Pasen y lean a Aixa de la Cruz
Narrativa Nueva novela de la autora vasca, donde profundiza en la enfermedad mental sin abandonar su reflexión como mujer, trabajadora y, ahora, madre
MEY ZAMORA
Aixa de la Cruz (Bilbao, 1988) es una veterana de la escritura pese a su edad. Debutó en el 2007 con Cuando fuimos los mejores. En el 2019 eclosionó con Cambiar de idea (premio Euskadi de Literatura 2020 y Librotea), una crónica autobiográfica, breve e intensa, escrita con firmeza y resolución. Con Las herederas agranda su literatura sin abandonar los temas que la acompañan en su condición de mujer, ahora madre, y trabajadora.
La abuela Carmen se quitó la vida hace unos meses y sus cuatro nietas –las hermanas Olivia y Nora, por una parte, y Erica y Lis, por otra– vuelven a la casa que han recibido en herencia para determinar el futuro de la vivienda y replantearse su futuro. La novela dibuja una constelación femenina en un universo familiar donde los hombres son satélites.
Estamos ante un título de tintes clásicos. El regreso a la casa de la familia y la apertura del baúl de los recuerdos es también una constante literaria. Hay muchos relatos recientes que plantean la sanación que supone alejarse del asfalto para reencarnarse en vida en un entorno natural (aunque sea con el repartidor de Amazon en la puerta como plantea con sorna este texto). Todos estos lugares comunes están presentes, pero no definen la novela, solo la enmarcan.
Prima aquí la creación de una atmosfera más allá de lo meramente descriptivo: un ambiente complejo, con placas tectónicas que se desplazan. Un aire denso impregna estas páginas y remueve. Siente quien lee cómo el foco cambia, cómo los personajes entran y salen de la casa y de sí mismos; vamos captando diferentes ángulos, hasta completar una figura, un prisma. Es un relato poliédrico y armónico donde las primas y el referente de la abuela suicida transitan con sus pensamientos y elucubraciones complejas.
Lo onírico tiene peso en el relato. Resulta inquietante y perturbador, como a veces son los sueños. La cordura y el desvarío se alternan para afrontar la existencia y sus retos (la maternidad, el aborto, la crianza, la precariedad laboral, la enfermedad mental…).
Por momentos es Olivia quien nos guía. Médica cardióloga, controla y cuida. Asume la tarea de vigilar a su hermana Nora, que tiene problemas con las drogas (y aspira a un año de letargo como el del personaje de Ottesa Moshfegh). A ratos es Lis, que ha sufrido un episodio psicótico y es madre de un niño pequeño, quien toma el mando del relato. O su hermana Erica, defensora a ultranza de los poderes de la naturaleza y de ritos alternativos. Olivia y Lis; Nora y Erica forman tándem. No siempre. Las cuatro mujeres resultan ser una cosa y la contraria. Ser una parte y el todo.
La sombra del suicidio de la abuela es alargada. ¿Hay una predisposición genética a la adicción y al trastorno mental? El consumo de estupefacientes y de ansiolíticos no es un invento nuevo –del Optalidón de entonces al Valium de hoy–. Tampoco la complejidad de las relaciones familiares, el lugar que conforme se envejece se define como “el espacio simbólico en el que se busca culpables”. Hay digresiones sin artificio de temas de calado como las enfermedades psíquicas.
El texto rezuma madurez formal y de fondo. La literatura de Aixa de la Cruz parece surgir de un motor en funcionamiento constante, que exhala páginas repletas de vida, de interrogantes, de tanteos, lejos de convencionalismos y muy cerca de la realidad.
La obra dibuja una constelación femenina en un universo familiar donde los hombres son satélites
Aixa de la Cruz
Las herederas
ALFAGUARA. 328 PÁGINAS. 19,90 EUROS