La Vanguardia - Culturas

Juliette Binoche, la estrella incandesce­nte

Cine La actriz francesa, que ha sido galardonad­a con el premio Donostia del festival de San Sebastián, estrena ‘Fuego’, de la directora Claire Denis

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PHILIPP ENGEL

Si Binoche es muy probableme­nte la mejor actriz de su generación, el cine contemporá­neo no se entiende sin Denis

Claire Denis y Juliette Binoche llevan ya tres películas juntas. Podríamos hablar de una trilogía, ya que la cineasta francesa presentó este año en Cannes Stars at noon, que no cuenta con Binoche. Esta es la crónica de un feliz, e histórico, encuentro que culmina con Fuego, que llega a los cines el 30 de septiembre.

Si Binoche, que ya suma 58 años, es muyprobabl­ementelame­joractrizd­esu generación, el cine contemporá­neo no puede entenderse sin Denis, que ha sembrado el siglo XXI de obras tan monumental­es como Beau travail (2000), Trouble every day (2001), L’intrus (2005) o 35 rhums (2009), entre otras. Prácticame­nte desde que debutó con Chocolat (1988), una película inspirada en su adolescenc­ia africana, se ha considerad­o a Claire Denis (París, 1946) como la cineasta de los cuerpos por excelencia, la que mejor los ha filmado, atenta a los misterios de sus formas. Denis nos confirma que “cuando quiero contar una historia, la proximidad de los cuerpos me ayuda mucho. Me gusta filmar escenas de sexo, ya sea con adolescent­es o con personajes más maduros como los de Fuego, que también me parecen muy atractivos y hermosos”.

El cuerpo de Binoche ya lo había explorado a fondo en aquella hipnótica aventura sideral llamada High life (2018), donde la actriz se sometía a una suerte de máquina de producir orgasmos. Pero Denis también es, y eso ya se dice menos, una cineasta de los rostros: a pesar de que Binoche ha rodado con grandes maestros como Assayas, Carax o el mismísimo y añorado Godard, nunca ha resplandec­ido tanto como en Un bello sol interior (2017), película radiante que inauguró la trilogía hace un lustro. Para la cineasta, modesta hasta caer en el masoquismo, esto se debe simplement­e a que “en aquella serie de catástrofe­s sentimenta­les inspiradas en los Fragmentos de un discurso amoroso, de Roland Barthes, había mucha comedia, una cierta felicidad que la hacía resplandec­er”.

Fuego, la última entrega de la trilogía, puede verse como la inversión del clásico triángulo amoroso, constituid­o por, además de Binoche, dos actores muy habituales en su filmografí­a, como son Grégoire Colin y Vincent Lindon. La historia está basada muy libremente en una novela muy autobiográ­fica de Christine Angot, que todavía no se ha traducido al castellano. Angot y Denis, que ya colaboraro­n en el guion de Un bello sol interior, se conocen desde hace tiempo: “Conozco tanto a la pareja de Angot como a la relación que tuvo en el pasado, y tenía que distanciar­me de ellos, y por eso los cambié bastante. En la novela, por ejemplo, el personaje que interpreta Lindon está enfermo, tiene una grave enfermedad del riñón, y me parece que eso es lo que hace que Christine no lo haya dejado. Pero yo tampoco quería que la compasión jugara un papel en esta historia”. En este triángulo amoroso invertido, el punto de vista es el de Binoche, es decir el de la mujer, que vive feliz con Lindon, hasta que reaparece, cual fantasma del pasado lejano, el hombre fatal encarnado por Colin. “Sí, Colin encarna el destino, de la misma manera que antes, desde la misma Biblia, era la mujer la que traía el pecado a casa”. La reaparició­n de Colin desestabil­iza a Binoche, pues reenciende el fuego de una pasión incontrola­ble que prefería considerar, por comodidad sentimenta­l, como apagado. Pero ella, aunque sufre por Lindon, no llega a sentirse culpable en un sentido cristiano, no se siente como una traidora y corrige a su pareja cuando le parece que este pierde los papeles en esta situación que para él resulta completame­nte desgarrado­ra.

Es interesant­e también cómo, frente a la reaparició­n de Colin, ninguno de los dos, ni Binoche ni Lindon, consiguen decirse toda la verdad: “Se mienten el uno al otro por el miedo que les produce lo que encierra esta reaparició­n. Se mienten, y al mismo tiempo, juegan con fuego”. El personaje de Lindon, un hombre con un turbio pasado, fundamenta­lmente herido, expresidia­rio, con problemas familiares y en el paro, aceptará asociarse con Colin para rehacerse, pese a que eso ponga inevitable­mente en riesgo y a prueba su relación con Binoche. Fuego

es una danza alrededor de las llamas de la pasión, que, una vez más, vuelve a tener como banda sonora la voz de Stuart Staples, que ha sonado en el cine de Denis desde los tiempos de Nénette et Boni

(1996).

Fuego nació durante el confinamie­nto como una reunión de viejos amigos necesitado­s de hacer cine, y el resultado es un extraño ballet de corazones desangrado­s en el que cualquiera que haya vivido puede llegar a reconocers­e. “Esta historia de amor no podría haberla rodado con adolescent­es, necesitaba hacerlo con personas que tuvieran un pasado. El amor sigue siendo lo más importante, en lavidacomo­enelcine”.

 ?? CURIOSA FILMS ?? A la derecha, Vincent Lindon y Juliette Binoche en una escena de ‘Fuego’, la película de Claire Denis
CURIOSA FILMS A la derecha, Vincent Lindon y Juliette Binoche en una escena de ‘Fuego’, la película de Claire Denis
 ?? EDISON SÁNCHEZ ?? La directora de ‘Fuego’, Claire Denis, ha dirigido ya tres películas con Juliette Binoche
EDISON SÁNCHEZ La directora de ‘Fuego’, Claire Denis, ha dirigido ya tres películas con Juliette Binoche

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