Espiral de puertas
Novela El narrador del nuevo libro de Enrique Vila-Matas, que es él mismo, observa símbolos en puertas y cuartos contiguos que le ayudarán a encontrarse a sí mismo tras un viaje por Cascais, París, Montevideo, Reikiavik, San Galo y Bogotá
La narrativa de Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) es abiertamente biográfica, donde la biografía real y la literaria se confunden y retroalimentan para convertirse en legendaria. La suya es una vida alimentada por los viajes como –para singularizar– las novelas Lejos de Veracruz (1995) y El viaje vertical (1999), o el ensayo El viajero más lento (1992). Y junto a las ciudades, muchas veces vistas desde la habitación de un hotel, las lecturas y los amigos escritores con los que se identifica. Aspectos que de una forma u otra aparecen en cada una de sus obras, que al mismo tiempo son radicalmente distintas. Por sus lecturas, se puede hablar de una biblioteca VilaMatas.
Todo esto se da de una forma mucho más acentuada en la desconcertante Montevideo, donde los hoteles y Cortázar son los centros narrativos. A diferencia de otras obras suyas, no está tan presente la ligereza inventiva, hay una mayor densidad y el relato resulta más complejo. Reaparece brevemente Barcelona, su Barcelona, que nos resulta familiar; la portuguesa Cascais; París, que le inspira el fragmento París y que, nuevo Bartleby, le bloquea como escritor, hasta que pueda “volver a escribir, pero empezando una nueva etapa, con un nuevo estilo”, como lo estamos viviendo aquí; una experiencia negativa en Bogotá, en los últimos días del siglo pasado, “cuando más conflictivo era todo en Colombia” y donde sufrió las insoportables gestiones burocráticas que sufriría yo más tarde; o la ilerdense Àger, del artista Benet Rossell y de su sobrino Sandro Rosell.
Para finalmente llegar a Montevideo: “Había pasado años queriendo encontrarme frente a la puerta que escondía el armario, años esperando un día entrar en un cuarto y situarme en el lugar exacto en
Obra profunda donde aspira a iniciarse en el arte de saltar de un lado a otro, sin abandonar nunca los temas centrales
el que irrumpía lo fantástico en el cuento de Cortázar La puerta condenada”. Y esta será la búsqueda obsesiva del narrador tras la que la realidad se le escapa continuamente. Vive así experiencias extrañas, como la del niño que llora pese a que no hay niños en el hotel, o la maleta roja con su araña gigante.
Y, sobre todo, la llave Única, que le servirá para abrir la puerta de la deseada habitación y poder así volver a ser él.
El narrador, el propio Vila-Matas, aspira a iniciarse en el arte de saltar de un lado a otro en un continuo desplazamiento, sin abandonar nunca los temas centrales, lo que nos permite ver lo que nadie ha percibido, combatir la trama tradicional y acabar con el narrador decimonónico tan agudamente estudiado por Lukács, para tratar cuestiones difíciles y complicadas con levedad, del mismo modo que la llave Única nos permitiría entrar en la oscuridad y estar atentos a la voz que escuchamos dentro de nuestras mentes.
En esta aventura nos acompañan personas familiares al lector como Yvette Sánchez o Dominique Gonzalez Foerster y escritores a los que dedica perceptivos comentarios como Julio Herrera y Reissig, Néstor Sánchez, Herman Melville, Robert Walser, Samuel Beckett , Antonio Tabucchi o Rodrigo Fresán, con frases que a veces son expresión de una poética, como la de W. H. Auden señalando que el Quijote “cazaba un atisbo de la realidad y dejaba que la imaginación hiciera el resto”. Imaginación, añado yo, que es la auténtica realidad, como lo son los gigantes que en nuestra mezquina realidad vemos como molinos; o la de Sánchez Ferlosio: “El argumento quedó parado y sobrevino la felicidad”.
Montevideo es la novela más ambiciosa del siempre genial Vila-Matas, en la que sacrifica con frecuencia la invención en favordelamásexigenteautenticidad. |
Enrique Vila-Matas
Montevideo
SEIX BARRAL. 304 PÁGINAS. 18,90 EUROS