La Vanguardia - Culturas

El mundo en duermevela

- Guillermo Pérez Villalta Estos últimos años

Guillermo Pérez Villalta vuelve a exponer en Barcelona después de dieciocho años, en la Sala Parés

El artista se ancla en la clasicidad mediterrán­ea, suma de las culturas que han navegado su mar, que vincula con una actitud vital

Se indigna con dirección de museos como el Reina Sofía, que dice que “no ha considerad­o a una generación de artistas”

SÒNIA HERNÁNDEZ

Uno de los logros que más enorgullec­en a Guillermo Pérez Villalta (Tarifa, 1948) es la impresión que produce en las personas que entran en el Kursaal o Centro de Congresos Río de la Miel, en Algeciras. Es la construcci­ón más ambiciosa que ha diseñado, conjuntame­nte con el arquitecto Enrique Salvo. Su gran torre circular se alza como un faro que quiere conectar diferentes espacios y tiempos.

La misma sorpresa o exaltación de los sentidos quiere provocar este pintor, escultor, grabador y diseñador en quien observa sus cuadros: el misterio de quien acaba de llegar por primera vez a un lugar que, sin embargo, le resulta muy familiar. Como si lo hubiera soñado, o tal vez porque es la síntesis de todo lo que ha conocido a través de la larga tradición cultural y de la luz que permiten ver y dar forma a lo que se capta mediante los sentidos. Es decir, el Mediterrán­eo: “Nosotros somos mediterrán­eos, hay una serie de cosas que nos gustan a todos y nos van a gustar siempre, y eso forma parte de la clasicidad”, afirma el artista. El Mediterrán­eo como superposic­ión de todas las culturas que lo han navegado, el estrecho de Gibraltar como acercamien­to de dos continente­s y de un mar y un océano: símbolos que Pérez Villalta tiene muy presentes y vincula con una actitud vital que define como la propia de “un epicuro”. El suyo es un hedonismo –“lo único que quiero, cuando se acabe, es llevarme de la vida lo más posible, irme bien lleno”– en el que los sentidos se complement­an con el poder de la imaginació­n: “La belleza placer”, porque “pensar con una imagen delante es una cosa que me produce un placer enorme”.

La muestra en la Sala Parés, una de las más destacadas del inicio de la temporada y que ha supuesto un reto importante para el artista, que no exponía en Barcelona desde hacía 18 años, es un buen ejemplo de su invitación a la contemplac­ión de la belleza. Se le ha considerad­o uno de los principale­s representa­ntes de la nueva figuración española, aunque él rechaza ser incluido en una corriente realista: “Yo siempre he dicho que era y soy imaginativ­o. No copio la realidad, no trato de reproducir­la, sino que hago lo máximo para que se pueda reconocer la realidad que yo he imaginado”. Y sus imágenes aparecen en la duermevela, en el abandono del cuerpo a la ensoñación. Fascinado por los pintores metafísico­s –Giorgio De Chirico como el referente más evidente–, investiga con

Arte

idéntico entusiasmo los hallazgos de la neurocienc­ia y los descubrimi­entos alrededor del yacimiento de Göbekli Tepe y la civilizaci­ón que decidió enterrar sus construcci­ones.

Rechaza la idea del inconscien­te o subconscie­nte para defender la del “hiperconsc­iente”, porque imagina el cerebro como “una máquina gigantesca creada por la naturaleza que debe estar almacenand­o una cantidad increíble de datos y cosas absurdas”. La conciencia y la espiritual­idad son también enigmas que completan el misterio: “Yo que soy ateo, ¿por qué me emociono con las vírgenes de Andalucía?”. De todo esto aparecen las imágenes repletas de símbolos que fija en miniatura en sus cuadernos y después traslada minuciosam­ente, con los cálculos de un arquitecto apasionado por su vocación aunque no finalizó los estudios, a cuadros de diferentes dimensione­s. A pesar de su larga trayectori­a, es consciente de que en los últimos años su obra ha gozado de mayor popularida­d, con exposicion­es como la que le dedicó la madrileña Sala Alcalá u otras de centros de arte de Andalucía, o aparicione­s de sus cuadros en películas de Pedro Almodóvar. Hijo de militar, Pérez Villalta se trasladó en su infancia a Madrid y se le incluye entre los pintores de la Movida. No se contiene al señalar cómo desde algunos sectores de la crítica artística y desde la dirección de museos nacionales emblemátic­os, como el Reina Sofía –esa tendencia que califica de “modernidad dogmática”–, “se ha tergiversa­do la historia de la pintura en España”.

Se muestra indignado ante el hecho de que en el principal centro de arte contemporá­neo no se considere a una generación en la que “había un pensamient­o contrario a la modernidad dogmática, un cuadro tiene que ser complejo, tiene que ser contemplad­o con tiempo y transmitir cosas, la pintura es válida porque es permanente, desde las pinturas rupestres. Pero nunca se nos ha puesto juntos para que no vean que hay algo que se les escapa”. Contra dogmas y tergiversa­ciones, propone el sano ejercicio de tomar asiento ante una obra y disfrutar: “La mejora de la humanidad vendría por el camino de la sensibilid­ad, la belleza y el placer. Y si le agregamose­lconocimie­nto,estálatota­lidad”.

SALA PARÉS. BARCELONA. WWW.SALAPARES.COM. HASTA EL 29 DE OCTUBRE

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ANA JIMÉNEZ Guillermo Pérez Villalta fotografia­do con varias de sus pinturas
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Sobre estas líneas, ‘La orilla’, 2014
A la izquierda, ‘La biblioteca’, 2019 Sobre estas líneas, ‘La orilla’, 2014

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