“Debemos traducir los textos bíblicos con igual libertad que los clásicos”
La editorial Fragmenta, incuestionablemente uno de los sellos más importados en el ámbito de las religiones desde la perspectiva aconfesional, tiene una colección de ensayos breves, Pecats capitals, escritos por autores no vinculados a ningún credo en concreto, y ahora prepara dos más de naturaleza parecida. Su editor, Ignasi Moreta, cree que la religión no puede ser explicada solo para gente religiosa.
¿Por qué pide el público libros que hablen de religión desde una perspectiva no religiosa?
La perspectiva religiosa clásica está agotada. Escribir desde determinadas opciones creyentes dirigiéndose exclusivamente a quien comparte esas creencias es una vía que lleva a la marginalidad. Pero eso no significa que el lenguaje religioso esté agotado. Todavía es muy útil para entender a la humanidad.
Se están publicando muchas biblias liberadas...
La Biblia no es patrimonio de los cristianos; hace falta, pues, que se hagan ediciones que no se dirijan a un público explícitamente cristiano sino que busquen todo tipo de lectores. Toda traducción es una interpretación, y en nuestro contexto cultural las traducciones de la Biblia han venido muy determinadas porlainterpretacióncristianadelostextos bíblicos. Sería bueno que se emprendieran más traducciones de los textos bíblicos hechos con la misma libertad con que se aborda la traducción de cualquier texto clásico.
¿No estamos infantilizando la Biblia?
El reto es llegar a más gente sin bajar el nivel. Nosotros hemos tenido que reeditar El monjo i la psicoanalista, de Marie Balmary, y vendimos más de mil ejemplares de la Demostració a Teòfil, una obra bilingüe (griego-catalán) de más de 700 páginas. Cuando mantienes un nivel alto y sabes hacerte entender, la gente lo ve y responde. No hace falta infantilizar nada.
También hay algunos proyectos de nuevas traducciones de textos bíblicos al catalán.
Hay que reconocer que las traducciones confesionales o interconfesionales que se han hecho en catalán son, en general, muy solventes en cuanto al rigor y la honestidad científica. Por otra parte, tenemos cerca un Panikkar, un Duch, una Balmary o una Muller-Colard, capaces de hacer que nuestra indagación espiritual sea más rigurosa, más exigente, menos autocentrada y de más calidad.
¿Qué le pasa a una sociedad que pierde su cultura religiosa?
Perder los referentes compartidos hace difícil la interpretación del patrimonio
“Todo parece irrelevante, pero la búsqueda espiritual está más viva que nunca; para eso, nada como el ensayo religioso”
filosófico, artístico, literario, cinematográfico... en la que estos se hacen presentes. Pero, además, los Evangelios, por ejemplo, contienen una propuesta ética que no es posible desconocer. Y también pienso que la figura monoteísta de Dios tal como se desprende de los textos bíblicos es fundamental para entender nuestra cultura, tanto si se cree en Dios como si no. E igual que no se puede ser occidental y desconocer la herencia de la filosofía griega, no se puede desconocer la herencia bíblica.
Parece que mucha gente quiere conocer esta herencia bíblica.
Lluís Duch me hizo ver que somos tan religiosos como lo eran nuestros padres o abuelos. Quizá más, porque ellos pertenecían a una religión por constricción social, y nosotros lo somos de forma libre. Hoy todo parece irrelevante, pero la búsqueda espiritual está más viva que nunca. Y para llevarla a cabo, nada como el ensayo de ámbito religioso.