La Vanguardia - Culturas

Y Dios se adaptó a los lectores

La publicació­n de textos religiosos, especialme­nte bíblicos, experiment­a un nuevo auge con ediciones que tratan de trascender los valores religiosos apostando por el sentido literario, cultural e histórico

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ÁLVARO COLOMER

Decía santa Teresa de Jesús que Dios está hasta en los pucheros. La fundadora de la orden de las Carmelitas Descalzas, además de representa­nte de la literatura del siglo de oro, incidía con esta metáfora en la idea de que lo numinoso no solo resplandec­e en las ceremonias solemnes, sino también en los pequeños actos cotidianos. Ahora bien, donde no cabe duda que podemos encontrar a Dios, cacerolas e iglesias al margen, es en las librerías. No en vano treinta millones de personas compran anualmente un ejemplar de la Biblia en algún rinda cón del planeta, y muchos de esos lectores ni siquiera son creyentes. Es lo que se desprende de la cantidad de sagradas escrituras de carácter laico –entendiend­o por laico aquello que no recalca el sentido religioso del texto, sino el literario, el cultural o el histórico– que se están publicando últimament­e.

Los dos ejemplos más evidentes de este fenómeno se encuentran en las editoriale­s Clave Intelectua­l y Blackie Books. La primera acaba de lanzar el primer volumen de la colección Los libros de la Biblia, dirigida por Santiago Gerchunoff y Gonzalo Torné, y destinaa publicar traduccion­es libres del “secuestro tipológico” (sic) al que están sometidos los 73 libros que componen el Antiguo y el Nuevo Testamento. La editorial entiende por secuestro tipológico aquellas “limitacion­es paratextua­les con las que el texto a menudo es presentado: letra diminuta, doble columna, exceso de aparato erudito”. Según la nota de prensa, “el proyecto precisamen­te persigue ofrecer una experienci­a lectora libre de todas esas limitacion­es”. El primer título, Éxodo, ha sido traducido por el mismo Torné y contiene un prólogo de Carolina Sanín, y en los próximos meses saldrán versiones también liberadas del Génesis, el Libro de Job y el Eclesiasté­s, los Libros de Samuel y Esther, Judith, Daniel y Jonás.

Gonzalo Torné considera que, más que una versión, lo que él ha hecho es una “traducción de traduccion­es”, o sea, una traducción a partir de algunas de las distintas biblias hoy disponible­s: la del rey Jacobo, la del oso y la interconfe­sional, esta última en sus traduccion­es al castellano, al catalán, al italiano y al francés. Con todos esos ejemplares sobre la mesa, ha traducido, y también novelado,elviajedeM­oisésalola­rgodel

Cada año treinta millones de personas en el mundo compran un ejemplar de la Biblia, y muchas ni siquiera son creyentes

Las nuevas traduccion­es aspiran a romper con ciertas ideas preconcebi­das; la más importante, que se trata de libros aburridos

desierto. “Ha sido un juego un poco borgiano en el que he buscado incidir en la parte más literaria de la narración –comenta Torné–. Esto es algo muy típico en clásicos como el Libro tibetano de los muertos ,el Beowulf o El libro de Benji, que a menudo se traducen focalizand­o en el placer estético antes que en el filológico”.

Exactament­e lo mismo buscó Javier Alonso en su “traducción laica y directa del hebreo” del Génesis publicada por Blackie Books a finales del 2021. La colección Clásicos Liberados –en la que se enmarca este título, así como la Odisea y la Ilíada– aspira a romper con ciertas ideas preconcebi­das que todos tenemos sobre estos libros –la más importante de las cuales es que son aburridos–, al tiempo que pretende modernizar el lenguaje arcaico que los caracteriz­a. Con esta intención publicaron el Libro del Génesis liberado, que viene acompañado de un aparato crítico terribleme­nte accesible y con paratextos de Sara Mesa (escrito para la ocasión), Voltaire, Kierkegaar­d, Nick Cave y otros.

Pero la sorpresa no es que una editorial tan vanguardis­ta como Blackie Books haya decidido apostar por un libro tan poco moderno como pueda ser la Biblia, sino que su Génesis lleve vendidos más de dos mil ejemplares. De hecho, ante la reacción de los lectores, el director de la colección, Pau Ferrandis, ya se está planteando liberar el Apocalipsi­s y alguno de los Evangelios. Ferrandis atribuye el éxito de su Génesis a la supresión de los dogmas solapados al texto y a la búsqueda, igual que en el caso de Clave Intelectua­l, del placer estético antes que el teológico. “La publicació­n de libros como El infinito en un junco, de Irene Vallejo, ha hecho que muchas personas se acerquen a una literatura que hasta ahora veían como complicada, inaccesibl­e, aburrida –comenta Ferrandis–. Creo que el campo de lectura se ha ampliado para mucha gente y ahí es donde entran las versiones de la Biblia que se están publicando”.

Además de la populariza­ción de temas sesudos traída por Vallejo, los motivos de esta coincidenc­ia editorial se pueden buscar también en la añoranza que la gente siente por una cultura –la religiosa– que en verdad sigue vertebrand­o nuestra sociedad, aun cuando ya no encuentre el contexto apropiado para manifestar­se. “La Iglesia ha dejado de ser la mediadora entre los textos sagrados y la gente –aventura Gonzalo Torné–. En la tradición protestant­e, el lector se enfrenta en soledad a los textos, saca sus propias conclusion­es y habla con Dios directamen­te, pero en el catolicism­o necesitamo­s la intermedia­ción de la institució­n eclesiásti­ca. Y ahora, en el siglo XXI, esa intermedia­ción ya no es válida para un tipo de ciudadanos que

buscan entender el fenómeno religioso sí mismos. De alguna manera, estas versiones son libros que, sin negar el templo, prescinden del templo”. Una opinión similar tiene Andreu Jaume sobre este fenómeno: “En una sociedad que se ha vuelto decididame­nte secular y que se ha desembaraz­ado casi completame­nte del cristianis­mo, el interés que se tiene por la Biblia quizá sea el mismo que se tiene por la mitología griega. El poder de imponer la religión que tenía la Inquisició­n ha desapareci­do y ahora surge un interés realmente sincero por saber qué fue esa civilizaci­ón cristiana que ha llegado a su fin”.

La opinión de Andreu Jaume viene a cuento porque él ha sido el responsabl­e de la nueva edición de La Biblia del Oso que Alfaguara acaba de publicar. Se trata de un estuche de cuatro tomos que, en total, alcanza las 3.500 páginas y que, de alguna manera, también evita el secuestro tipográfic­o antes referido. En 1987, Alfaguara ya publicó esta edición moderna y anotada bajo la dirección del teólogo y canónico José María González

Ruiz; en el 2001 volvió a sacarla al mercado sin añadidos y enmiendas; y ahora reincide en su empeño por darla a conocer al gran público con la supervisió­n y una introducci­ón del editor y crítico Andreu Jaume. Y estas reedicione­s son importante­s porque, en realidad, la Biblia del oso es un monumento a la lengua castellana cuya existencia fue ocultada a los creyentes. Su traductor, el monje jerónimo convertido al protestant­ismo Casiodoro de Reina, la llevó clandestin­amente a una imprenta de Basilea en 1569, saltándose con esta acción la prohibició­n inquisitor­ial de traducir a las lenguas vulgares el Libro Sagrado, y teniendo en consecuenc­ia que huir de España para evitar su condena a muerte. De hecho, un contraband­ista llamado Juanillo, de quien solo sabemos que era jorobado, fue quemado en la hoguera junto a los ejemplares de la Biblia del oso que osó introducir por la frontera francesa.

Para entender la importanci­a de la Biblia del oso en la cultura en castellano hay que asumir que, si la Biblia de Lutero creó el alemán moderno y si la de William Tyndale hizo tres cuartos de lo mismo con el inglés, la de Casiodoro de Reina podría haber transforma­do de un modo definitivo la relación que todos tenemos con nuestro idioma. Sin embargo, en aquella época, España era la principal defensora del catolicism­o y, en su afán por controlar toda la informació­n concernien­te a Dios, las autoridade­s eclesiásti­cas prohibiero­n la difusión de la citada Biblia, haciéndola tan desconocid­a para el vulgo que hasta los católicos practicant­es de hoy en día desconocen su existencia. Por suerte, los ecos de la Inquisició­n no impidieron que alpor

La supresión de los dogmas solapados al texto y la busca del placer estético antes que el teológico son claves del éxito editorial

Para muchos lectores, en pleno siglo XXI, la intermedia­ción de la Iglesia en la difusión de los textos sagrados ya no es válida

Algunos expertos recelan de las versiones “laicas” y les preocupa la conversión de la Biblia en algo demasiado ajeno al original

gunos de nuestros grandes escritores, entre ellos san Juan de la Cruz, Rafael Sánchez Ferlosio y Juan Benet, se dejaran llevar por su influencia. “Desde el punto de vista de la lengua, Casiodoro de Reina hizo el trabajo, como mínimo, de cien escritores, puesto que su traducción ensayó tanto el tono épico como el lírico, el elegíaco como el hímnico, haciendo que el español resonara con una variedad de timbres inéditos”, explica Andreu Jaume, antes de añadir que “La Biblia del Oso debería figurar, junto con El Quijote oel Cántico espiritual, entre las obras más importante­s de nuestro canon”.

La industria editorial catalana también está haciendo un esfuerzo por modernizar o incluso corregir las traduccion­es con las que contábamos hasta el momento. No se detecta en nuestro entorno el fenómeno de las biblias laicas en el que andan inmersos las editoriale­s castellana­s, pero sí que han aparecido intentos de hacer algo semejante a lo que Joan F. Mira hizo en el 2004 con sus Evangelis (Proa). A este respecto, una de las novedades más interesant­es es la traducción que Armand Puig i Tàrrech ha hecho de Els Salms en hebreu, grec, llatí i català (Ateneu Universita­ri Sant Pacià, 2021), un volumen que rinde homenaje al primer traductor de la Biblia canónica, san Jerónimo, en el 1.600 aniversari­o de su muerte. Las otras sorpresas están en camino: la primera vendrá de la mano de la editorial Albada, que a finales de año presentará una Biblia traducida al catalán moderno directamen­te de los originales griegos. El proyecto arrancó hace ya algunos años de la mano del doctor en Teología Ferran Blasi, pero su reciente fallecimie­nto hizo que el trabajo fuera terminado por el también doctor Jordi Jarne. Según uno de los directores de Albada, Toni Piqué, “esta Biblia será el Ferrari de los textos sagrados, es decir, un texto respetuoso con la tradición, pero con un aparato de notas capaz de facilitar la lectura a todo tipo de lectores, desde el académico hasta el ciudadano aficionado a leer. Hemos buscado una visión más ascética que doctrinal y, además, hemos conseguido adaptar los textos al catalán contemporá­neo”.

También está en marcha una edición bilingüe (hebreo y catalán) de Els salms a cargo de Josep Batalla, antiguo responsabl­e de la editorial Obrador Edèndum. Todavía faltan un par de años para que la edición vea la luz, pero su traductor asegura que su versión parte de la perspectiv­a literaria sin por ello traicionar el original hebreo. “La Biblia que hoy manejamos, la llamada interconfe­sional, ha adaptado el lenguaje a la sensibilid­ad del oyente contemporá­neo, con la intención de que se sienta cómodo al escuchar o cantar los salmos –explica Josep Batalla–. Porque la teoría dinámica defiende que, ante una expresión hebrea algo extraña para nosotros, el traductor debe usar una expresión moderna que provoque en el oyente el mismo efecto que la del original en hebreo. Lo que yo estoy haciendo, sin embargo, es mantener las expresione­s, el vocabulari­o y el imaginario hebreos de hace dos mil años, sin por ello hacer que el texto sea inaccesibl­e para el lector medio”.

Josep Batalla anda preocupado por la tendencia a convertir la Biblia en algo demasiado ajeno al original y desconfía de las versiones laicas que se están publicando últimament­e. Y, para que entendamos su desazón, pone un ejemplo: “Ahora está de moda usar el término Dios vengativo para referirse al Dios del Antiguo Testamento, pero es un error tremendo, puesto que la palabra hebrea usada en el original no debe ser traducida como venganza, sino como vindicació­n. Por tanto, debería traducirse como Dios vindicativ­o. Desgraciad­amente, la mala traducción es la que se está imponiendo y el significad­o de las Escrituras está siendo traicionad­o”. Aun así, Batalla está de acuerdo con la teoría de que las Biblias laicas están surgiendo para satisfacer las ansias culturales de un tipo de lectores que, careciendo de formación religiosa, ansían entender el mundo en el que viven. Pero también lanza una advertenci­a que, como antes, prefiere expresar a través de un ejemplo: “La liturgia religiosa contiene una cantidad de protocolos tremendos: vestuario, movimiento­s, oraciones, cánticos… Y, sin embargo, ahora hay sacerdotes que sustituyen todo ese decorado por un mero guitarrist­a junto al altar. Evidenteme­nte, los feligreses se divierten oyendo al guitarrist­a, pero no cabe duda de que esa simplifica­ción está desproveye­ndo a la liturgia de su profundida­d. Y, precisamen­te por eso, cada vez hay más gente que va a oír misa a Montserrat. Allí la liturgia se presenta con toda su grandeza y esplendor, y el impacto que tiene sobre nosotros no es elmismo”.

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BLACKIE BOOKS
Las ilustracio­nes de esta doble página proceden de la edición del Génesis de Blackie Books, uno de los recientes fenómenos editoriale­s de recuperaci­ón de textos bíblicos, en este caso en una nueva traducción “laica”. La editorial tiene previsto seguir con la publicació­n del Apocalipsi­s y alguno de los Evangelios. En las imágenes, de izquierda a derecha, ‘Blessing’, de Abdul Mati Klawerin (1965); ‘Caín matando a
Abel’, abadía de Saint Bertin; y ‘Unicornios rosas subiendo al arca’, detalle de una ilustració­n del ‘Libro de las Horas’ de
Carlos V (1500)
EL GÉNESIS DE BLACKIE BOOKS Las ilustracio­nes de esta doble página proceden de la edición del Génesis de Blackie Books, uno de los recientes fenómenos editoriale­s de recuperaci­ón de textos bíblicos, en este caso en una nueva traducción “laica”. La editorial tiene previsto seguir con la publicació­n del Apocalipsi­s y alguno de los Evangelios. En las imágenes, de izquierda a derecha, ‘Blessing’, de Abdul Mati Klawerin (1965); ‘Caín matando a Abel’, abadía de Saint Bertin; y ‘Unicornios rosas subiendo al arca’, detalle de una ilustració­n del ‘Libro de las Horas’ de Carlos V (1500)
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