Felipe, el bueno
Sergio del Molino, gran admirador de la figura del ex presidente, hila una historia de ficción a partir de hechos reales en torno a la vida de Felipe González
Va de una escena a otra y en muchos casos son anécdotas sublimadas que recuerdan a los artefactos literarios de Éric Vuillard
“Felipe González es la figura española más importante del siglo XX, pero no se apreciará así hasta que muera”. “El país
que hizo Felipe es mi país, el que me ha hecho a mí”. “No quisiera que esta balsa de piedra ibérica se alejase demasiado
del contorno de su figura”. Sí, Un tal González es la obra de un admirador del expresidente socialista, que cuando va a su encuentro se reconoce nervioso, más por agradarle que por la información que pueda obtener. Y Felipe se deja entrevistar para el libro. Un dato nada baladí porqué, de común, no lo hace.
Son cerca de cuatrocientas páginas de biopic literario bien escrito, que arrastra al lector, porqué Sergio del Molino (Madrid, 1979) sabe contar. Lo demostró con creces en La España vacía (2016), su trabajo más conocido y comentado. En esta ocasión hila la vida del dirigente socialista con saltos temporales de una escena a otra. En muchos casos son anécdotas sublimadas que recuerdan a los artefactos literarios de Éric Vuillard.
Del Molino no engaña a nadie. Admite
que el suyo no es un libro de historia, niunabiografía,niunacrónicaperiodística, ni un ensayo político, sino “una historia de ficción a partir de hechos reales”. En esta ficción aparece, de vez en cuando, su “yo”. Una tendencia cada vez más presente a la hora de abordar el análisis de la historia. Ya no basta con explicar la vida del otro, sino que se quiere ser también protagonista. Lo explicó Enzo Traverso en Pasados singulares (2022).
El autor asegura que ha vaciado abundante bibliografía y consultado hemerotecas y archivos, pero no hay apartado bibliográfico alguno en el libro, ni tan siquiera un listado de entrevistados. Con que el lector no puede juzgar si son muchas o pocas fuentes y si son las más adecuadas. En todo caso, la novela rezuma trabajo de fondo y resulta obvio que Del Molino ha optado por saltar entre escenas, de 1969 a 1997, porque le ha parecido lo mejor para la narración. Y no como tantos otros que escriben biografías con catas temporales para ahorrarse consultar documentación y lo suplen después con el “yo pienso, yo creo, yo dudo que…”.
El autor confiesa que se ha propuesto esta narrativa de González porque “no estoy dispuesto a escribir desde el rencor ni quiero que el dedo índice se me quede rígido de artrosis por señalar a quienes levantaron la democracia en la que me he criado. (…) Yo no tengo cuentas que saldar, tan sólo quiero saber quiénes fueron y cómo se hizo esta España”. La cuestión es si con su trabajo contribuirá a ello.
La obra tiene algunos pasajes inverosímiles, como la entrevista entre Felipe González y François Miterrand sobre ETA en el palacio del Elíseo en 1983. Y algunos deslices. Cuando describe a Narcís Serra dice que “no descuidaba un solo rito catalanista”, de la coca de Pascua a la rosa de Sant Jordi, pasando por los canelones de Sant Esteve. No. Son tradiciones catalanas, no catalanistas. Y no son ritos. Un rito nacionalista es, por ejemplo, el desfile militar del 12-O.
En otra ocasión, el autor apunta que Joan Maragall escribió “una obra desdeñosa a España”. No. Oda a Espanya (1898) es un lamento por el envío de tropas (catalanas) a Cuba, pero el abuelo de Pasqual Maragall no desdeñaba España. Al contrario, le entristecía no poder formar parte de ella sin dejar de sentirse catalán. Más adelante, Del Molino describe al publicista Lluís Bassat como la encarnación del “ansia superficial, alegre, comercial y desinhibida” de la Barcelona de 1992. En fin.
Y, de nuevo, ¿contribuirá Un tal González a que la generación del autor, como asegura –y caso que la generalización fuera cierta–, deje de ver en el socialista “el monstruo, el culpable de la perpetuación del franquismo por otros medios” y vea una figura que según él “merecía otro brillo en la historia”? Ayer, 28 de octubre, se cumplieron 40 años de la primera victoria del PSOE con 202 diputados, una mayoría absoluta ahora impensable. A los jóvenes de veinte años, Felipe les suena muy vagamente. ¿Y si, en vez de apuntalar apriorismos, guardamos el yo en un bolsillo y ponemos el talento narrativo al servicio de análisis en profundidad para legar a estosjóvenesunagamadegrises?
ALFAGUARA. 376 PÁGINAS. 21,90 EUROS
asta el 16 de abril de 2023, el Centre del Carme Cultura Contemporània (CCCC) presenta Jaime Hayon: InfinitaMente ,la primera exposición retrospectiva de gran formato dedicada a este prestigioso diseñador afincado en Valencia, Premio Nacional de Diseño 2021 y, sin lugar a dudas, todo un referente a escala internacional. La muestra, que ocupa las salas Ferreres y Goerlich del CCCC, forma parte del programa oficial de World Design Capital Valencia 2022.
Tal como explicó José Luis Pérez Pont, director del Consorci de Museus y del CCCC, durante la presentación de la muestra: “En el año en el que Valencia es Capital Mundial del Diseño, no podía faltar un reconocimiento a la figura de Jaime Hayon, uno de los más destacados creadores de nuestro país, cuya obra combina diseño y arte, artesanía e industria, mostrando, desde Valencia, la presencia del diseño en el día a día de las personas, en los objetos cotidianos y decorativos, y también cómo las piezas artísticas pueden llegar a toda la ciudadanía”.
La revista Time no ha dudado en calificar a este diseñador, artífice de un estilo brillante y colorista, barroco y con influencias mediterráneas, que destila imaginación y sentido del humor, como uno de los más influyentes de nuestro tiempo.
Aunque suele pasar inadvertido cuando camina por las calles de Valencia, en Nueva York es reconocido habitualmente por transeúntes admiradores de su obra. Hayon ha conseguido suscitar el interés y el reconocimiento de grandes marcas comerciales, como Fritz Hansen, BD Barcelona, Vista Alegre o la valenciana Lladró, y, al tiempo, exponer en prestigiosos museos y galerías internacionales, como el Museo Groninger, en Holanda, o el Daelim, en Seúl.
La retrospectiva que nos ofrece el CCCC brinda al público la posibilidad de disfrutar de un gran despliegue expositivo que recorre todo el universo de este creador poliédrico que no ha dudado en autodefinirse como “un rompedor sin límites”, revisando obras producidas durante veinte años de trayectoria, que van desde las instalaciones y las piezas puramente artísticas hasta los productos concebidos para empresas, como una impresionante selección de muebles surgidos de su estudio.
Además, se pueden ver los materiales en crudo, las herramientas de trabajo, los motivos de inspiración y las referencias que sirven para comprender más a fondo el proceso creativo y descubrir una serie de detalles que usualmente no son visibles para el consumidor de diseño.
En buena parte de estas obras, tienen un especial protagonismo
el cristal y la cerámica, que son el tema central de dos de las salas, mostrando la aplicación de la creatividad a estos materiales y la búsqueda de distintas herramientas de expresividad para cada disciplina.
Así, la Crystal Room recoge una enorme selección de piezas, muchas de ellas procedentes de ediciones limitadas o únicas, producidas por destacados artesanos de casas del prestigio de Baccarat o en talleres con siglos de experiencia en Murano. La Ceramic Room, por su parte, alberga una considerable muestra de objetos funcionales y artísticos producidos por maestros de las empresas más importantes especializadas en el trabajo con este tipo de material.
La sección central de la exposición está dedicada al proceso creativo que encontramos detrás de piezas de mobiliario, iluminación y accesorios de carácter comercial, poniendo en evidencia el trabajo de backstage y revelando sin pudor los referentes y las fuentes de inspiración del artista, así como los detalles de la producción, ya sea a escala industrial o artesanal.
También es posible contemplar, como si fuera una suerte de gabinete de curiosidades, sketchbooks, cuadernos de notas y dibujos
sueltos, así como diversos objetos, muestras y prototipos del universo personal de Hayon. Otra sala dedicada a su vertiente puramente artística, la denominada Fantasy Room, está compuesta por cinco lienzos de gran formato acompañados de dos esculturas.
La exposición es también una magnífica oportunidad para contemplar algunos trabajos que nunca se habían mostrado antes en España, como Masquemask, una muestra de gran formato concebida especialmente para el LODZ Design Museum, formada por siete máscaras-tapiz suspendidas en el aire, que permite al espectador moverse libremente entre las obras; o Mesamachine, una pieza excepcional que surgió del reto artístico que, durante el confinamiento, varias instituciones lanzaron a diseñadores de prestigio como Hayon.
La instalación Mediterranean Digital Baroque, una obra que presentó en 2003 en la prestigiosa galería David Gill de Londres y que hasta ahora tampoco había podido verse en nuestro país, es una suerte de cosmogonía personal que entremezcla estilos y lenguajes diversos, como su título sugiere, y remite a mundos que han marcado la trayectoria vital y artística de Hayon, como su ciudad natal, Madrid, la cultura francófona de su infancia o el mundo del skateboarding.
Jaime Hayon: InfinitaMente es, además, una magnífica oportunidad para volver, o quizá para descubrir por primera vez, el Centre del Carme, un espacio cultural que, en solo seis años, se ha consolidado como un referente indispensable en Valencia para todas aquellas personas interesadas en una amplia variedad de manifestaciones artísticas que combinan disciplinas y lenguajes de la cultura contemporánea, a través de las artes visuales, la danza, el pensamiento, el arte urbano, la música electrónica, el diseño, el videoarte o la performance.
Tras el parón impuesto por la pandemia, el CCCC ha conseguido atraer de nuevo al público, llamando especialmente la atención de los jóvenes, como confirma el récord de visitantes -con más del 44 % de público menor de 30 años-. El CCCC recibió 200.337 visitantes entre enero y septiembre, que han superado en nueve meses la cifra total de visitantes de los años 2020 y 2021. Este éxito de visitantes se debe al cambio de paradigma respecto al modelo de gestión de la programación, donde se garantiza la igualdad de oportunidades de todos los artistas; y a la apuesta plena por la cultura contemporánea.
La obra de Hayon, capaz de combinar lo puramente artístico con el diseño comercial de calidad, encaja a la perfección en la programación de un centro artístico y cultural que, como bien explica su director, quiere acercar la cultura contemporánea a todo tipo de públicos, convirtiéndose en “un espacio de vida cotidiana”.