La Vanguardia - Culturas

Las nuevas oportunida­des

Teatro Los estrenos que se preparan para la temporada 2022-2023 en los escenarios barcelones­es apuntan a inicio de un nuevo ciclo, con muchos artistas que buscan una nueva oportunida­d y otros que intentarán consolidar­se

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ANDREU GOMILA

Los escenarios de la ciudad se abren a nombres y estéticas que han quedado bajo las aguas de las dos últimas crisis

Es significat­ivo que no haya ningún Chéjov ni ningún Shakespear­e en las programaci­ones de Lliure y TNC, y pocos clásicos

El nombre de Marta Barceló quizá no les suena. No obstante, la actriz, trapecista y dramaturga mallorquin­a será una de los protagonis­tas de la reanudació­n de la temporada teatral, ya que dos teatros de Barcelona estrenarán textos suyos, Tocar mare (Sala Beckett) y Zona inundable (Teatre Nacional). El primero, muy relacionad­o con Abans que arribi l’alemany, una pieza sobre el alzheimer que estuvo en el Escenari Brossa hace cuatro años y que se ha traducido al inglés, griego, italiano y castellano. El segundo, una obra documental a partir de las brutales inundacion­es que sufrió Sant Llorenç des Cardassar en el 2018.

El caso de Marta Barceló no es único. La temporada que viene es la de las nuevas oportunida­des, que no quiere decir ofrecer alternativ­as de calidad a los jóvenes, que también, sino más bien abrir el panorama teatral de la ciudad a formas, nombres y estéticas que han quedado bajo las aguas de las dos últimas crisis. Es significat­ivo, por ejemplo, que no haya ningún Chéjov ni ningún Shakespear­e en las programaci­ones de Lliure y TNC, y pocos clásicos. Un Lorca, un Priestley, un O’Neill y un Guimerà asoman la cabeza de manera discreta entre la marea de autores contemporá­neos. Es verdad que los cuatro se llevan las grandes produccion­es de los teatros públicos, pero parece que el teatro barcelonés quiere, de una vez por todas, mirar hacia Europa, donde lo que manda siempre es lo que se está haciendo y escribiend­o ahora y no lo de hace ciento cincuenta años.

Son muchos los artistas de aquí que hace años que trabajan de lo lindo que piden una alternativ­a. Jordi Prat i Coll y José y Sus Hermanas, por ejemplo, buscan el do de pecho en el Lliure, con, respectiva­mente, Fàtima, una pieza espléndida que ya hemos podido ver en el

Grec, y Concurso de malos talentos.Noes que sea su última oportunida­d de subir de peldaño y convertirs­e en imprescind­ibles, pero sí de salir del terreno nebuloso de las medias tintas donde se ve encerrada buena parte de la población teatral, tan precaria, tan carente de recursos.

Judith Pujol, Cultura en Conflicte, Josep Julien, Daniel J. Meyer, incluso Magda Puyo, que vuelve a la carga con dos obras después de años de dirigir el Institut del Teatre, intentarán que no sea la última vez que les programa un teatro público. Barcelona es la ciudad de los muros. Cuesta mucho subirlos y, cuando estás arriba, cualquier racha de viento te devuelve al suelo.

Entre los jóvenes de verdad que hay que seguir de cerca tenemos a Lucia del Greco, que el año pasado dirigió un espléndido El desig del cor en el Tantaranat­a, que encabezará una producción de la Beckett y Temporada Alta a partir de una obra de David Plana. No nos olvidemos de Moha Amazian, el extraordin­ario actor de Vic a quien vimos en el Carrer Robadors de Julio Manrique-Mathias Énard, que hará Bonobo en el TNC. O de Juana Dolores Romero, que también en Temporada Alta y después en el Antic Teatre estrenará nueva pieza, HIT ME IF I’M PRETTY o Vladímir Maiakovski es va suïcidar per amor, después del impactante #JUANA DOLORES# *massa diva per a un moviment assemblear­i*. En la Beckett, a finales de octubre, Anna Serrano y el colectivo Amaga debutarán con Allò que hi ha després del diumenge. Y en el Tantaranta­na, Raquel Loscos dirige Mi madre en bragas. La escenógraf­a y figurinist­a Sílvia Delagneau, codirector­a de algunos montajes pequeños y de experienci­as teatrales, da un paso de gigante con RAVE en el Lliure. Son

nombres que hay que seguir de cerca.

A nivel internacio­nal, Barcelona sigue las tendencias continenta­les, donde belgas y portuguese­s marcan la línea a seguir, la vanguardia y el deseo. En el TNC, por mor del buen entendimie­nto entre la directora Carme Portaceli y el KVS de Bruselas, nos llegará la coproducci­ón de Bovary (marzo del 2023) y Michael de Cock dirigirá la versión catalana de L’alquimista de Marguerite Yourcenar (mayo del 2023), pero antes habremos tenido la producción portuguesa del Assaig sobre la ceguesa (septiembre), adaptada por Clàudia Cedó, y el Tryptich de los belgas Peeping Tom (noviembre).

En el Lliure, el flamante nuevo director del Festival de Avinyó, el portugués Tiago Rodrigues, recuperará Catarina e a beleza de matar fascistas, una pieza anulada por la pandemia. Y los belgas Miet Warlop y Anne-Cécile Vandalem nos ofrecerán, respectiva­mente, Kingdom (marzo del 2023) y One song (abril del 2023). También vuelven el chileno Marco Layera y el argentino Pablo Messiez, autores y directores que añoramos desde Paisajes para no colorear y El temps que estiguem junts.

Como apunte negativo, sorprende que espectácul­os tan buenos como Una imagen interior, de El Conde de Torrefiel, y Mivion. Ràdio Sarajevo, de La Conquesta del Pol Sud, no tengan teatro en Barcelona para hacer temporada y que más gente los pueda descubrir después de pasar con éxito por el Grec. Dos compañías que hacen gira por Europa y son recibidos con fervor allí donde van. Para pensar.

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