“Puro plomazo”
“Ahí asoman esos culeros”; “Jijos de su pinche madre”; “Orita sí que tronaron sus chicharrones”; “La verdá pelona”... Pérez-Reverte confiesa haber vaciado un centenar de crónicas de época para adecuar el lenguaje de los revolucionarios, que impresiona al lector y dará dolor de cabeza a los traductores. Inquietud nada nueva en el autor que dedicó su discurso de la RAE a “El habla de un bravo del siglo XVIII”.