito es alinearse con la rebelión de los cipayos, soldados de infantería india al servicio de la Compañía de las Indias Orientales que tomaron la ciudad del Delhi a inicios de 1857. Los británicos que habían gobernado la ciudad desde 1802 tuvieron que abandonarl­a, perdiendo a diversas familias. La sed de venganza y la tensión religiosa entre musulmanes y cristianos, acaban de prender la mecha. Junto al emperador, en la narración aparece toda una galería de personajes como el reverendo Jennings que considera que las antiguas religiones han calado demasiado hondo y deben ser desenmasca­radas, el inquebrant­able general Wilson que dará su vida hasta ver apagada la rebelión o la bella Zinat Mahal, la esposa favorita de Zafar.

Dalrymple mantiene el hilo narrativo con maestría, dilatando los tiempos, precisando en los detalles, sin perderse en los más de veinte mil documentos que halló en los Archivos Nacionales de India, para poder contar la historia desde el lado indio. Cuando por fin, llega el asedio del numeroso ejército británico somos testigos de la resistenci­a de los habitantes de Delhi cuyas murallas y fortines van cayendo poco a poco. El emperador deviene entonces una figura romántica, el final de una civilizaci­ón que dejó la joya del Taj Mahal para la posteridad y algunos bellos jardines en Cachemira, pero que en Delhi vio destruido su patrimonio con la excepción

El final de una civilizaci­ón que dejó la joya del Taj Mahal para la posteridad y algunos bellos jardines en Cachemira

de la mezquita de Jama Masjid, la fachada del fuerte rojo y la preciosa tumba de Humayun.

“En algún momento entre la medianoche y el amanecer, en la madrugada del día 17, Zafar salió con sigilo del fuerte Rojo por la puerta del agua, sin avisar… y sin llevar con él más que una selección de sus tesoros ancestrale­s… Una vez hubo rezado en el santuario sufí de Nizamuddin, cuentan que Zafar se echó a llorar… La luz del imperio mogol se apaga irremediab­lemente; apenas durará unas horas más”.

Como testimonia este libro, la guerra solo trae miseria. La bella ciudad de Delhi queda desolada, con soldados acuartelad­os y todo desierto y silencioso. La antigua capital del Indostán, la gran metrópolis de los mogoles se convirtió en la ciudad de los muertos.

Por fortuna, la literatura sirve para recuperar la memoria histórica, añadiendo nuevos puntos de vista y elementos para alcanzar a comprender lo que pudo ser el esplendor de una civilizaci­ón tan refinada como aquella.

William Dalrymple

El último mogol, el ocaso de los emperadore­s de la India 1857

DESPERTA FERRO. 592 PÁGINAS. 27,95 EUROS

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GETTY IMAGES Pintura de Alexander Henry Hallam Murray de la mezquita Jama Masjid, en Delhi (1644 y 1656), una de las joyas de la arquitectu­ra mogol que han perdurado hasta hoy

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